Faltan diez minutos para llegar al aeropuerto y hace un frío de cojones. Visto con sudadera azul, jeans, botas y sobretodo negro junto con un gorro de lana. Parqueo el auto y bajo de él, los dientes me castañean del frío y me adentro en el establecimiento. El Ezeiza esta a reventar de gente como de costumbre y aunque siempre viajo por este aeropuerto nunca olvido la sensación de la primera vez que llegué aquí: una libertad mezclada con alegría y remordimiento, sentimientos que me hacían llorar o reír a toda hora.
Recuerdo que las personas aprovechan estas fechas invernales para viajar al norte de vacaciones, contradicciones de vivir en el sur. Subo a la tercera planta entre la multitud de gente y golpeo la puerta de la oficina de seguridad.—Hola, Olivia —abren la puerta y me dedican un abrazo que acepto por educación y termino pasando.
—Hola, Kevin —tomo asiento frente a su escritorio.
—¿Cómo estás?
—Bien. ¿Y tú?
—Mejor ahora que recibo tu visita.
Toma asiento frente a mí, detalla mi aspecto y yo hago lo mismo con el suyo, es un hombre muy guapo, alto, castaño, con un físico impresionante por su oficio y de ojos marrones; tuvimos algo cuando empecé la universidad en Buenos Aires, es el hermano mayor de Esther y mientras estábamos estudiando él trabajaba como guardia de seguridad de una empresa muy cercana a nuestra residencia.
Han pasado casi dos años desde nuestro último encuentro no amistoso, por así decirlo, sin embargo continuamos viéndonos por tener a la pelirroja como lazo.—Y bien, ¿trabajas en Operador 103 —pregunta entre comillas —, o ya se te fue la idea de la cabeza?
Río por lo bajo.
—Estas hablando con su nueva periodista, persona que ahora mismo esta en representación de hacer el documental de la aeronave caída hace diez días. —extiendo la mano en señal de presentación —¿Se te olvidó que todo lo que quiero lo consigo?
Kevin se queda con ojos como platos antes de devolver el gesto.
—Felicidades —acomoda su traje.
Observo la oficina, su escritorio y aspecto, no puedo negar que es apuesto, me lo follaría tal vez, pero no, eso implica que insista para que tengamos algo formal, pacto que nunca voy a aceptar.
—Como ya dije, también vine por trabajo —informo.
—Vale.
—Necesito hablar con el representante de la aerolínea del accidente.
Suelta una carcajada corta llena de ironía.
—¿Qué pasa? —digo extrañada.
—Será imposible, hay millones de periodistas tratando de hacer lo mismo, debiste venir el mismo día del accidente.
—Me importa una mierda si el resto no puede entrar, eres el puto jefe de seguridad de este aeropuerto, haz que entre.
—Corres riesgo de que te maten —resalta con gracia.
—Ya lo han intentado y no funcionó.
—Eres tan obstinada.
Sonrío cuando finalmente toma las llaves de la oficina y carga su arma metiéndola en la funda que carga en su cinturón. Ambos salimos de la oficina y subimos a esa planta, la sala está a reventar de periodistas y camarógrafos. Tengo entendido que dicho piso se le ha asignado a los representantes de las aerolíneas que tienen contrato en Buenos Aires.
—¿¡Cómo cojones vamos a pasar entre esa gente!? —espeto con los ojos abiertos al ver a semejante multitud.
—Solo no hables —mira por encima de las personas y me toma de la muñeca arrastrándome entre la multitud.
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Euforia +18
RomantizmUn pasado traumático unido a la llegada de un hombre hecho para marcar la diferencia, suelen ser factores que influyen en la vida de Olivia Burque. Ella no ama, no siente y tampoco se esfuerza en ello, su único objetivo es vengar la muerte de un ser...