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Adam

Lo saludo con una sonrisa cínica aunque no puede verme y el nerviosismo del hombre atado se hace notar cuando comienza a hacer movimientos bruscos que le lastiman la piel y a gimotear.

—Si no quieres terminar lleno de rajadas mejor quédate quieto —paseo el cañón por la frente.

Se queda tranquilo pero mueve la cabeza de un lado a otro como si de esta manera consiguiera ver algo.

—¿Comienzas tú? —me señala cuando carga su pistola haciendo que el sonido producido haga que el hombre grite pero que solo se oigan ruidos sin sentido.

Me atormenta tanto gimoteo y jadeo que no venga de la boca de Olivia, paciencia Adam, la gente asustada suele ser imbécil.

—Te voy a contar a una historia, es muy bonita, prometo que dormiras como un bebé hoy —le hablo muy bajo. —Había una vez una chica, la cual se perdió, y la vimos entrar en una casa como esta hace dos meses para luego no salir o por lo menos no en su coche, luego dos personas muy interesadas en ella vienen a ver que cojones pasa, porque si eres una persona inteligente entenderás que eso no es normal.

Isaac no despega la mirada de la cabeza del hombre y siento que le va a volar los sesos en cualquier instante, su mirada se muestra intranquila y nerviosa.

—Esos hombre encontraron a un tío en ropa deportiva, lo ataron a una silla llena de cuchillos, la historia tiene un final abierto, de esos que puedes imaginar tu mismo lo que sea que haya pasado, tú puedes aportar tu versión de la historia, ¿te parece bien?

Asiente sin pensarlo y la respiración intranquila hace que el pecho suba y baje de forma incesante.

—Bien. Opción A: me dices que sabes de Silver Dobson u opción B: te vas a hacerle compañía a Trevor Fustter en donde sea que esté, pero te aseguro que se encuentra en el plano paralelo donde la gente ya no respira.

El chico traga en seco y me acerco para quitarle de un golpe que le jala los vellos de la cara, la cinta que tenía pegada a la boca

—Tienes cinco minutos —advierto mirando el reloj.

—Yo...yo no sé quien es esa mujer, yo no conozco el nombre de nadie de aquí.

—¿De aquí?

—De nuestro apartado.

—¿Apartado?

Asiente persiguiendo con su cabeza mi posición según mi voz. Miro a Isaac y se encuentra más desorbitado que yo, entra en desespero cuando comienza a echar las hebras rubias hacia atrás.

—¿De que va vuestro apartado?

—Armas, tráfico de armas —trago en seco, no quiero pensar en que coño nos estamos metiendo porque esto es demasiado.

—¿Qué tiene que ver Silver con esto?

—Ya dije que no sé quien es esa chica —se retuerce impaciente y su tono de voz se quebranta.

—¿Entonces cómo cojones se llaman?

—Números, nuestros números, nuestras iniciales.

Miro a Isaac y está analizando al igual que yo, mientras mi mente trabaja a mil ideas por segundo. Le hago seña a Isaac de que se pare a mis espaldas mientras yo estoy detrás del hombre atado; saco el móvil para seleccionar una foto de la chica rubia, le alzo la corbata de los ojos para que pueda ver la imagen un par de segundos sin poder ver quién somos y luego vuelvo a cubrirle los ojos.

—Ella...ella es la...la —tartamudea y me desespera.

Paso el cañón de la pistola hacia la entrepierna y veo que tiene la intención de gritar pero le pido la otra arma a Isaac y este me la da para clavarle el cañón en la boca.

Euforia +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora