La cordura me falla en recordar cuanto tiempo a pasado, ni porque me duele tanto la cabeza, pero al abrir los ojos me veo atada a una silla, sola y en algún lugar oscuro. Un pitido insoportable me taladra los oídos y esto unido a las voces que vienen de otro lugar, aumentan el dolor que tengo en uno de los costados de la cabeza, siento un intenso hedor a sangre, ese olor metálico indeseable que no logro saber de donde proviene. Las piernas atadas y las muñecas unidas a la parte trasera de la silla me dejan inmóvil, las voces se oyen distorsionadas y adapto la vista para mirar a mi alrededor en la oscuridad. Estoy en un sótano o eso creo, una escalera de madera que sube, da paso a una puerta por la cual entra una fina línea de claridad.
—La matas tú o la mato yo —oigo voces gruesas hablando en ese repugnante idioma y se me hiela la sangre, dejo de respirar por un instante cuando veo que las voces son cada vez más claras y por debajo de la puerta se nota la presencia de dos persona —Nos vio.
—Decidiste abrir la puerta.
Continúan discutiendo y yo no pierdo un segundo más cuando comienzo a buscar a mi alrededor algo con lo que auxiliarme.
—¡Nos vio! No podemos dejarla viva —repite.
—Él viene dentro de veinte minutos.
La algarabía de los dos hombre que hay arriba es agobiante por lo que aumenta mi dolor de cabeza, no se cohíben de gritar cosas en turco que procuro no oír para que su acento no venga a mi mente, los recuerdos no vuelvan a hacer estragos en mí y no flaquear ahora, aunque la ira y el desespero me corroen. Comienzo a moverme aprovechando el bullicio y caigo de espaldas haciendo que la silla se quiebre, me veo en la necesidad de estamparme contra el suelo más veces moviéndome de manera brusca hasta que la madera se vuelve más flexible y logro tener los pies libres. De las manos no puedo decir lo mismo, pero no me detengo, las voces tienen una ardua discusión por saber quien se encargará de mí o que tipo de explicación le darán a alguien, así que rápido me siento en el suelo con las rodillas flexionadas y paso los brazos por debajo de las piernas en un intento que me deja los músculos estirados y provocando un leve dolor en la clavícula y omóplatos, pero logro hacer que las muñecas atadas ya no estén a mis espaldas, sino frente a mí, para de esta forma quitando la mordaza que me impedía emitir sonido, zafo con los dientes la cuerda que me ajusta las muñecas de forma dolorosa. De manera inconsciente el acento me taladra en los recuerdos y trato de hacer oídos sordos a lo que dicen, no por oír más de una vez el desespero por matarme, sino porque imagino que él ordenó su muerte de la misma forma, en el mismo idioma, incluso con palabras similares. Busco en el bolsillo interior de mi chaqueta, aún conservo mi móvil y llaves del auto, tomo el primer mencionado para alumbrar, en búsqueda de algo con lo que defenderme, no sé si logre algo, pero por lo menos tengo que intentarlo. Hay varias láminas de metal pesadas, tomo una de ellas y me poso al costado de las escaleras de madera cuando los oigo hablar otra vez.
—Içeri giriyorum.
Quiero respirar profundo, pero no puedo, apenas tomo pequeñas bocanadas de aire que junto al dolor de cabeza me hacen el cuerpo pesado y lento. Concéntrate, aquí no hay pendejadas que valgan, al final no tengo nada que perder, mi único motivo para estar viva es matarlo, una vez muerto me da igual lo que pase conmigo. El corazón me va a mil por hora y daría lo que fuese por que Danna Corter hubiesen tardado un poco más hablando de sus nietos y yo tal vez no estaría en esta situación.
La puerta se abre y uno de los hombres baja, mira con la linterna hacia donde yace la silla destruida y me lanzo de forma silenciosa contra él, pegándole con el metal en la parte trasera de la cabeza, el filo de la lámina lo deja sangrando y quiero pensar que es solo un golpe fuerte. Le quito el arma que traía en la mano y tras cargarla subo las escaleras cuidadosamente, cierro la puerta del sótano y la casa con piso de madera es amplia, diría yo que demasiado, oigo un disparo que me pone alerta y aunque no sé que cojones está pasando me muevo en busca de la salida. Avanzo a paso acelerado pero tratando de no hacer ruido, atravieso la cocina y antes de que pueda continuar veo a dos hombres luchando, pegándose de forma insistente y ya no sé quien es el villano de los tres, porque me incluyo, me volteo buscando otra salida, pero antes de que pueda el calor de un objeto rozando mi brazo izquierdo me hace soltar un quejido. Me miro y creo ver sangre por todos lados, en mi ropa, manos, en el brazo y como la bala deja una rajadura doliente en mi piel. Volteo a ver, y uno de los hombres que peleaba es quien tiene el arma en la mano, pero tambalea, se estremece poniéndose anoréxico, unas manos pálidas le acorralan el cuello y aunque la vista nublada me cohiba de observar a detalle me parece ver a...¿Isaac?
La sangre comienza a llegarme a la punta de los dedos y aunque la herida es bastante superficial duele e incluso quema. Noto como el rubio lo deja tirado en el suelo cuando con una sartén de la cocina le pega en la cabeza, esto unido a la falta de oxígeno lo deja en el mismo estado que yo he dejado al otro tío en el sótano. El otro hombre que peleaba contra él no está, y mi mirada lo busca para acabarlo o saber por dónde debo huir, pero el agarre fuerte del brazo herido me hace gritar y me giro de forma brusca alejando con una patada a quien sea que está a mi espalda, le apunto con el arma en el entrecejo y si antes me fallaba la cordura, ahora he llegado a mi límite. ¿Qué es esto, un mundo donde aparecen dobles de todos los personajes?
Adam no se fija en que le estoy apuntando sino en todo mi aspecto.
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Euforia +18
RomanceUn pasado traumático unido a la llegada de un hombre hecho para marcar la diferencia, suelen ser factores que influyen en la vida de Olivia Burque. Ella no ama, no siente y tampoco se esfuerza en ello, su único objetivo es vengar la muerte de un ser...