Ojos de cachorro

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Siglo XIX

Si alguien le preguntara a Killua sobre como eran los ojos de Gon y éste respondiera sin mandarte a la mierda, entonces escucharías que para ese alfa esos ojos marrones eran como dos lindos soles, por ser cálidos y brillantes, y a veces peligrosos si miras de más. Soles que él necesitaba para vivir porque anteriormente le ayudaron a sobrevivir.

Por eso él estaba dispuesto a proteger esa mirada de cualquiera. Su vida por ella, e incluso su relación con el mismo omega.

Jamás pensó que la vida, cruel por existir, pondría a prueba su palabra.

—El día de mañana vendrán a reclutarte para la guerra.— Un alto beta de largo cabello negro bebió su taza de café, tan tranquilo como siempre era. —Estamos perdiendo, muchos de nuestros hombres y mujeres han muerto.— Sus ojos de noche muerta vieron a su hermano menor. —Ni siquiera los ricos estamos a salvo, ya no, padre se equivocó.—

—Illumi...— El albino dejó su té a un lado. —¿¡Cómo te atreves a informarme tan tarde!?— Estrelló su puño en la fina mesa. —¡Mierda! ¡Tengo que conseguir rápidamente una forma de huir de aquí con Gon! ¡También tú debes apurarte! ¡Nuestros hermanos!...— El delgado hombre frente a él tomó su puño impidiendo que se alejara y se alterara de más, aunque sabía que lo haría de todas formas porque la noticia no era de gracia.

—Killu, han cerrado todas las líneas de tren y cada ciertos metros hay policías vigilando que nadie escape.— Los ojos azules temblaron. —Los vuelos han sido suspendidos por no decir que han sido prohibidos.— Y su mandíbula se tensó. —Yo apenas me enteré de lo que sucederá porque Hisoka dijo que era momento de irnos del país, porque no le interesaba pelear por voluntades ajenas...— Una lágrima salió del de ojos negros. —El general Chrollo lo capturó y advirtió de lo que pasará.—

—¿Con qué propósito?— Volvió a tomar asiento.

—Advertir.— Illumi siempre había sido un hombre sin expresiones faciales, con una mirada sin esperanzas y abatida, y a pesar de que hablaba tranquilo su hermano podía notar el final de la vida en su voz. —Aquellos alfas y betas que se nieguen a obedecer serán castigados con la muerte de sus omegas y cachorros.— La mirada del alfa demostró desconcierto. —Porque si ellos no van a defender a la nación, la nación no tiene porque defender el linaje de alguien débil.— Tragó saliva. —Por eso matan a los omegas y a sus hijos, piénsalo, por el lazo los alfas morirán tiempo después, arrepintiéndose de su cobardía.—

—¿Qué mierda estás diciendo?— Claro que entendía, pero quería creer que era una retorcida broma de su consanguíneo.

—Que iremos a la guerra, y como están las cosas tal vez no volvamos.— Los dientes de Killua rechinaron. —Toda la familia Zoldyck será enviada al campo de batalla a excepción de Alluka, ella podrá permanecer con Gon así que deberías estar más tranquilo.— El menor tragó su llanto. —Como opinión personal considero que deberás cortar tu lazo con él para que sobreviva si no vuelves. Hisoka y yo no tenemos ese problema, afortunadamente soy un beta, pero ustedes dos son dependientes.— Se levantó de su asiento, consolando al alfa de la única forma que pudo, pasando su palma por su cabello dos veces. —Es algo tarde, creo que iré a mi casa para preparar mis cosas y dejarte preparar las tuyas.— El otro ni siquiera respondió mientras escuchaba los pasos de su hermano retirarse.

La mente del albino era muy ágil, suponiendo planes de escape y escondite, diversos escenarios en su cabeza aparecían, y no podía encontrar uno que lo sacara de aquella horrenda situación.

Ese día la suerte estaba siendo una mierda, porque al instante en que su hermano abrió la puerta para salir, la dulce voz de un omega iba entrando. Escuchó su plática, animada por parte de su pareja y monótona por la de su hermano.

A de alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora