C. 30: Lo que es
«Aquí yace Violetta Castillo
Gran amiga,
exitosa artista
y amorosa madre»-Papá-la adolescente que se situaba junto a mí se volvió a mirarme, irrumpiéndome de leer la transcripción de aquella lápida en silencio.
-¿Sí?-murmuré, sin despegar la vista de las cálidas y amarillas flores. El sol se esforzaba en iluminarlas.
-¿Tú...-Ariana tragó saliva, con la voz temblorosa-la amabas?
-Por supuesto que sí-respondí, sin siquiera vacilar.
Un silencio eterno.
Aquella primogénita me miró con ojos inquisitivos, no es que no deseara creerme, simplemente no podía.-Hablo en serio...-murmuré, suspirando.
-Estoy segura que sí.
Observé sus ojos esmeralda tornarse a un color verde grisáceo. Esto pasaba cuando lloraba, y lamentablemente había contemplado esos mismos ojos por una gran parte de su vida.
Una mayor parte de su vida.Y es que la quería. Y aunque pareciera lo contrario, ella también me quería. A pesar de numerosos reproches durante su adolescencia, a pesar de todas aquellas veces cuando se sintió perdida, ante mis negaciones sobre hablar de su madre. A pesar de aquel destrozador exclamo que habían pronunciado sus labios, un exclamo que, honestamente, me merecía.
«¡Eres un mentiroso, no quiero volver a verte de nuevo!»
Agaché la cabeza, me dolían los muslos.
Y me dolía también el saber, que ella pensaba que no me importaba. Porque lo hacía. Ella era lo más importante en mi vida. Y me rompía el corazón no poder haberle dado algo tan fundamental y valioso, como una familia. Una de verdad.
-Papá, debo ir a recoger a Max de su práctica de guitarra, después iremos con el abuelo para la reunión-mencionó ella, con el teléfono en la mano.
-Vale-asentí yo, esbozando una media sonrisa-, llévate el auto, ya volveré yo en taxi.
-Bueno, chau.
La figura sombría de Ariana se alejó con un paso asertivo. Pero nada sobre ella deslumbraba. Toda aquella luz que emitía cuando era pequeña, toda se había apagado. Y lo peor es que, ocurrió cuando fue consciente de la mierda de vida que llevaba su padre.
Escuché un par de pasos detrás de mi cuello. Zapatos, posiblemente altos, crujían contra el césped. Y entonces, una mano que se deslizó con confianza bajo mi hombro.
Me di la vuelta para encontrármela, a ella.
A la mujer de ojos verdes.***
-¡Tía Fran!-exclamó una vocecita aguda, que corría con todas fuerzas hacia ella.
Un par de cabellos marrones se asomaron, cosquilleando la frente del nene.-Hola pequeñín-lo sostuvo en brazos, entre risas. Cada vez se ponía más grande.
-¿Me has traído regalos?-chilló Max, aferrándose al cuello de la italiana.
Me volví hacia él con complicidad, que Francesca no era un proveedor de juguetes y tendría que vivir con ello.
-Oh, vaya, me olvidé de tus regalos, lo siento-gesticuló ella, de la manera en que los adultos exageran cuando conversan con un niño de seis años-. Pero, ¿te parece si esta Navidad, andamos a casa y ahí te doy tus regalos?
El agudo gritito de felicidad resonó en las paredes de la casa.
Max adoraba a la Tía Fran. Y bueno, si era una chica preciosa que lo visitaba cada semana, y día con día con un nuevo juguete en mano.
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Novela Diego - Ser quien soy 2da Temporada
FanfictionDiego y Francesca, juntos desde hace 3 años, su vida no podría ser más maravillosa. Pero cuando Violetta Castillo regresa a la vida de ambos, es capaz de destruir todo su futuro como pareja. Y Diego sabe que aún no ha dejado de pensar en ella. Diele...