Ronroneo Omega

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La noche llegó, el ambiente se había relajado, aunque nunca había estado realmente tenso entre ambos. Ciertamente al alfa le molestaba hablar de su pasado, no por quien fuera la otra persona a la que se lo contaba, sino por el hecho de recordar en sí mismo. 

Dolía; a veces más, a veces menos, dependía de lo que a su mente llegaba.

Además de que la rabia que crecía de él era intensa en ocasiones. En retrospectiva jamás pudieron capturar a los que controlaban aquel lugar, solo a unos cuantos  alfas que los ayudaban, esa no había sido justicia. Nadie le devolvería a su hermana nunca, y aún así quienes se la arrebataron se habían escapado. 

Pese a eso, y esa eterna frustración, él ahora tampoco buscaba cosas relacionadas con el lugar, eso había quedado atrás.

Su otro padre, Kurapika Kurta, se lo prohibió desde un inicio. Cuando tenía quince no lo entendió, ¿por qué no le dejaba ir con los investigadores para exigirles que trabajaran?, él quería justicia, la necesitaba. Pareciera que su padre no podía entender eso, ¿cómo era posible?, Kurapika sabía que él fue rescatado cuando lo iban a drogar en el bosque para influirle el celo y tener que aparearse. Iban a cometer una maldita violación en el lugar, ¿se le olvidaba eso? que él no era un chico "normal" por culpa de aquellos que quedaron libres.

Detestó tanto a su padre en ese momento que no pudo evitar gritarle algo de lo que hasta día de hoy se arrepentía. <<—¡Por eso un maldito omega jamás entenderá lo que siento! ¡Para ustedes todo es tan sencillo como abrir las piernas y dejarse llevar!—>> El golpe en su cara había dolido, pero incluso a esa edad comprendió que sus palabras habían ido demasiado lejos. 

Su hermana había sido una omega, ¿cómo pudo decir algo así cuando ella había demostrado quitando su propia vida que no era así? Se odió, porque él siempre pensó que el lugar no le había jodido lo que creía de los demás. A los quince años se dio cuenta que de cierta forma lo estaban convirtiendo en el alfa que querían que fuera y no lo notó.

Leorio luego le explicó un poco más sobre su padre, al parecer no eran tan diferentes. El Kurta de joven se había enfrascado en una  venganza tan arraigada que solo paró cuando la terminó por completo. Quedando con un cuerpo herido que cubría con bella ropa, siendo el único reflejo visible de lo acontecido el parche que portaba del lado izquierdo donde había perdido el ojo. <<—Nunca me quiso decir bien lo que sucedió, pero por eso Sunshine fue terco en traerte con nosotros—>>

En la actualidad entendía a su padre. Se notaba tan feliz a lado de ese alfa que juraría nada de lo que le contó solo a él había pasado, y ahora, él mismo reía a lado de un omega siendo más feliz que nunca. 

<<—La venganza no te va a traer paz, Killu.—>> Nunca pudo comprobarlo, pese a eso por fin la había encontrado.

—¡Deja de esconderte!—  Bufó a la par que corría con una almohada usada como escudo mientras su pareja poseía dos pequeñas almohadas en sus manos como ataque. Posicionaba sus puños con la intención de atinar un golpe, pero rápidamente era detenido por una inmensa masa que contraatacaba con toda intención de también golpear. 

El primero en dejarse tocar perdía la batalla, en eso consistía el absurdo pero divertido juego.

—¡Hey!— Una almohada pasó cerca de la pálida cara sudorosa del menor. —¡Dijiste que era sin lanzar!—

—¡Es cierto!— Salió detrás del sillón para disculparse, lastimosamente un impacto en su pecho lo hizo retroceder. —¡Hiciste trampa!—

—Yo no rompí las reglas primero, solecito.— Estrelló la almohada en el piso y se apuntó con su pulgar. —¡Killua Paladiknight gana la partida contra el tonto de Gon Freecss, y el público se emociona!— El mayor hizo un puchero de molestia para después gritar fingiendo ser una multitud mientras saltaba junto al otro, mañana pediría la revancha. Una vez sus risas y festejos habían finalizado el albino miró el reloj en su pared, era algo tarde, dentro de poco sería media noche.

A de alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora