Capitulo 1

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C. 1: Una pequeña propuesta

Mis manos temblaban, perdía el aire de vez en cuando. Demonios, no podía estar más nervioso.

Apenas me encontraba en la tienda, pero al pensar en lo que en un par de horas estaría haciendo, me daba un ataque de pánico.

¿Y si decía que no? ¿Y si ella no me amaba tanto como yo la amaba a ella? ¿Y si nuestra relación no estaba lista para semejante avance?

-Eh, señor...-el empleado que estaba detrás de la vitrina se carraspeó la garganta, tomó una cajita forrada con satín y la extendió hacia mí-¿Es este el anillo que usted pidió?

Tomé la cajita y la abrí.

Y ahí estaba. El anillo de compromiso perfecto.

Era un hermoso anillo de diamantes, de quilate y medio, con zafiros incrustados alrededor.

Sabía que este era el anillo indicado, el anillo con el que cambiaría mi vida. El anillo con el que me arrodillaría, la miraría a los ojos y diría con firmeza:

-Francesca, ¿te quieres casar conmigo?

La historia de como Francesca y yo habíamos vuelto a estar juntos era bastante sorprendente, pues el plan original de mi padre en ese entonces era que yo me quedara en Barcelona con él por 3 años.

Pero no. No fue así. Un par de meses después de que me mudara con mi padre, regresé a Buenos Aires por mi cuenta. Ese mismo día los chicos del Studio se graduarían del instituto, y yo debía estar ahí. Para mis compañeros, para mis profesores, para Francesca y bueno...

Para Violetta.

Sí, Violetta, mi ex-novia. Entonces yo estaba enamorado de ella, era en lo único que podía pensar, y recuerdo haber llorado silenciosamente por ella cuando estaba en Barcelona.

Así que bueno, cuando llegué a Argentina, fui inmediatamente al Studio.

Fui hacia la entrada y llamé a Francesca.

-¿Aló?-dijo Francesca algo confundida-¿Diego? ¿Por qué me llamás? ¿No deberías estar en Barcelona?

-Quizá.-reí pícaramente.

-¿Dónde estás?-preguntó.

Recuerdo haberle dicho que se diera la vuelta, y cuando lo hizo, ahí estaba yo.

-¡Diego!-exclamó con emoción, y saltó a mis brazos.

-Hola preciosa.-susurré mientras acariciaba su cabello.

-¿Qué hacés aquí? Deberías estar en Barcelona.-a Francesca se le saltaban las lágrimas de alegría.

-Te dije que regresaría a por ti.-le toqué la nariz.

-Sos muy dulce. Pero él más dulce de todos.-río, mientras me abrazaba nuevamente-No sabes cuanto te extrañé. Realmente creí que no te volvería a ver.

-Eso jamás ocurrirá.

Y bueno, aquí estamos, 3 años después. Un montón ha pasado desde entonces. Ambos nos graduamos del instituto, conseguí un empleo como ayudante de cocina por un par de meses, hasta que de alguna manera logré cubrir los gastos de una universidad decente en Buenos Aires.

De algún modo, todo tiene sentido. Este mágico viaje que emprendimos los dos hace ya 3 años, era por algo. El destino lo tenía escrito desde el principio, todo esto tenía que pasar. Todo este dolor, sufrimiento, alegría, miedo, nostalgia...todo tenía que pasar para que lo mejor pudiera ocurrir.

Para que hiciera a Francesca la única mujer en mi vida.

Después de comprar definitivamente el anillo, recibí una llamada suya.

-Hola mi amor.-dijo algo apresurada-Sólo llamo para estar segura de donde nos veremos.

-A las 7, en el departamento.-reí-Te lo he dicho unas 6 veces.

-Bueno, perdón, soy muy colgada que capaz me olvido.-río de vuelta.

-Nos vemos allá, ¿sí?

-Pero, pará, aún no me has dicho adónde iremos.-replicó.

-Te dije que es una sorpresa.-reproché.

-Lo sé, pero creo que es fundamental que yo sepa el lugar al que me llevarás en nuestro tercer aniversario.

-Supongo que tendrás que averiguarlo.-me encogí de hombros.

Colgué el teléfono, no quería que se me escapara nada. Todo debía ser una sorpresa, en especial la propuesta.

Y pasaron las horas, hasta que llegó el esperado momento.

Me encontré con Francesca en nuestro departamento, el que habíamos comprado hace un par de meses y en el que pensábamos mudarnos esta Navidad.

Francesca llevaba puesto un vestido azul que la hacía ver hermosa. Lucía su sonrisa resplandeciente que alegraba mis días.

-Hola.-dijo con una sonrisa pintada en la cara.

-Te ves preciosa.-le di un beso-Feliz aniversario.

-Feliz aniversario.

Ambos nos subimos al viejo auto que tenía desde hace 2 años, y conduje hacia el lugar en el que pensaba proponerle matrimonio. No era un restaurante, ni un parque, era algo mucho más especial. Era el lugar indicado.

-Eh, Diego...¿qué es esto?-preguntó cuando llegamos a nuestro destino.

-¿Acaso no lo reconoces?-respondí.

-No. ¿Debería?-frunció el ceño.

-Francesca,-reí con gentileza-este es el edificio del departamento que tenía hace 3 años.

-Oh, cierto.-asintió con firmeza-¿Pero qué hacemos acá?

-Esa es la sorpresa.-le guiñé el ojo.

La tomé de la mano y la conduje al departamento que solía tener. De algún modo conseguí la llave para entrar, y la llevé a la terraza.

-Muy bien,-dije antes de abrir la puerta a la terraza-¿estás lista?

-Sí.

-Cierra los ojos.

-¡Diego!-se irritó Francesca-Sabés que no me gustan ese tipo de cosas, no cerraré los ojos.

Se cruzó de brazos.

-Por favor, por mí.-la miré con compasión.

Hasta que finalmente la convencí de que cerrara los ojos, la llevé a la terraza.

-¡Diego! ¿Ya puedo abrirlos?-exclamaba una y otra vez.

-Sí.-reí finalmente.

Cuando Francesca abrió los ojos, se encontró con todo lo que había en aquella terraza.

Había velas encendidas, justo como aquel día en el que me despedí de ella hace tres años. Había pétalos de rosa en el suelo, y el estrellado cielo le daba un mágico ambiente.

-Feliz aniversario.-susurré.

-Wow...-dijo Francesca sorprendida-¿Hiciste todo esto?

-Sí. ¿Exageré?

-Un poco.-río-Diego, yo me conformaba con ir a un restaurante, o a caminar por el parque pero....

-No. Tú no mereces una simple cena en un restaurante. Tú mereces todo esto.

-Pero, Diego....

-Nada de peros.-la tomé de los hombros-Yo te amo y nada es suficiente como para demostrarte todo mi amor.

Se quedó en silencio, mirándome a los ojos.

-Francesca...-continué-Eres la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida, y si necesito un enorme gesto romántico para enamorarte, lo haré. Porque te amo. Por eso es que también quería preguntarte algo...

Francesca arqueó una ceja, confundida. Saqué el anillo de mi bolsillo, me arrodillé, y con un nudo en la garganta solté:

-¿Te casarías conmigo?

Novela Diego - Ser quien soy 2da TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora