Cuidados

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Le gustaban los abrazos, los abrazos se sentían genial, y después de toda esa actuación eran mejores. 

Gon sentía la mejilla de Killua contra la suya, restregándose una y otra vez como un pequeño minino demostrando afecto después de averiguar que realmente quiere a la persona. El moreno disfrutaba de esto, disfrutaba de los largos dedos del albino acariciando su cuerpo, ya no de forma pasional, si no con simple cariño. El calor se había disipado momentáneamente, internet tenía razón, dejarse llevar y divertirse no era malo.

—Te quiero mucho, Gon.— Besaba las mejillas que se inflan al sonreír. —Demasiado.— No solo él se había dejado llevar, al parecer el penoso alfa también había encontrado la forma de escapar de sus pensamientos que lo aprisionaban siempre.

—Aww, ¡yo también te quiero mucho Killua!— No entendía del todo ese comportamiento tan dulce que se podía oler en el aire a causa de las tiernas feromonas. Su sonrojo era pronunciado por esto, el menor nunca era tan directo en cuanto a palabras y contacto físico, pero no iba a desaprovechar la situación. Se sentía algo avergonzado, pero más querido que nunca. —¡Te amo! ¿¡Me amas!?— Sintió un peso en sus labios una y otra vez que le robaban suspiros y le brindaban más rojo al moreno.

—Demasiado.— Los suaves ojos marrones de Gon brillaron.

—¡Dilo otra vez!— Realmente el Zoldyck estaba más que consciente de lo que decía, era el mismo al que le explotaba el corazón al abrazar al mayor, y sentía que quería morir mientras revelaba sus sentimientos; pero sabía que hacer algo así era importante, tomarse un tiempo para salir un poco de esos papeles que apenas hacía unos minutos habían ejecutado, era lo correcto y necesitaba dejar una clara diferencia entre ellos.

—¡Te amo demasiado, idiota!—Su voz subió más de la cuenta, una pequeña risa y una dulce mirada fue brindada como respuesta. El mayor jamás juzgó sus sentimientos ni sus intentos de transmitirlos, porque el albino sabía que estos eran patéticos, seguramente se veía de la misma forma, pero lo único que hacía el mayor era tomarlo y abrazarlo, acercándolo más a su pecho permitiendo escuchar sus emocionados latidos.

—Me gusta mucho esto Killua... Pero tengo un pequeño problema...— Por primera vez en mucho tiempo sintió pena. —Me duele el trasero... Y las mordidas.— Oh mierda, si el Freecss se sentía un poco avergonzado, el menor quería morirse.

Rápidamente se levantó de la cama, desechó el condón usado de la forma correcta, se puso solamente su boxer, y corrió por la habitación buscando alguna pomada o crema que sabía el omega tenía en su departamento. Lo único que podía presenciar el chico con cabello en puntas era un rayo blanco buscar entre sus cosas sin saber qué pretendía encontrar. "Solo quería que dejara de tocar mi trasero, ¿qué está haciendo?" Una vez vio al albino con un bote de pomada siguió sin entender que quería.

—Gon, date la vuelta.—

—¿Eh? Estoy algo cansado para volver a hacerlo, Killua.— "Tal vez después de comer."

—¡¿Ah?!— Su cara explotó en rojo. —N-no es nada de eso, tonto, solo debo curar tu trasero.— Volteó la cabeza intentando esconderse. —Es mi culpa, por eso voy a cuidarte.— "Es tan lindo cuando hace eso." El Freecss acató la orden, destapando su parte baja y dejando su roja piel al aire, el Zoldyck, para evitar que el otro hiciera algún comentario, se acercó por su costado, sentándose con sus rodillas sobre el colchón. —Es probable que ponga más de esto después.— Pasó la pomada por la zona y el omega suspiró con alivio, se sentía tan bien el frío en el ardor. "Podría hacerlo por mí mismo." Acomodó su cabeza en sus brazos, observando por el rabillo del ojo la sonrojada cara del alfa que miraba con seriedad su trabajo de cubrir todo lo acontecido. "No, quiero que lo haga él." Sonrió embobado. Ahora que lo pensaba, el menor siempre lo cuidaba de alguna forma.

A de alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora