Capítulo 15

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C. 15: Aferrarse al pasado
Violetta se aferraba a los hombros de mi camisa, mientras con lentitud probaba mis labios, un beso tan real que me hacía falta desde hace tiempo.
Hasta qué, interrumpiéndolo, la argentina me tomó del rostro y se apartó velozmente.

-No puede ser...-se llevó las manos a la boca-No puedo creer que haya hecho eso, Diego, lo siento tanto...

Algunas lágrimas incontenibles caían por sus mejillas, irritando sus bellos ojos.

-Soy la peor persona, la peor amiga y la peor dama de honor del mundo...

-No, Violetta, eso no ha sido tu culpa...

-¡Sí, sí la ha sido!-exclamó furiosamente-Todo el tiempo me dejo llevar por mis impulsos, ha pasado ahora, pasó también en el sueño...

-¿Sueño? ¿Qué sueño?-intrigué.

-N-nada, nada...-alzó la vista, aún entre mis brazos-Lo que digo es...vos tenés que detenerme cuando haga este tipo de cosas, Diego, tenés que hacerlo...

-Pero es que no ha sido completamente tu culpa...

-¡Sí! ¡La ha sido!-se separó de mí, limpiándose el maquillaje corrido del lagrimal-Yo fui la que te besé, yo soy la responsable.

-¿Y quién ha dicho que yo quería detener ese beso?-solté, descargando el enorme peso que me oprimía el pecho.

Violetta se quedó callada, mirándome fijamente.

-Espera, vos...¿querías besarme?

Seguido de un silencio incómodo, el tono de llamada de teléfono nos irrumpió totalmente.

-¿Sí?-atendí, esperando a escuchar la voz de Francesca al otro lado de la línea.

-¿Amor? ¿Estás en casa?-preguntó la italiana-Es que estoy abajo esperando a Vilu, ¿ya fue a buscar lo que necesitaba?

-Eh...sí, sí, ya lo tiene, no te preocupes, ya se dirige contigo...

-Mmm, bueno.-se encogió de hombros-Te llamo cuando vuelva, te quiero.

-Y-yo también.

En cuanto me di la vuelta para continuar la conversación pendiente que tenía con mi ex-novia, pude ver que ya pensaba irse.

-¡Violetta! ¿Adónde vas?

-Diego, es más que obvio.-manifestó con un nudo en la garganta-Estás plenamente enamorado de Francesca, y no pienso arrebatarles lo hermoso que tienen. He tomado una decisión...

-¿Y cuál es esa?-cuestioné, con temor en mis palabras.

-No iré a la boda. Lo siento.

Dicho esto, Violetta salió corriendo y se perdió en el ascensor.

Genial, perfectamente genial. Lo que menos necesitaba en este momento, lastimar a mi novia. Sabía que si se enteraba que Violetta no asistiría a la boda enloquecería. Aunque tampoco quería incomodar a ésta, pues tenía bastantes motivos para sentirse extraño en cuanto a la idea de casarme con su mejor amiga.
Era un tonto. Un auténtico tonto.

***
-Diego...-gemía continuamente Violetta, mientras se movía rápidamente encima mío. El efecto del alcohol se le había pasado hace ya algunos minutos, y sin embargo ahí estaba ella, dejándose llevar por la pasión.

Y ahí estaba yo, dejándome llevar también. No podía quitarme aquel pensamiento de la cabeza, de que todo esto estaba mal y que no debí haberme aprovechado de su estado de ebriedad para conseguir lo que quería. Pero ya había roto con León, y yo estaba soltero, así que moralmente no era del todo incorrecto.

Sentía su piel desnuda vibrar, mientras mordía tiernamente su cuello. Habíamos salido del sofá unos minutos atrás, y ahora estábamos prácticamente en el suelo de la sala de estar. Pero no nos importaba, en lo absoluto.

Aún recordaba aquella fría y tranquila noche, de hace ya tres años. Vaya, tres años desde que lo había hecho con Violetta, y aún así podía recordar el sabor de sus labios absortos en la tentación.
Tres años. Tres años.

-T-te amo...-murmuró ella, al caer rendida y acurrucarse junto a mí.

-Yo te amo aún más.-suspiré, dándole un beso en la frente y rodeándola con los brazos.

-¿Sabés?-prosiguió ella-Hace poco tiempo, León y yo hablamos sobre tener una familia...pero yo estoy más que segura, que si algún día llegara a tener hijos, tendría tus hijos.

Me volví hacia ella, contemplando el brillo de sus ojos al relatarlo todo.

-Y bueno...-respondí quietamente, tomándola de la mano-algún día me gustaría ayudarte con eso.

***
Al verla llegar, corrí hacia ella. Le di un beso en el lóbulo de la oreja, y luego otro en la mejilla, otro en la frente, y finalmente un apasionado beso en los labios. Al besarla con tanto ánimo, sentí la comisuras de sus labios extenderse y formar una bella sonrisa.

-Te quiero, mi princesa italiana.

-Y yo te amo, mi caballero español-rió, imitando mi tono.

-Hablo en serio, eres lo mejor que me ha pasado. En toda la vida.-la abracé con fuerzas y aspiré el dulce aroma de su perfume-Espero pasar el resto de mis días contigo, y solamente contigo.

-Me parece que alguien ya ha escrito sus votos-bromeó, enarcando una ceja y entrelazando nuestros dedos.

-Estoy muy enamorado de ti, Francesca, demasiado.

-Yo también...y espero estarlo hasta el fin de mi existencia. Hasta el sin fin de nuestro para siempre.

Me acerqué a ella nuevamente y la besé. Quería besarla, hasta que doliera, hasta que se fuera el sabor a Violetta. ¿Por qué sí estaba tan enamorado de mi prometida mis labios aún no estaban acostumbrados a probar otros? Supongo que la argentina tenía razón, llevaba tanto tiempo enamorado de ella que me es muy difícil dejar ir. Pero por favor, ¡¿tres años?!

Llevé mis manos hasta debajo de la seda de su blusa, y recorrí con delicadeza su espalda, sin despegar mi boca de la suya. Lo estaba haciendo sin pensar, completamente dejándome ir por mis impulsos. La sostuve de la cintura, hasta que Francesca extendió su brazo contra mi hombro y nos separó.

-Espera, Diego...-bajó la mirada, con un aire de tristeza-Por el momento no me siento capaz de hacer...bueno, eso. Sabés que en realidad me afectó las noticias del médico y bueno...

-Mi amor, está bien. Te entiendo perfectamente, y no tengo ningún deseo de apresurar las cosas, ¿vale?

Mi futura esposa se sentó cabizbaja en el sillón, y yo me senté junto a ella. Acaricié sus brazos, intentando calmar sus abrumadores pensamientos.

-Has sido tan comprensivo, Diego, no sabés lo mucho que lo agradezco...

-¿Bromeas? ¡Obviamente seré comprensivo contigo! Eres el amor de mi vida, eres mi novia, eres la mujer con la que despertaré todas las mañanas, y con la que me iré a dormir todas las noches. Tu felicidad es una prioridad para mí, y consideraré todo lo que te agrade y desagrade, con el simple fin de ver esa hermosa sonrisa que tienes. Eso lo vale todo, eso vale mucho más que lo material, lo superficial, lo idealist...

Sin dejarme articular alguna otra palabra, Francesca se abalanzó sobre mí y me plantó un beso en los labios. Ambos nos caímos del sillón por el repentino movimiento, y nos quedamos riéndonos en el suelo como un par de bobos, aferrados uno al otro.

Aunque por supuesto, no todo ahí dentro era alegría. Pues detrás de la pared que conectaba con nuestra habitación, se encontraba Violetta, agachada, oculta, abrazándose las rodillas y permitiendo salir todas las lágrimas que estaba por dejar de contener.

Novela Diego - Ser quien soy 2da TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora