Gruñido

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Se dice que el mundo ha cambiado, que ahora las manadas se habían transformado en comunidades, que los omegas ya no eran tratados de forma despreciable y los alfas se habían transformado en seres protectores y fieros. Con el paso de los años todas las castas se asumieron como "civilizadas" solo por ya no correr por los bosques, y ahora poder llegar a una casa caliente a descansar.

Eso era una mentira, y lo sabía porque su presencia y vida era la encarnada prueba de eso. 

—Joven Gon Freecss, me alegra tanto de que haya llegado a la montaña Kukuroo con bien.— Una bella mujer de cabello negro se le acercó, las ondas de su vestido rosado acariciaban el caro piso de caoba. —Soy Alluka Zoldyck, alfa de esta tierra, y usted sabe a lo que ha venido.— La matriarca se arrodilló frente al moreno, algunos presentes hicieron un sonido de desaprobación por la "humillación". —Por favor, mate al alfa salvaje que nos atormenta.— El cazador frente a ella frunció un poco el entrecejo por esa palabra, siempre estuvo en desacuerdo con usarla a pesar de que le enseñaron que así se les llamaba.

—Claro que sí señorita.— Le brindó una tranquilizadora sonrisa antes de colocarse su mochila, listo para marcharse. No le gustaba ser grosero, pero menos le agrada tratar con los clientes por el pensamiento que manejaban en ocasiones, aunque tampoco los culpaba de eso, y la matriarca parecía ser dulce sin importarle el estatus que su casta le daba. Aun así ya estaba decidido desde que esa palabra se le escapó de los labios a la joven dama y la gente a su alrededor lo había visto con desdén. Debía ir a hacer su deber.

Dio la media vuelta para la salida, siendo interrumpido por la pareja de la alfa. —¡Antes de irse!— La linda omega rubia le extendió una canasta. —Deberá comer, ha venido de muy lejos y ahora se va apenas el día empieza. Se enfrenta a alguien peligroso por nosotros, es lo mínimo que le podemos dar.— Sus ojos verdes lo miraron con pena. No supo si fue por los sonidos de su gente o por lo que supuestamente iba a vivir. —Lo lamento.—

—Tranquila. Es mi trabajo, además, no soy débil, no se preocupe por mí.— Tomó la pequeña canasta para guardarla en su mochila. —Sino entonces no sería un buen cazador, ¡me voy! ¡Gracias por la comida!— Dio un salto y comenzó a correr hacia la montaña al final del pueblo. Una vez estando ahí brindó un vistazo rápido a la obra natural. Toda la tierra se veía tan escondida y misteriosa, los árboles y la lejanía cubrían al dueño del lugar. Era un bello paisaje.

Relajó sus manos antes de comenzar a subir por el sendero que lo guiaría hasta cierta altura, preparándose. Se preguntaba cómo sería el nuevo alfa al cual tendría que cazar. "No te preocupes, pronto te sentirás mejor." Esbozó una gran sonrisa para empezar su camino.

Cuando se habla de que hay algo civilizado entonces se debe asumir que debe haber algo salvaje, aquello que perturba las nuevas normas, que se niega a aprender. En este caso, en ese mundo, la existencia de alfas salvajes era palpable para todas aquellas manadas ya educadas.

Aquellos incivilizados eran temidos por dos grandes razones. La primera era que sus instintos eran más prominentes que el de los demás alfas, olfato, caza, protección, al vivir en la naturaleza estos se habían agudizado. Y la segunda era que son muchísimo más fuertes que los "normales" de su casta. Que no estuvieran "educados" hacía esta mezcla peligrosa.

Un alfa no podía acercarse a otro de tal magnitud, claramente estaba en desventaja y en muchas ocasiones los que terminaban muertos eran los que la comunidad apreciaba. No eran accidentes raros, por eso, por lo común que era encontrarlos y la amenaza que representaba, se habían inventado los cazadores. Lindos y fuertes omegas que eran tanto la carnada como los asesinos para los salvajes.

Le gustaría decir que su trabajo surgió por gente valiente de su casta, lastimosamente fueron los llamados "civilizados" quienes comenzaron con esto, siendo los primeros en raptarlos y obligarlos a pelear al ver que sus enemigos dudaban más en matar ante sus ganas de aparearse. Muchos terminaron violados y enlazados, muriendo y así deshaciéndose del alfa que todos odiaban. 

A de alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora