Capitulo 8

710 43 11
                                    

C. 8: Confesión
Francesca me envolvió entre sus brazos, y pude sentir la calidez de ese abrazo. Tan tierno, tan dulce, tan puro. No tenía ganas de dejarla ir, abrazarla se había convertido en una de las cosas que más disfrutaba hacer.
-Perdóname por desconfiar de vos, es sólo que me alteré y...-se disculpó.

-Mi amor,-la interrumpí-está bien.

A eso de las 2 de la mañana, cuando ambos estábamos dormidos, uno junto al otro en nuestra habitación, algo hizo que me despertara. Algo que parecía avisarme a gritos que algo estaba a punto de pasar. Ese algo tenía razón.
Pues en cuanto abrí los ojos, pude escuchar a alguien tocar en la puerta del departamento. Me extrañé, pues nadie podía tener acceso al edificio sin autorización nuestra.

"Quizá es uno de nuestros vecinos." pensé, intentando levantarme de la cama con cansancio.

Me encaminé hacia la entrada, mi cuerpo estaba temblando, presentía que las cosas no iban a estar bien dentro de algunos minutos.

Abrí la puerta, y estaba en lo correcto. En cuanto la vi supe que nada iba a volver a estar bien, jamás.

-¿Violetta?-fruncí el ceño-¿q-qué haces aquí? ¿Cómo entraste?

Su aspecto me desconcertó bastante, tenía el maquillaje corrido, estaba despeinada y con la ropa que traía puesta parecía que acababa de salir de la cama.

-Diego, no digas nada, por favor...-sollozó-tengo que decirte algo muy importante...

Tragué saliva. No. No estaba dispuesto a dejarme hechizar nuevamente por ella, esta vez debía aprender a ser fuerte y distinguir lo que estaba bien y lo que no. Obviamente, tocar a la puerta de alguien por la madrugada no estaba bien.

-Violetta, ahora no puedo, ¿por qué no me lo cuentas mañana?-dije, entrecerrando la puerta.

-¡Pero es muy importante!-exclamó, aún con una expresión triste-Es sobre Francesca...

Suspiré exhausto.

-¿Qué hay sobre Francesca?-manifesté.

-D-Diego...-dijo cabizbaja-no puedes casarte con ella.

Oh, no. No me podía estar haciendo esto. Lo que me hacía falta, Violetta oponiéndose a nuestro matrimonio.

-Eh, ¿cómo dijiste?-me carraspeé la garganta.

-Que no puedes casarte con ella.-imperó-No te lo permitiré.

-Violetta, no necesito tu permiso para casarme con la chica que amo, así que si me disculpas...

-¡Ella no es la chica a la que amas!

La miré a los ojos. Diablos, ¿ahora qué?

-La chica a la que amas...-prosiguió, mirándome fijamente a los ojos-está frente a ti. Y no puedo creer que todo este tiempo hayas intentado engañarte a ti mismo, haciéndote creer que amas a Francesca cuando en realidad me amas a mí...

-¡No, Violetta! ¡No es así! ¡Yo amo a Francesca!-repliqué desesperado.

-¡No! ¡Me niego a eso! ¡Me amas a mí!

-¡Que no!-estaba a punto de cerrarle la puerta en la cara, hasta que me tomó de la mano, y se me erizó la piel completamente.

-Diego, mírame por favor...-dijo con una voz muy suave-Yo sé que aún me amas. Sé que lo nuestro no acabó, y que probablemente jamás acabará si te sigues absteniendo a la realidad.

-¿Cuál realidad?-exhalé con frustración.

-La realidad...de nuestro amor.-sus palabras acariciaban dulcemente todo mi cuerpo-Esa realidad que puede con todo en el mundo, esa realidad que nos ha permitido seguir adelante con nuestras vidas, pero nunca olvidándonos uno al otro...la realidad de nuestro para siempre. De nuestro futuro. De nuestra lealtad clandestina, que siempre preservaremos en nuestro corazón...

Novela Diego - Ser quien soy 2da TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora