Celos

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La felicidad de un amigo es la propia felicidad, eso lo sabía muy bien Ikalgo, que miraba a un alfa albino dar vueltas por su cama mientras contaba soñando que afortunadamente sus sentimientos habían sido correspondidos. Sobre el ramo de flores que el mayor había plantado con sus propias manos. La mueca del alfa intentando ocultar toda su felicidad mientras narraba lo hacían reír de vez en cuando, siendo detenido por los regaños del causante.

—Entonces...— Se acercó a él mientras le ofrecía uno de los chocolates que le había dado a guardar para que su familia no se los quitara. —¿Qué sigue?—

—No lo sé, yo ya me quiero casar.— Dijo seriamente mientras tomaba el dulce.

—¿Qué escuché? El señor "Yo no hablo así" ¿está hablando así?— Recibió una almohada en la cara.

—No dije nada ridículo.— Se quejó mientras consumía su choco-robot. —Lo que pasa es que a ti nadie te quiere, pulpo, por eso no lo entenderías.—

—Rayos amigo, por favor ya no me presentes a la chica que te pedí la otra vez, no quiero terminar sin cerebro como tú.— Otra almohada en su cara.

Ikalgo era un estudiante nuevo en la escuela preparatoria a la que asistía la pareja, había conocido al alfa al estar en su grupo de inglés e instantáneamente se hicieron buenos amigos.

Nunca había sentido ni intentado nada con el albino porque era hetero, otra de las razones por las cuales ambos se llevaban de maravilla, ya que desde esa aclaración Killua se sintió libre de actuar sin precauciones (había tenido ciertos contratiempos con algunos de esa casta en el pasado,) y el omega entendía perfectamente que el hecho de que su amigo fuera homo no significaba que se fijaría en él, aparte que desde el primer momento notó la mirada de amor absoluto hacia el otro que actualmente era su pareja.

—Sabes, yo sí sé que sigue, que me lo presentes. Aún no sé porque no lo has hecho.— Le gritó molesto.

—Porque eres un idiota y no quería que me delataras, así de simple. Arruinarías la imagen que él tiene de mí.— Su cara cambió un poco a miedo. —No quiero que él se arrepienta de nuestra relación, él es demasiado... Gon, y yo soy un idiota.— El pelirrojo suspiró enternecido, no era fácil ver al Zoldyck así.

—Sí, definitivamente te va a dejar. Para quedar mal no necesitas mi ayuda... ¡Baja esa almohada o le diré alguna cosa que te avergüence hasta que mueras!— El mayor hizo caso. Dio otra mordida al chocolate olvidando sus miedos.

—Pero tienes razón, deberían conocerse. Te va a caer bien, porque es casi imposible que Gon le caiga mal a alguien, en realidad, si te cae mal seguro eres un idiota con mierda por cerebro. O tal vez ni siquiera con mierda.—

Ikalgo sonrió por la actitud de su amigo, le agradaba verlo tan feliz. Por eso estaba decidido a hacerse también amigo de ese tal Gon y ayudarlos en su relación si lo requerían. Sí, sería el mejor apoyo de la pareja.

El lunes llegó, había arribado más temprano de lo debería a la escuela porque necesitaba entregar un libro que le había prestado la biblioteca. Estaba tan concentrado que no se percató del chico con cabello en puntas que lo seguía.

—¡Hola!— Sintió un toque en su hombro que lo hizo saltar, el pelirrojo suspiró aliviado al reconocer a la pareja de su amigo. —Disculpa, ¿eres amigo de Killua?— Preguntó el Freecss. El otro omega calló un momento. "Debería fingir que no lo conozco, mi hermano se enojará mucho si lo delato frente al chico que le gusta."

—Sí, ¿tú quién eres? ¿Lo conoces?— Preguntó amablemente intentando de que no se tornara la situación en una conversación incómoda. El moreno asintió y extendió su mano.

A de alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora