Parche

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La vida en el mar puede ser tranquila o realmente aterradora. Las historias de viejos navegantes muchas veces no eran solamente mitos o mentiras de su imaginación, porque lo cierto es que en las profundidades de ese espacio azul se esconden cosas que nunca se sabrán que son. Pero afortunadamente para un alto beta de lentes negros esa no era su preocupación, no, a él le tocaba la vida tranquila junto a otro beta de cabello rubio que descansaba a su lado leyendo un libro, y un pequeño omega (que igual a él) se encontraba dormido pegado a la pareja.

Desafortunadamente las vidas tranquilas siempre tienden a ser perturbadas.

—¡Riorio!— En este caso todo era por una joven pareja de alfa y omega que había llegado a su vida. —Anciano despierta, ¡viejo!— Una cachetada en su rostro lo sacó de su paraíso, todo para ver la cara asustada de un albino ya conocido. —¡Necesito tu maleta de médico!—

—¡¿Qué pasa?! ¿¡Quién es el herido!?— Se levantó causando que el castaño se despertara. El blondo preguntó lo mismo que su pareja.

—¡Solo damela, por favor! ¡Juro que no haré nada malo! ¡Tampoco necesito tu ayuda!— La cara de pánico del Zoldyck se transformó en una de vergüenza. —Solo tomaré gasas y algo de suero.— El rostro del estudiante de medicina se ablandó comprendiendo al instante lo que estaba pasando.

—Claro.— Se levantó de su asiento, cercano a la alberca, para buscar debajo de esas tres grandes sillas su confiable maleta, entregándola al alfa junto con la contraseña. —Puedes tomar las que necesites, y no te preocupes, se ve peor de lo que es.— El Zoldyck no dijo nada más que un gracias, listo para correr hacia su habitación dejando un poco de polvo levantado tras de sí.

—Leorio.— Llamó el Kurta. —¿Por qué se veía así?— El moreno volvió a tomar su lugar, el otro hombre lo abrazó esperando respuesta.

—Porque es un dramático, Sunshine, no te preocupes, sabrás lo que pasó en la noche al partir el pastel.— Volvió a cerrar sus ojos esperando regresar a su dulce sueño.

—Tus amigos son raros Kurapika.— Pairo miró con insistencia al mayor.

—Pairo, es probable que en el futuro te pase algo igual a lo de ellos así que lo mejor es no juzgar.— Regañó Leorio, el menor cruzó los brazos.

—Primero me suicido.— Y se dejó caer sobre el alto beta listo para volver a dormir.

...

Dentro de la habitación, sujetado a unas pinzas, un algodón limpiaba la herida con suma cautela para que así no hubiera riesgo de infecciones. Gon estaba sorpresivamente quieto mientras el Zoldyck estaba concentrado en hacer el mejor trabajo posible. Tomó un parche, uno con dibujitos de sapitos, sospechaba que era para niños, pero se veía demasiado adorable por lo que decidió usar ese.

—Esto es todo.— Lo colocó marcando como finalizada su labor. —Ya terminamos.— El mayor no hablaba. —¿Gon?— Antes de poder hacer algo fue atacado con un beso.

—¡Estoy feliz!— Pasó sus brazos por sus hombros abrazando su nuca. —Esto significa que estamos unidos para siempre.— El albino también sonrió.

—Me asustaste, ¿por qué no me respondiste?— Comenzó a acariciar su rostro.

—Porque... No sé, empecé a soñar despierto.— Cerró los ojos por la caricia. —Luego me di cuenta que no era un sueño y fui aun más feliz.—

—Dices cosas muy raras.—

—Me siento extraño.—

—¿Te enfermaste? ¿Tienes mucho dolor?— La preocupación del albino incrementó, pero al ver la negación del de cabello negro se relajó. —¿Qué pasa?—

—Sé cuando estoy feliz, ¡pero ahora me siento más allá de la palabra feliz!— Y el de ojos azules pudo notar eso al captar los brillantes ojos marrones abiertos y esperanzados.

—Me he sentido igual.— Besó su frente. —Y todo es tu culpa, muchas gracias por eso.— El peso del Freecss lo dejó recostado en la cama mientras su pálido rostro era frotado por la mejilla del otro hombre.

—¡Yo soy quien debería darte las gracias por estar en mi vida!—

—¡Yo soy quien está más agradecido!—

—¡No es cierto!—

—¡Claro que sí, idiota!— Extendió sus brazos para apegarse a él. —Me puedes ganar en muchas cosas porque por ti soy un idiota y no puedo decirte no, pero en quien está más agradecido no puedes derrotarme.— Sus dedos tocaron por encima del parche. —Amo tanto haberme equivocado en mi viaje y encontrarte, estoy agradecido de que existas más de lo que tú podrías estar.— Sintió el calor de la zona pasar por esa tela que cubría su mordida. "Haría lo que sea por ti." —Así que cállate y acepta que te gané, idiota.— El omega sonrió.

—Solo hoy.— Hizo un puchero. —Porque sé que te voy a ganar tarde o temprano.—

—¿Cómo transformas todo en una competencia?—

—Es divertido.— Besó al albino. —Todo lo que es estar contigo lo es. Por eso sé que yo seré el ganador.— Una sonrisa egocéntrica salió del otro.

—Pues sigue intentando Gon Freecss, pero aquí el maldito Killua Zoldyck lleva la delantera en este juego.— El moreno ni siquiera respondió, solo se recostó sobre su pecho.

Y así terminó la huída de dos amantes. En un barco y una celebración de cumpleaños, donde Gon presumía ante todos el parche que su cuello portaba mientras el menor intentaba detenerlo por la vergüenza que le evocaba, para su desfortuna los demás tripulantes no desaprovecharon la oportunidad de felicitarlo y exhibirlo aún más.

Era un alfa unido. 

Estaba feliz por eso.


Fin de la trecera parte de cuatro.





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