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Narra Ninah

Estoy frente al computador viendo los pendientes, pero a pesar de ello mis pensamientos no están del todo en el lugar.

Hoy cumplo veintiún años, pero mis ganas de celebrarlo son nulas y como vas a celebrar tu cumpleaños, cuando las personas que te dieron la vida ya no están en este mundo.

Hace tres meses mis padres no están en este mundo. Mi madre murió por una caída, quien iba a pensar que eso fuese posible, pero es real, debido a su artrosis y problemas en la columna, dicho golpe fue mortal para ella. Y quien dice que por amor no se muere, mi padre murió de amor, tres días después de la muerte de mi madre, mi padre falleció debido a que su corazón se paró.

Y es que quien puede vivir solo después de que compartiste por más de 30 años con el amor de tu vida. Mi padre dependía de mi madre, es obvio que le iba a pegar esa partida.

Me siento tan culpable de eso, de ver que no pude hacer nada por ellos, de ver que les falle, hice lo mismo que mi hermano y eso que mi madre me pidió no hacerlo.

Ese momento fue tan difícil para mí, que recordarlo duele, muchas veces me quedo dormida de tanto llorar.

Ese sueño que por tanto tiempo tuve se cumplió, tal vez era una señal que me mandaban mis padres, diciéndome lo que iba a pasa. Y ahora es así, estoy sola, no tengo a mis padres ni mucho menos a esa persona que creí que me amaba.

Aun recuerdo todo lo sucedido y siento que mi corazón se quiebra en mil pedazos. Recuerdo que después de dar tantas vueltas a la cama, tome la decisión de salir de ese lugar, no quiero estar más en un lugar en donde no me aprecian.

Al salir de esa casa me dirigí hacia la casa de mis padres, sin saber que ahí todo empeoraría.

La señora Cha me recibió en su casa, me dio su apoyo y me entrego las cenizas de mis padres. Ese día lloré como nunca lo había hecho antes, no aceptaba que esto estuviera pasando.

Al amanecer con el poco dinero que me dio la señora Cha, tome un autobús que me llevara a Daegu, no quería estar más en esta ciudad, quería estar en la ciudad de mis padres. Quisiera sentirme un poco más cerca de ellos.

Y acá estoy, viviendo un lugar sumamente pequeño, trabajando largas jornadas en cosas que nunca antes había hecho. Creo que lo único bueno es que la paga es buena y las personas son muy amables, bueno, aunque como en todo hay excepciones.

De Jimin no se nada, hice lo posible por no dejar rastro, me deshice del celular que me había dado hace un tiempo la señora Park y le pedí a la señora Cha que si el llegase aparecer dijera que no sabe nada de mí, no quería traerle problemas. Ella se ha portado muy bien conmigo como para generarle problemas en su vida.

Igual supongo que no le importo que desapareciera, debe estar muy feliz con esa chica que siempre le gusto. Con la que tal vez desde un principio siempre debió estar, con la que debió casarse y formar su familia.

El sonido del telefono me saca de mis pensamientos. Lo descuelgo llevando el aparato de a mi oído.

—Señorita Min, nos puede traer algo de tomar por favor.

—Enseguida señor Jeon.

Cuelgo la llamada y me dispongo ir hacia la cafetería que queda a unas cuadras del edificio.

Este trabajo lo obtuve gracias a la señora Cha, su hijo trabaja en esta empresa y el me ayudo con algunos papeleos por lo cual logre que me aceptaran fácilmente.

—Buenas tardes, me puedes dar dos americanos frios, esta beida de chocolate  y tres de estos apareritivos— señaló los sándwich de la vitrina.

—¿Calientes?

Amor o ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora