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Corcel

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Leía libros de agricultura

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Leía libros de agricultura. Sus manos estaban llenas de tierra, al igual que su pantalón y parte de su rostro. Sin duda, plantar zanahorias era la segunda cosa más difícil de hacer, porque en primer lugar estaba aprender a usar el equipo de maniobras de la legión.

Suspiró frustrada por milésima vez y dejó en el suelo las zanahorias. Sacudió sus manos para tratar de sacarse tierra fresca de estas y salió del jardín trasero hecha una bola de furia.

Esas zanahorias lograron ponerla de mal humor.

¿De qué sirve tener un enorme jardín si no hay algo más que no sea pasto y un almacén vacío?

Antes de entrar a su casa, se aseguró de sacudir bien sus zapatos. Abrió la puerta que daba paso a la cocina. Se lavó las manos en el fregadero y se dirigió a su habitación para ducharse y arreglarse, se pintó sus labios por primera vez en mucho tiempo de un color rojo, se colocó un anillo de oro que encontró en algún lugar de esa casa. Parecía una mujer con influencias y adinerada. No lo iba a negar, se sentía poderosa así y gracias al cielo no sufría por dinero, pues muchas cosas en esa mansión valían mucho.

Desde lo sucedido con Porco la otra noche, habían pasado unas tres semanas, y desde ahí, no había noche en la que Galliard no pasara a visitarla. Si bien, no habían definido lo que eran, realmente no hacía falta. ¿O sí?

Los amigos no se besan en la boca. Es lo que dicen.

Se preguntaba si alguien más sabia de esto. No es que tuviera muchos amigos pero le causaba curiosidad saber si Porco ya le habrá contado a alguien lo que sucede entre ambos. Quizá más al rato le preguntará.

Terminó de cambiarse. Miró el reloj. 6:55 pm. Porco llegaría en media hora más. Debía apresurarse. Quería sorprenderlo con una cena pero aún le faltaban ingredientes, así que no dudo en tomar dinero y salir a buscar lo que le faltaba.

Salió de su casa apresurada. Caminó unas cuantas calles hasta llegar frente a la casa donde habitaba la anciana que hace tiempo le rentó una habitación.

-Señora, buena tarde-saludó

-Que linda te ves, TN

-Se lo agradezco-sonrió con simpatía al ver la sonrisa de la dulce anciana

-¿Qué se te ofrece?

-Necesito pimienta negra y pimentón, por favor...

La anciana asintió antes de meterse a su casa. Mientras TN esperaba, a su espalda, un remolque se meneaba con brusquedad, haciendo un ruido que llamó la atención de la mayoría, incluida TN.

-¿Pero qué...?

Un par de hombres trataban de separar a una yegua de su pequeña cría, la cual se miraba debil y tembloroso; se le miraba desnutrido La yegua, albina casi como la nieve, relinchaba, negándose a dejar a su cría, un pequeño potro de unos 6 meses como maximo, de pelaje claro y patas blancas. Pero los hombres jalaban con fuerza las riendas de la yegua, esta pataleaba, pero más hombres llegaron y entre todos la mantuvieron quieta. Como pudieron, le ataron las patas traseras para evitar que soltara más patadas

𝕿𝖗𝖆𝖎𝖉𝖔𝖗𝖆 ᵖᵒʳᶜᵒ ᵍᵃˡˡⁱᵃʳᵈ ʸ ᵗⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora