Cachorros

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Quería ignorar el hecho, fingir que sus sospechas solo eran el conjunto de múltiples y crueles casualidades.  

Primero era la comida, al principio no tenía náuseas o vómitos, solo, al ver los preciosos desayunos del albino, no podía dejar de comerlos. Pedir una segunda porción.
Killua también en ese momento no pensó nada raro, el cuerpo de Gon se encontraba cansado y el trabajo se había vuelto más pesado, además, no era mucha comida, nada estaba mal. Solo era un hombre intentando recuperar energía. 

Luego los mismos desayunos en ocasiones se veían horribles delante de los ojos marrones, pidiendo amablemente si le podía preparar otra cosa, claramente el alfa cumplía su capricho, no eran cosas muy fuera de lo común, carne por fruta, fruta por carne, huevo por panqueques, esos eran los intercambios. 

Posteriormente el primer agudo dolor en su abdomen se hizo presente mientras ayudaba a alimentar a los osos pardo, causando que se doblara sosteniendo la zona con fuerza, pero igual, un dolor corporal más no era para tanto, después de unos minutos se calmó y nadie dijo nada ante la actitud despreocupada del Freecss que los hizo alterarse un poco.
Cierto, a veces el moreno se podía lastimarse sin querer, no debían sospechar, solo volverlo a regañar por su descuido.

En ocasiones Bisky y Palm encontraban a Gon dormido en sus descansos, lo cual era raro, abrazado a una prenda de Killua que nunca había necesitado traer antes.

Por sus leves sospechas la omega dejó de fumar, la rubia estuvo de acuerdo.

Pero lo que sentenció la idea sucedió dos meses después de esa pequeña discusión, en ese mismo salón de descanso que la provocó.

Killua le había preparado su almuerzo favorito, el biólogo no dudó y comenzó a devorarlo delante de sus dos compañeras hasta que una sensación de asco lo atacó. Corrió al baño y vomitó, al salir vio los ojos rosados de la rubia mirarlo con cariño mientras le ofrecía una botella de agua.

–Gon, ¿te sientes bien?– El chico con cabello en puntas negó.

–últimamente me he sentido con náuseas y mareos, creí que solo había comido mucho, tal vez deba ir a ver al médico.– Palm acarició con ternura su cabello bajando un poco su peinado natural. 

–Gon... ¿Hace cuánto fue el celo de Killua?– Las cejas del menor se alzaron con sorpresa, ¿por qué querían saber eso?

–Hace dos meses.– 

–¿Y has tenido cambios desde entonces?– Volvió a negar y luego a asentir.

–Solo..., por lo del trabajo aquí y algunas cosas en casa, supongo que mi apetito creció y ahora mi estómago me hace ver las consecuencias de mis actos.– Rió, las mujeres se miraron para después tomar cada quien una morena mano entre las suyas.

–Gon...– Bisky dijo de forma maternal. –No has pensado que estés, embarazado.– Los grandes ojos marrones se abrieron aun más.

–A veces, aunque uses protección, sucede.– Palm complementó.

–Que graciosas son.– Alejó el agarre. –Pero, el celo fue de Killua, no mío, las probabilidades eran bajas ¿no?– Sonrió nervioso. –Aunque haya anudado, o algo así... ¿No?– La rubia negó.

–Así no funciona, Gon, cuando los omegas entran en celo obvio es más fácil que queden embarazados, pero, cuando un alfa dominante lo hace...–

–Es seguro que logre fecundar al omega, de lo que tú hablas son de los alfas normales.– El moreno tragó, sabía que Killua pertenecía a los dominantes.

–Bueno, no es tiempo para esto.– Sonrió. –Ustedes deben ir a ver a... ¿Los elefantes? ¡Y a mí los leones me esperan!– Las apartó con delicadeza para correr a su trabajo, un sudor frío lo recorrió hasta que llegó al recinto. Preparando las mamilas de los bebés que lo esperaban.

A de alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora