15

17 4 5
                                    

Las transmisiones en vivo de nuestro canal me están agotando, ya son las dos de la mañana y solo nos encontramos Spencer, el equipo de grabación y yo; entre cada noticia que doy hay un documental de diez o quince minutos por lo cual tengo algo de tiempo para descansar. Spencer Edward se ha dedicado esta noche a calificar mi trabajo como locutora, pero no me esfuerzo mucho por hacer el más estelar de los trabajos ya que el perro me ha dejado agotada hoy, me hizo caminar y trotar por todo el vecindario que en parte me sirvió para conocer el lugar donde estoy viviendo, a esto se le suma un dolor molesto en el vientre de hace casi dos horas que me impide levantarme así que doy todas las noticias sentada tras la enorme mesa, hasta que en el tiempo de descanso me levanto para ir al baño y es entonces cuando el olor metálico de la sangre me inunda el olfato proveniente del interior de mi ropa.
El subconsciente traiciona.
Me repito mentalmente cuando comienzo a avanzar mientras mi jefe me detiene delicadamente.

—¿Te sientes bien?

—Sí, es solo un pequeño dolor.

—¿Segura? Estás pálida —habla con tono preocupado.

—Estoy bien, puedo terminar la emisión.

—Vale.

Le sonrío y con pasos pequeño voy al baño y el rostro pálido que veo en el espejo denota el intenso dolor que siento, una fina capa de sudor frío me recorre el borde del labio superior y parte de la frente. Me bajo las bragas y al sentarme noto una gran cantidad de sangre en ellas, el dolor no cesa y la posición que adopto hace que el interior del vater tome un intenso color carmesí de las incesantes gotas de sangre que bajan desde mi interior, el olor metálico aumenta y eso me hace sentir congestionada dentro del cubículo, respiro profundo tratando de sentirme mejor pero lo fuerte del dolor junto a la sangre me hacen sentirme mareada.

—Spencer —lo llamo casi sin fuerzas ya que siento que he soltado toda mi energía con solo caminar hasta aquí.

Siento la puerta abrirse y lo miro pidiendo ayuda con la mirada.

—¿Qué pasa? —indaga sin querer mirarme directamente por el descubierto que tengo.

—Llévame al hospital —le pido cuando el ambiente se me torna extremadamente caluroso, apretado y movedizo.

Me levanta sujetándome por debajo de los brazos para ayudarme a caminar, pero las piernas no me dejan moverme, no tengo fuerza y siento que me desplomo aquí mismo del dolor junto a lo asfixiante del sitio.

—¿¡Olivia qué te pasa!? —pregunta desesperado mientras la boca se me llena de saliva gruesa y no puedo responder hasta que logra sacarme del baño cargándome

—¿Spencer, qué pasa? —pregunta uno del equipo de producción.

—Tengo que llevar a Olivia al hospital.

—Pero la emisión no ha acabado.

—Pon más documentales, has lo que te de la puta gana y llama a Andrew, dile que tiene que estar aquí antes de las tres —su voz se oye demasiado alto para mis oídos.

—Bien.

Con un mareo que no logro enfocar ningún objeto Spencer me deja en su auto tras salir de la empresa. Los ojos se me cierran y no logro mantener la estabilidad en el asiento del copiloto mientras el dolor aumenta y siento como la cara interna de los muslos se me llena del líquido caliente y de olor fuerte.

—¿Olivia?

Quiero hablar pero la desorientación no me deja, tengo mucho calor, hiperventilo bajando la ventanilla y tomando algo de aire fresco que solo me hiela la cara empapada de sudor.

Euforia +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora