Euforia +18

28

A veces salir de viaje de manera espontánea no viene nada mal, sobre todo cuando envés de recibir un feliz cumpleaños al levantarme lo que leo son letras en turco recordándome que tengo un pasado que forma parte de mí. Pero no quiero pensar en ello ahora, quiero aislarme de toda esa repugnancia que siento y de todo el odio que destilo por los poros y para eso solo tengo una solución: tener sexo con Adam.Y después de acabar en la cocina y de habérmelo follado dos veces encima de la mesa de elaboración, bajo sin cubrirme el cuerpo desnudo, solo saco de mi bolso un cigarrillo y lo enciendo, porque aún no sé porque pero el de después de coger siempre es mejor que el resto de los cigarrillos que te fumas en el día. Sin embargo Adam no es de fumar, sino de beber y toma un trago de coñac que saborea dejándome el alcohol en la boca cuando me besa a la vez que exhalo el humo del cigarro dejando que él lo inhale. Estamos de pie en medio de la sala de estar y no sé si es que me lo acabo de tirar, el calor que brinda la chimenea en llamas o que estoy fumando hierba y no un cigarrillo común, pero dejo que ponga las manos sobre mis caderas mientras paso las mías al rededor de su cuello cuando termino de inhalar el cilindro estrecho, apoyo la cabeza en su pecho tatuado y me deleito con la tinta y la musculatura firme. Tal vez se deba al agotamiento emocional e interno que tengo desde esta mañana o desde hace cinco años, pero justo ahora lo único que me apetece es relajarme con él, porque cuando me tiene tomada de la cintura me siento bien y de a poco me va trasmitiendo la paz mental que nunca tengo.

—¿Te gusta? —pregunta mirándome directamente.

—¿El piso, el cigarrillo, tu coñac, el viaje o el polvo de la cocina? —bromeo interponiendo un poco de distancia.

—Si a todo me dices que sí, voy a quedar mucho más satisfecho —me jala otra vez contra su cuerpo y sonriendo ligeramente me arrimo, rozando solo sus labios.

—No —concluyo con mi tono de voz cortante.

—¿Por qué?

—No lo sé, pero si digo que sí, tú estarías ganado y no puedo dejarte.

—Eres insoportable.

Me toma de la muñeca y me jala hasta adentrarme en otra habitación la cual cumple con el prototipo ya conocido de sábanas negras encima de una cama enorme, la habitación es amplia, con espejos, vestidor enorme y el cuarto de baño que queda cerrado a un lado, pero me lanza sobre la cama y quedando de frente a lo que sería el techo, solo veo un cristal que me deja ver el cielo naranja con nubes amarillentas indicándome el inicio del fin de la tarde. Es precioso, todo el techo de la habitación es de esta forma y el cristal está tan limpio que parece que no hubiese nada.

—¿Esto si te gusta, cierto? —pregunta acostándose a mi lado y doy una última calda al cigarrillo.

  Asiento extasiada en el ambiente tan cautivador que me acoge. Toma un control que hace que parte del cristal se eche a un lado y quedamos expuestos al frío de la tarde, los pezones se me endurecen y la piel se eriza. Enciendo otro cigarrillo, miro como pasan pocas aves y como la intensidad del amarillo aumenta a medida que pasa el tiempo. Ambos nos quedamos en silencio, él bebiendo y yo fumando, es extraño que los dos estemos sin ropa sobre la cama sin follar, pero es tranquilizador como se ve la tarde desde este punto. Estar así me hace olvidar, anexarme a las aves que pasan y alejarme de mi mente, no obstante no lo logro del todo. Si ella ya no respira, él tampoco tiene derecho a hacerlo, pero le quiero, no lo amo; el amor es un sentimiento sano, sincero, sin ataduras, odio, rencores, ni deseos de matar a dicha persona. Estoy atada a su recuerdo, enamorada de un hombre que se esfumó hace mucho, del que podría ser el padre de mi progenitor, de quien estuvo conmigo al inicio de mi juventud y juntos disfrutamos de muchos momentos lindos que solo eran la cobertura de toda la mierda que se venía luego.