Capitulo 2

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C. 2: Una tormenta de emociones

Francesca abrió los ojos como platos, y se quedó estática ante mi propuesta.

-Francesca...-repetí-¿te casarías conmigo?

-Diego...-dijo lentamente-¿Es en serio?

-Por supuesto.-me levanté y la tomé de la mano-Te amo.

-Eh, Diego, cuando te dije que quería que nuestra relación avanzara yo...no me refería a esto...

-E-entonces ¿es un no?-pregunté temerosamente.

-No, Diego, no es un no.-apartó la mirada-Pero pienso que somos muy jóvenes para pensar en matrimonio...

Me tomó de los hombros.

-Sabes que te amo. Pero no creo que seamos lo suficientemente maduros para esto.-prosiguió.

-Francesca, a mí no me importa la madurez. Yo te amo, y quiero hacerte la única mujer en mi vida, por el resto de mis días.-la miré a los ojos, que ahora estaban algo cristalizados-¿Acaso no quieres eso también?

-Por supuesto...-respondió con voz quebrada-Pero tenemos 21 años, Diego. No sabemos que puede pasar en el futuro. Puede que en 1 año, o 2, o en 50 años te des cuenta de que esta decisión no es la que querías. Tengo miedo de arruinar las cosas contigo por un error...

-Nuestro amor jamás ha sido un error.-podía escuchar su respiración acelerándose.

-Eso lo decís ahora, pero ¿en 20 años?-insistió.

-Mira, lo único que quiero es demostrarte cuanto te amo. Quiero hacerte mía, y únicamente mía. Quiero despertar todos los días a tu lado, y quiero tener hermosos hijos y hermosos nietos contigo. Quiero envejecer junto a ti, y entonces miraremos hacia este día, y recordaremos como hicimos la mejor decisión que pudo haber existido.-la tomé de la mano suavemente-¿No quieres eso?

Francesca me miraba con ternura. Sus ojos brillaban de una manera tan única. Se quedó en silencio, hasta que finalmente contestó:

-Sí. Sí quiero eso.

-¿Entonces es un sí?-sonreí.

-Es un por supuesto.-sonrió de vuelta y me abrazó con fuerzas.

La abracé con dulzura, mientras sentía mi corazón agitándose. Finalmente había pasado. Le había propuesto matrimonio a la chica que amaba, y ella había aceptado.

Podía sentir como si volara, mientras la abrazaba en aquella terraza. Podía sentir su aroma, su calidez absorbiéndome de una manera tan fantástica. La amaba. La amaba tanto.

Ambos entramos al departamento vacío, y le serví una copa de champaña que tenía preparada especialmente para esta noche.

-Gracias, señor Hernández.-rió.

-De nada, señora de Hernández.-le guiñé un ojo.

Sonrió.

-Me agrada ese nombre...-dijo de manera seductora-no puedo esperar poder llamarme así.

Tomé a Francesca de la cintura, acercándola sutilmente hacia mí.

-Estoy tan feliz en este momento.- susurré delicadamente.

Francesca esbozó una pequeña sonrisa y se acercó a mí. Me besó cautelosamente, con mucha tentación.

Y seguimos besándonos. Sus labios no parecían cansarse de los míos, y cada vez que me tocaba el cuello sentía mi piel erizarse. Hace tres años que estábamos juntos, y aún me ponía nervioso junto a ella.

Novela Diego - Ser quien soy 2da TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora