Capitulo 5

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C. 5: Amar
Abrí mis ojos lentamente, apenas había podido dormir la noche anterior. Volví mi cabeza hacia la derecha, donde pude ver a Francesca durmiendo con completa paz.

Se veía hermosa, con su sudadera gris de los domingos. Su pijama de ositos que con el tiempo se había desgastado la hacían ver aún más bella que con un vestido elegante. Era tan sencillamente hermosa.

Acaricié su rostro, con sutilidad, evitando despertarla.

Demasiado tarde, pues al sentir mi caricia inmediatamente abrió los ojos.

-¿Qué hora es?-gruñó, enderezandose y bostezando.

-Hora de despertar.-repliqué.

-Vaya, es la primera vez que despiertas antes del mediodía-rió con pereza-¿qué le está pasando al mundo?

Sonreí, mientras la miraba mientras se despejaba la cara.

-¿Por qué me mirás tanto?-dijo extrañada.

-Porque te amo.-vi como se sonrojó al escuchar esto-Y porque me doy cuenta de lo afortunado que soy al llamarte mi futura esposa.

-Sos un tonto.-sonrió con ternura, rodeándome con ambos brazos.

Le di un beso y la tomé por la cintura. Y ambos nos quedamos así por un largo rato, parecía disfrutar estar entre mis brazos.

-Me encanta abrazarte ¿sabés?-dijo después de algunos minutos-Puedo sentir los latidos de tu corazón.

Suspiré, y pensé en todo lo que había pasado la noche anterior.
Después de ir a ver a Violetta, fui directo a un bar. Usualmente yo no bebía, pero esta vez estaba más que desesperado.

No sé si eran los recuerdos, o la conexión que tengo con Violetta, pero cuando la miré a los ojos, me di cuenta de que aún había algo. Algo que me hacía inclinarme por Violetta, algo muy especial que nos unía. Y era prácticamente irrompible.

-Francesca...-pregunté, hundiéndome en mis pensamientos-¿me amas?

Francesca levantó su cabeza y me miró.

-Por supuesto que sí.-obvió, apartándose de mí para estar frente mío-¿A qué viene la pregunta?

-Tan sólo preguntaba.-me encogí de hombros-Y...¿cómo estás tan segura de que me amas?

Me tomó de la mano, me miró directo a los ojos y con delicadeza explicó:
-Sé con absoluta certeza que te amo porque cada vez que te miro, me veo reflejada en tus ojos. Cada vez que estoy cerca tuyo, me siento segura. Y cada vez que te beso, siento como si el mundo se detuviera sólo para nosotros. Amarte se ha vuelto una secreta adicción, Diego, y espero jamás tener que superarla.

Dicho esto, me plantó un beso en los labios y se levantó de la cama para ir a desayunar.

Mientras la vi salir de la habitación, me di cuenta de que todo lo que me había dicho era cierto. Yo la amaba. En cada manera posible, la amaba. Y cada día la amaba más y más. Y cuando alguien ama realmente a alguien, no tiene ninguna duda, por lo que me dolía dudar sobre ella a veces.
Me dolía no poder ser completamente honesto con ella y contarle todo lo que me pasaba. Me dolía no poder tener la confianza de decirle que me sentía atraído hacia otra mujer. Y que esa mujer era mi ex novia.

Demonios, todo esto es imposible. No puedo estar enamorado de dos chicas. Y absolutamente no puedo estar con dos chicas. Estaba seguro de que Francesca era esa chica con la que estaba predestinada a estar, pero Violetta...era Violetta.

Violetta era ese primer amor que no se olvida ni se recuerda. Ese primer amor y primer error. Con Violetta sentí lo que jamás creí que sentiría con nadie más, hasta que llegó Francesca y lo cambió todo. Pero ahora parecía que volvía al mismo conflicto.

Me levanté de la cama y me dirigí al baño. Me lavé la cara, y en el espejo noté el aspecto descuidado que tenía. La barba desaliñada que había dejado crecer estas últimas semanas parecía crecer sin control, por lo que opté por rasurarla.
Me cepillé los dientes, fui a la cocina, preparé el desayuno y me senté junto a Francesca a ver la televisión como lo hacemos usualmente cada Domingo.

-Diego...-se volvió a mí-¿te puedo hacer una pregunta?

Asentí, sin despegar la mirada de la televisión, atemorizado por lo que me preguntaría.

-¿Por qué me preguntaste todo eso antes?-frunció el ceño-¿Algo pasó o...

-No ha pasado nada.-dije con total sinceridad, mientras entrelazaba mis dedos con los de ella suavemente-Sólo quería estar seguro de que no había cometido un error al pedirte matrimonio.

-Vamos, sabes que estar juntos jamás será un error.-me tranquilizó.

Increíble. Sumamente increíble. Esta chica era maravillosa, única, adorable, comprensiva...no la merecía en lo absoluto. Era un pésimo novio, y como esposo ni hablar.
Pensar en otra chica me hacía sentir muy culpable. Me hacía sentir culpable ver a Violetta como algo más que una amiga. Me hacía sentir culpable soñar con la voz de Violetta. Me hacía sentir culpable imaginarme con Violetta, y recordarla con esa imagen imborrable de ella vestida con una bata transparente de encaje.

¿Por qué? ¿Por qué era el cerdo más idiota de todo el mundo y por qué la vida me recompensaba con una chica tan genial como Francesca?

Y pasaron las horas, y Francesca y yo fuimos de compras, preparamos la cena bailando y cantando por todo el departamento, iniciamos una de tantas guerras de cosquillas en el comedor, hasta que finalmente nos aplastamos en el sillón de la sala, cansados.

Francesca se recargó en mi hombro, y lentamente se quedó dormida. Mientras yo leía un libro para intentar distraerme de todos mis problemas, no pude evitar verla mientras dormía. Era bellísima. Tenía una esencia tan tranquila, pero al mismo tiempo tan única.

Y justo ahí me di cuenta, de que no tenía ninguna duda. La amaba a ella. A ella y a nadie más.

Le di un beso en la frente, y dispuesto a volver a mi lectura, recibí un mensaje de texto al teléfono.

Sí, Violetta.

Indicaba que saliera del edificio, pues me estaba esperando abajo. Me sorprendió esto, pues hacía un poco de frío como para estar afuera.

Cuidadosamente, y sin el consentimiento de Francesca, bajé y salí del edificio, donde me encontré a Violetta.

Parecía que titiritaba por el frío, pero aún así mantenía la frente en alto.

-Violetta...¿qué estás haciendo aquí?-pregunté, con la voz quebrada.

-Guárdalo, Diego. Ambos sabemos porque estoy aquí.-me miró a los ojos profundamente-Sabemos que estoy aquí porque no me puedo olvidar de vos. Porque estás constantemente en mi cabeza, y no puedo lograr sacarte. Y me siento culpable porque estás a punto de casarte con mi mejor amiga, pero...es muy difícil.

Un par de lágrimas furiosas comenzaron a caer por sus mejillas.

-Es muy difícil olvidarte.-continúo, respirando hondo-Es difícil olvidar todo lo que vivimos, Diego, no quiero dejarlo ir. Me niego. Me niego a dejar ir todo el amor que algún día sentiste por mí, el amor que sé que aún está dentro de ti, yo...yo aún te amo. Te amo como si fuera la primera vez, y no quiero que te olvides de todo esto por una relación simple. Intenté esconder mis sentimientos, pero ya no puedo más. No puedo fingir que soy feliz cuando en realidad no lo soy porque no puedo abrazarte ni besarte ni estar a tu lado y honestamente eso me está volviendo loca.

Contuve algunas lágrimas que pretendían caer.
Ella se acercó a mí con lentitud, no podía quitarle la mirada de encima.

-Por favor, Diego, sabés que esto aún no ha acabado.-me tomó de la mano con una calidez natural-Decimelo. Decime que esto que alguna vez sentiste por mí jamás terminó. Decime que aún estás enamorado de mí...

Acercó sus labios a los míos y con fragilidad susurró:
-Decime que aún me amás como yo te amo a ti.

Novela Diego - Ser quien soy 2da TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora