42

581 55 5
                                    

Narra Jimin

—Es lindo—dice entrando al departamento.

—Es de mis padres— comento cerrando la puerta.

—Es muy grande...

Eso me hizo recordar la primera vez que la lleve al apartamento en Seúl. Está igual de sorprendida, solo que parece que ahora controla mejor sus expresiones.

—Ven, sígueme— tomé nuestras maletas y caminamos por él por el pasillo que nos lleva a los cuartos.

—Esta es tu habitación.

Abrí la puerta, dejado ver una gran habitación decorada con un papel de color gris claro con muebles de color blanco. Mi madre junto con una diseñadora japonesa se había encargado de decorar al igual que toda la casa. Solemos quedarnos aquí cuando venimos de vacaciones.

—Las damas primero.

Puedo ver la incomodidad en el rostro de Ninah.
Así que entro para explorar las cosas.

—Puedes acomodar tus cosas aquí — señalé el gran closet a mano derecha.

—Gracias— habló tímidamente viendo cada esquina de la habitación.

—No hay de que, dormiré en la habitación de al lado, si necesitas algo estaré ahí.

Salgo de la habitación y voy a la mía, dejó las cosas a un lado y me tiro en la cama. Estoy muy cansado por el vuelo, a pesar de que había dormido las dos horas de viaje, en si no logre descansar. Mi mente no deja de pensar que tengo un hijo, un pequeño de tres años

•⁃•⁃•⁃•⁃•⁃

Me pare de la cama y caminé hacia la habitación de Ninah, dude si tocar o no, pero finalmente lo hice.

—¿Tienes hambre? Prepararé algo de comer.

—Algo — levantó y dejó caer sus hombros.

—Bien... te avisaré cuando esté lista para que vegas— le digo con una sonrisa.

Salgo de la habitación y voy hacia la cocina, no soy un experto en preparar comida, para no decir para nada. Lo único que se es prepara café, té y ramen. Pero no le puedo dar de cenar solo café o té a así que opté por preparar ramen, que por suerte no me queda tan mal.

Comencé a preparar lo que sé, no estoy muy seguro de lo que estaba haciendo, pero aun así decidí seguir.

—¿No crees que esa es mucha sal?

Me sobresalté al ver a Ninah apoyada en la puerta de la cocina.

—¿Eso crees?— le di una sonrisa nerviosa.

—¿En serio sabes lo que estás haciendo?— pregunto alzando su ceja.

Eso me sorprendió, no imaginé que ella ahora fuera así. Pero bueno, me alegra que ya no se deje de nadie. Que sepa defenderse y ser fuerte.

—No del todo— hice una mueca.

—Déjame, yo lo hago.

Camina hacia donde yo me encuentro y me alejo dándole espacio para que ella pueda hacer las cosas con libertad.

Miro atento a como Ninah prepara la comida, realmente huele bien. Me recordó cuando vivíamos en Seúl, bueno, casi siempre le negaba lo que me daba, pero sé que cocinaba muy bien

Amor o ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora