Capítulo 14

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C. 14: Campanas nupciales
-¿Te gusta este?

Ésta frase era la única que lograba escuchar desde el baño de nuestra habitación, pues Francesca y Violetta se encontraban hojeando catálogos de vestidos de novia. Me causaba gracia, pues parecían más entusiasmadas por la alta costura que por la boda en sí.

-¡Este es mucho mejor! ¡Te quedaría excelente!

Apreté el bote de crema de afeitar, aplicándola en el rastrillo que sostenía en la mano. Mi barba de tres semanas estaba apunto de desaparecer.

Y a unos minutos de iniciar pasando el artefacto y la crema por mi cara, escuché absoluto silencio. Seguido del sonido de la puerta de nuestra habitación abriéndose.

-Hola, cielo. No me había dado cuenta de que estabas despierto.

Francesca se acercó a mí con una sonrisa llena de dulzura.

-Hola, ¿han elegido ya un vestid...

Sin siquiera preguntármelo, la italiana me plantó un beso en los labios, obteniendo como consecuencia crema afeitadora en su cara.

-Valió la pena.-rió ésta, al ver su gracioso reflejo en el espejo.

-Y bueno, ahora que la señorita ha terminado de afeitarse la barba...

-Calláte.-manifestó al lavarse la cara-Tan sólo venía a decirte que saldré de compras un ratito con Vilu.

-Vale, te veo después, preciosa.

-Te amo. Y aún no puedo creer lo increíble que sos.

Francesca salió del baño con un rostro alegre inmediatamente. No paraba de repetirme lo mucho que me agradecía haberme tomado con calma el hecho de que fuera estéril.
Aunque claro, si se enterara del sueño que había tenido con su mejor amiga la mismísima noche anterior, no pensaría que fuera tan increíble.

***
Las doce en punto. Apenas las doce en punto. Y la ceremonia no empezaría hasta la una. Sin duda, Violetta no pensaba esperar tanto tiempo. Iba a perder la cabeza.
Se levantó de la silla en la que se situaba, y con el máximo control que tenía sobre los zapatos altos, la dama de honor consiguió escabullirse a las habitaciones en donde se estaban preparando los novios. Aunque claro, ella no iría a ver a la novia.

-¿Puedo pasar?

Diego se dio la vuelta, y divisó a la chica de vestido color siena en la puerta.

-Claro-respondió, con una sorpresa al verla allí.

-Felicidades-le sonrió, a medida que se acercaba para abrazarlo.

-Muchas gracias.-rió él con ternura-Me alegra que hayas podido venir.

-Bueno, soy la dama de honor, ¿cómo es que no voy a estar aquí?

Violetta continuó viendo a los ojos del chico, sin poder despegarle la mirada. No se lo imaginaba. Estos últimos tres años creía que sólo lo vería en un traje como aquel para la boda de ellos dos. Y ahora estaba por casarse con su mejor amiga.

-Y, es el gran día, finalmente ha llegado...¿estás nervioso?

-Sí, bueno, no del todo. Lo regular.-el español se encogió de hombros-No tengo miedo en lo absoluto, pues sé que estoy seguro de que quiero una vida junto a Francesca, y de que la amo más que a nadie.

-Son muy afortunados. En serio.

Con un nudo en la garganta, Violetta se excusó, antes de que intentara cualquier cosa con el chico que estaba por casarse, aunque lo amara.

Novela Diego - Ser quien soy 2da TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora