Una sensación poco usual me recorre, cosquilla desde mi entrepierna hasta mi boca. Quiero respirar profundo pero no lo logro, las piernas me tiemblan y me quedo de piedra.
¿Nervios? ¿Emoción?
No, no puedo, no me lo permito.Los hombros anchos se ven cubiertos por un sobretodo negro y una camisa blanca sin corbata que me altera, los pantalones se le ciñen a las piernas y el cabello ligeramente desordenado ligado al azul fulminante me desesperan.
—Feliz cumpleaños, trigueña —su mano de áspera textura y tosco tamaño me agarran la nuca para pegarme a sus labios, se encuentran tibios en comparación con el clima que hay fuera y sus movimientos son suaves y dulces.
Su lengua hace estragos en mí haciendo que me moje las bragas debido a dos cuestiones, primero: llevo muchos días de abstinencia y dos: no quiero decirlo pero..., es él y su mera presencia hace que me humedezca, no puedo evitarlo como tampoco negarlo más. Esta vez su mano baja hasta mi cintura y con un ligero movimiento de forma sugerente hace que me pegue a su torso, es jodidamente adictivo estar cerca de su cuerpo. Extrañaba tocarlo. Me suelta y brinda el ramo de rosas, es precioso, incluso más lindo que el que me han regalado mis compañeros de trabajo, las rosas blancas son mis favoritas y ligadas con rojas se ven encantadoras.
—Gracias —susurro mirando el ramo.
Las dejo sobre la mesa y él viene hacia donde estoy sin soltarme la cintura.
—¿Te gustan? —pregunta abrazándome otra vez.
Asiento y le devuelvo el abrazo, un abrazo sincero, sin frenos y con la calidez que lo caracteriza, no quiero hacerlo pero honestamente a veces es bueno asumir un poco el momento en vez de pensar en lo que haría con la cabeza fría.
—¿Cómo sabías de mi cumpleaños? —pregunto y él saca esa sonrisa pícara.
—Lo sé todo de ti, trigueña —vuelve a atrapar mis labios.
Su manera de besar es como la que nunca uso, suave, pausada, como cuando quieres disfrutar cada puto centímetro de su boca, de su fragancia y yo paso las manos por el cuello disfrutando del ancho de su espalda y la dureza de los músculos. La loción de afeitar ligado a esa fragancia masculina hace una combinación incomparable y nunca antes encontrada en un hombre. Me ajusta la cintura fuertemente y no lo suelto, pero oigo susurros que me impacientan. Miro hacia la puerta y tengo a la puta empresa mirando, Spencer, Hera, Andrew, Arisu, Cristal, Matt, Milena y a la recepcionista de la planta baja.Todos están sonrientes y lucen cara de divertidos, como cuando vez una película de comedia. Me avalancho a cerrar la puerta, pero Adam me detiene tomándome del brazo con fuerza.
—No tengo ningún problema con que lo sepan —la voz ruda hace estragos en mí.
Me giro para fulminarlo con la mirada y le susurro.
—¿Saber qué? No hay nada —aclaro y las palabras llegan a oídos de mis compañeros los cuales hacen muecas.
Él no contesta, sino que me toma la delantera y se va a presentarse con Spencer.
¿Pero qué coño hace?
—Ya habíamos hablado antes —le dice y mi amigo le estrecha la mano con su cara de profesional y no de tipo divertido.
—Ya nos vamos, solo no creíamos que estuvieses aquí —aclara y yo les señalo el pasillo para que se larguen.
—No hay problema, mi presencia acá será cada vez más frecuente —su tono de voz elegante me aturde los oídos cuando oigo sus palabras.
Todos se sorprenden por lo dicho y yo solo pido que la Tierra lo trague, hasta que sencillamente opto por con una sonrisa hipócrita decir adiós y cerrar suavemente la puerta de mi oficina.
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Euforia +18
RomanceUn pasado traumático unido a la llegada de un hombre hecho para marcar la diferencia, suelen ser factores que influyen en la vida de Olivia Burque. Ella no ama, no siente y tampoco se esfuerza en ello, su único objetivo es vengar la muerte de un ser...