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Han pasado cinco días desde mi visita al bar, Aytana y Esther dicen que aún les duele la cabeza de la resaca, exageradas. Mientras Karol comunica que todo va fenomenal en Colombia, que dentro de poco partirá a México a continuar su trabajo.
La mañana siguiente de la salida con mis amigas, mi hermano menor llamó como había prometido, ya ha comenzado a asistir a la escuela nuevamente, o como él la llama, la cárcel. En un par de semanas será el aniversario de mis padres y aunque no pueda estar allá con ellos celebrando sus 28 años de casados, mi hermano hará el trabajo por mí.
Con lo referente a mi trabajo no he podido hacer nada más, OACI, la empresa que investiga las causas de caída de un avión ha negado la entrada de cualquier trabajador de la prensa, pero tengo mucha esperanza en que de alguna manera pueda infiltrarme y sacar algo de información, se que no es mi labor hacer de Sherlock Holmes, pero un periodista nunca ha de conformarse con información básica, sino que debo de encontrar testigos y declaraciones extras. Hoy en la mañana recibí una notificación de Adam dejándome saber que ya podía pasar por el hospital, un mensaje sencillo pero sumamente importante. Por otra parte me resta decir que a duras penas y con desmedido esfuerzo puedo sacar de mi cabeza lo que pasó en el bar. Esa habitación ha presenciado como por primera vez no tuve que mover un dedo para que ese hombre, que aunque apenas lo recuerdo, me hiciese sentir rara. Demacré mi integridad por completo teniendo sexo por sustitución, ¿en qué estaba pensando?
Ahora espero a la llegada del ascensor, Adam dijo que bajaría a buscarme, no sé a que planta debo ir, no sé si ir a su consulta o a otro lugar. Mi vestido de primavera entallado en la cintura, los rizos que caen por toda mi espalda, el iris verde de mis ojos que se ha aclarado con el sol mañanero y los tacones hacen que mi estatura sea esbelta y considerablemente atractiva. Por fin el ascensor llega, las puertas se abren, su porte y figura no dejan de deslumbrarme. Nunca me ha gustado ir a un hospital excepto ahora, nunca un médico había lúcido tan sexy con su bata blanca, a excepción de este hombre. Sus ojos azules impactan con los mios, su cristalinidad y la combinación con ese pelo casi negro hace recordar el porqué en el bar escogí a un hombre con sus características, estas lo hacen muy singular. Sus ojos recorren todo mi cuerpo, una sonrisa torcida hace ademán en su rostro, haciéndolo parecer aún más intrigoso.

¿De qué se ríe?

Doy un paso hasta quedar a su lado

—Buenos días, Olivia.

—Buenos días, Adam.

—Estas preciosa —insinúa.

—Gracias —respondo con indiferencia.

Las puertas del ascensor se cierran y él marca un determinado piso que no me molesto en observar. No hablamos, no decimos nada, mi mirada fija en la puerta y la de él clavada en mí. Diría que es incomodo que un hombre te mire directamente sin ningún tipo de preámbulos, pero mentiría si digo que he escogido este vestido simplemente porque me gusta, suelo provocar.

La impaciencia me carcome, el ascensor va cada vez más lento y comienzo a sentirme amarrada aquí dentro, las mejillas empiezan a incendiarse cuando ya no marca el número del piso, las luces parpadean y esto comienza a despertar mis miedos. El ascenso se detiene por completo, de una manera brusca haciendo que me sostenga de Adam con extrema fuerza, el corazón me galopa a mil pero apoyándome en las paredes internas de la maquinaria trato de no perder la calma. Las luces vuelven, pero estamos encerrados aquí, sin que este aparato de mierda se mueva. Me muevo al panel y aprieto el botón de emergencia repetidas veces hasta que deduzco que haya hecho efecto y que pronto pueda salir de este ascensor atascado o lo que sea que haya pasado. Me mantengo apoyada mirando al techo a la espera de algo, pero pasan cinco minutos en total silencio y no oigo nada.

—¿Eres siempre así de callada? —suelta el hombre que se encuentra diagonal a mí.

—Suelo usar la boca para cosas mas útiles —el comentario lo deja con una ceja enarcada, mientras que entre risas ligeras vuelve a hablar.

Euforia +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora