Nudo

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Su despertar fue suave, brindado de largas caricias sobre él.

Sus ojos marrones comenzaron a abrirse con delicadeza, el olor embriagante a vino inundaba la habitación de forma agradable, y no pudo evitar aspirar con fuerza al tener a quien lo producía abrazandolo, ronroneando cerca de su oreja y acariciando la piel de su espalda esperando a que despertara.

—Buenos días, Killua.— Besó su barbilla, el mencionado se estremeció para parar con sus actos, separándose un poco para poder ver la brillante sonrisa de su omega. Gon claro que estaba feliz de ver esos ojos felinos sobre él, viéndolo con cariño y lujuria mientras que su cara abandonaba lo blanco para conocer el carmín por el calor.

—Gon...— Se acercó a besar sus labios, siendo recibido de forma gustosa por el más bajo. Sí, había sido un egoísta por haber cambiado los supresores por un té normal con dulce de cereza, pero necesitaba asegurarse de que todo lo que lo atormentaba no fuera más que una ilusión.

—Killua, ¿Me quieres? ¿Quieres aparearte solo conmigo?— Dijo con un puchero aprovechando la debilidad del estado del otro por él. —¿O quieres a más personas aparte de mí?—

—Te quiero a ti.— Comenzó a destruir la fina pijama con sus uñas. —Solo a ti, Gon, te quiero, quiero, necesito...— No había duda, todo había sido algo extraño creado por su mente y por las coincidencias de su trabajo. Los alfas no podían mentir en cuanto a parejas sexuales en ese estado, si tienen tres o dos, desean aparearse con cada uno de ellos. "Realmente fui un tonto."

—Está bien...— Sonrió dulcemente mientras erguía la mitad de su cuerpo, quedando de rodillas. —Vamos a pasar muy bien tu celo.— Se subió encima de su pareja, asegurándose de que su trasero quedara en la creciente erección mañanera de quien no tenía nada en mente mas que su placer y necesidad del otro. "Le gusta que diga cosas sucias, a veces es extraño, aún no entiendo bien, pero debo esforzarme, dudé de él y lo debo recompensar de alguna forma."

—Killua...— Movió su cadera de atrás hacia adelante para frotar sus genitales, luego en círculos, notó que el bulto debajo de él se hacía más grande. "¡Genial!" Dio un movimiento brusco que les sacó a ambos un seco gemido. —Puedes estar dentro de mí cuanto quieras— Sus adorables ojos miraron con inocencia fingida al hombre debajo de él. —Mi interior se siente muy bien cuando lo haces, amo tenerte dentro.—

Tomó su playera para deshacerse de ella rápidamente, quedando con el torso desnudo. —También puedes morderme si lo deseas.— Pasó sus manos por su cuello dándolo como ofrenda, se dio cuenta de que fue aceptada cuando un gruñido se escapó de los labios del menor. —Me gusta que lo hagas, me gusta cuando duele a veces.— Bajó sus manos a sus pezones, aplastandolos entre sus dedos y luego masajeandolos. Los brazos del alfa se alzaron para tocarlo también, Gon no lo impidió y solo alejó los suyos. La pálida mano jugó, jalando un poco de ellos causando que el mayor soltara un sonoro gemido. —También si quieres poner mi pecho en tu boca me harías muy feliz.—

Apenas sus palabras terminaron sintió las grandes y finas manos llegar a su trasero para alzarlo un poco. El alfa se sentó, quedando justo a la altura perfecta, pasando su lengua por el pecho antes de tomar con su boca el lindo pezón del omega que se aferraba a su cabeza y hombros mientras sentía las manos masajear sus glúteos con delicadeza, y pequeña desesperación en ocasiones. 

Los ojos azules lo miraban exhalar pronunciados suspiros y gemidos, orgulloso de las piernas temblorosas del omega al pasar sus dedos por sus testículos y frotarlos sobre la pijama.

—Eres... Realmente genial.— Lo separó buscando un beso que el otro no dudó en tomar. —Pero creo que falta quitar esta molesta tela que aún tenemos y yo necesito ir por ¡Wow!— Su cuerpo fue puesto debajo, notó la mirada hambrienta y no pudo evitar sonrojarse. Amaba a Killua, también lo deseaba, y al verlo así, desesperado por él con calor a su alrededor, sabía que era mutuo. Tomó la punta del final de la pijama para alzarla, ayudando al alfa en trance a deshacerse de algo que ninguno de los dos disfrutaban. Con descaro hundió y besó los hombros del más alto mientras tocaba el marcado abdomen, sintiendo los leves temblores que producía debajo de sus dedos, para después volver a mirar esos ojos lujuriosos que esperaba siempre encontrar ahí cada seis meses.

A de alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora