Mordida

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Las olas los mecían tal como se mecía el barco. Lo salado del mar llegaba a sus narices y la luz del salvaje sol comenzaba a alumbrarlos gracias a esa ventana, (que fue un regalo después de ayudar al capitán del navío), con vista a la inmensidad del agua había sido más que perfecta para su viaje. Las sábanas que guardaban su calor nuevamente fueron elevadas rompiendo la burbuja, así es despertar.

Un alfa albino bostezó al levantarse de la cama, estirando su cuerpo cansado a causa de la noche anterior. El causante de eso fingía dormir mientras observaba complacido al menor estirando sus brazos, permitiendo relajar sus músculos y dándole un espectáculo gratuito al omega. Porque vamos, Killua Zoldyck era bastante atractivo físicamente y él no era ciego.

Volvió a cerrar los ojos al notar que el hombre regresaba su vista hacia él. —Vuelvo en un momento, debo ir por el desayuno.— Susurró esperando que lo escuchara de alguna forma sin saber si estaba despierto o no.

Gon aguantó sus ganas de levantarse y abrazarlo. —Te quiero mucho.— Porque le gustaba oír los pensamientos que comúnmente Killua no dejaba salir al saber que lo escuchaban atentamente. Notó el sonido de la ropa siendo puesta y la puerta abriéndose y cerrándose. Casi al instante se levantó.

Hoy era un día especial. Corrió por la habitación limpiando el desorden de la noche anterior, no podía permitir que algo saliera mal. —También debo tomar un baño... Mooh, pero es probable que él vuelva antes de terminar.— Se enfocó en dejar el camarote limpio. Estaba feliz, su sonrisa demostraba esto al exterior. Era siete de Julio, el cumpleaños de su novio Killua Zoldyck y claro que él quería sorprenderlo.

Desde que habían salido de su isla logrando huir de ese matrimonio arreglado todo había sido como un sueño hecho realidad. Se divertían yendo de un lugar a otro explorando el mundo, se asombraban de la comida o cosas de las zonas y hacían amigos que estaba seguro que en un futuro volverían a ver (aunque fuera el moreno quien más socializaba en realidad). También le gustaba su vida en pareja, el albino intentaba cada vez más dejar salir sus pensamientos mientras demostraba su afecto nunca cuestionado, y claro que él aceptaba los tiernos y "tímidos te quiero" que le proporcionaban entre besos. Parecía que tenía la vida perfecta.

Lo único que le parecía molesto al mayor del dúo fue el tema de su cuello, que fue puesto de lado como si ya no importara, como si el alfa no se viera tentado a marcarlo. A veces incluso dejaba su cuello sin protección, esperando que al momento de estar juntos Killua lo mordiera por el calor del momento, porque sabía era uno de los únicos instantes en los que no pensaba tanto, pero nunca sucedió, solo besaba su nuca múltiples veces y la dejaba pasar para enfocarse en otra parte de él.

Tal vez era porque ahora el torturado era el Freecss, una venganza quizás, seguramente sus formas de molestar al menor fueron demasiado lejos. Porque así como el chico con cabello en puntas no es tan inocente como uno podría pensar, el de blanco cabello no siempre le dejaba pasar sus acciones al omega.

Pese a eso sabía que Killua aún quería morderlo, porque era obvio en la mirada azulada que lo penetraba cuando le daba la espalda.

Estaba cansado de esperar, ese día él se lo iba a proponer, estaba seguro que sería un buen presente por el cumpleaños del menor y sería lindo como pareja. Se sonrojó un poco por su propia idea.

La puerta fue tocada sacándolo de sus pensamientos, dio un brinco de felicidad, sabía quién era. Una vez la abrió vio a uno de sus más recientes amigos con quien viajaba, un chico rubio de amables ojos grises. —Traje el pastel que me pediste anoche, fue difícil llegar aquí sin que Killua me viera, afortunadamente Leorio lo está distrayendo.— Entregó el postre para hacer una reverencia.

—¡Muchas gracias Kurapika! Después estoy seguro que partiremos otro, están más que invitados.— El beta sonrió.

—Seguro Gon. Le diré a Pairo y a Leorio que se preparen. Por ahora me voy, no quiero arruinar la sorpresa.— Dejó el lugar. Hacía dos ciudades que habían conocido a Leorio y a Kurapika, una pareja de betas que viajaban junto con el mejor amigo del blondo llamado Pairo. Se habían unido a su viaje al compartir varios destinos antes de su plan de asentarse en un lugar para que el hombre de lentes siguiera estudiando medicina. En poco tiempo ambas parejas se habían convertido en buenos amigos.

A de alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora