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«Quinta Flor»

Me aguanto las ganas de reír al ver como Yibo cabecea, ya casi son las doce de la noche y la fiesta del pueblo aún continúa.

—No te duermas aún, la danza para recibir el nuevo día está por comenzar. —Le digo

—Esto es muy aburrido además no sé bailar— se queja bostezando.

Pero de igual manera lo arrastró hacia la fogata donde los aldeanos se han reunido alrededor para comenzar la danza

—Yo tampoco y quiero intentarlo. Solo hagamos lo que podamos.

Yibo me mira sin expresión alguna y me quedo quieto en mi lugar, tampoco es que quiera molestarlo.

—Danzando con un Lobo— dice seriamente.

— ¿Qué?— parpadeo confundido y me veo reflejado en sus pupilas grises que brillan aún más con la luz de la Luna.

—Que parecemos tontos dando vueltas alrededor de la fogata, ¿acaso somos brujos?— él ríe colocando su mano sobre mi espalda baja y juntos con torpeza intentamos seguir a los demás.

Es extraño por qué me da la sensación como si estuviese tratando con dos personas totalmente diferentes, el divertido y el frívolo Yibo. Recién lo conozco y siento que ya tengo demasiados enigmas sobre su persona, probablemente debe ser por su pérdida de memoria.

Cuando ya son cerca de la una de la mañana, Wonho nos acompaña al castillo, Yibo ha vuelto a ser el chico serio que despertó hace un día.

—Gracias Shin— sonrío y abro la puerta de mi habitación, Yibo pasa corriendo como un niño pequeño y quitándose las botas de golpe se avienta a la cama.

Wonho niega con la cabeza.

—No sé por qué siento que tu nuevo amigo será un dolor de cabeza muy grande.

—Eso quiere decir que... ¿Puede quedarse?— pregunto emocionado.

—Su alteza, usted es quien da las órdenes— Wonho acaricia mis cabellos y su tacto causa en mí un cosquilleo, sentir su piel caliente en contraste con la mía me da la sensación de ya haber tenido una caricia parecida—. Si el chico es de tu agrado, te ayudaré a proteger su entidad del Rey.

Atolondrado asiento, con esta sensación de nostalgia y tristeza me meto en la cama junto a Yibo, «ahora puedo saber a qué me ha recordado...»

A mi madre arrullándome en medio de una tormenta.

—No te cepillaste— digo picando la espalda ajena y hundo mi rostro en la almohada.

—Tú tampoco— murmura Yibo con voz somnolienta—. Además no besaré a nadie así que no hay problema.

Levanto mi cara y me río.

— ¿Un beso?, No sé necesita dar besos para mantener tu boca limpia, se trata solo de higiene.

—Ah, eres un fastidio...— gruñe y arrastrando los pies camina hacia el baño—. ¡Ven tú también!

Con una sonrisa camino detrás de él y haciendo estas cosas que son más que comunes se sienten como algo nuevo para mí, por qué es mi primer amigo, una nueva experiencia. Por qué a pesar de ser hijo del Rey, siempre he estado encerrado en este castillo, cuando era pequeño intentaba salir, pero mi padre siempre me lo prohibía encerrándome en este enorme palacio, diciendo que nadie merecía la amistad de alguien de la nobleza como lo era yo. Aislando mis sueños infantiles por conseguir alguien con quien compartir mis gustos, haciendo cosas juntos qué me hicieran sonreír y también a esa persona.

Por qué tengo a Wonho, pero él es para mí como un hermano mayor que me protege, él ha tomado ese lugar que Haikuan abandonó. Y Yibo... él ha llegado a suplir ese vacío en mí, ese que anhelaba cubrir con desesperación.

—No importa cuánto dure, en cuanto recuperes tus recuerdos te dejaré ir— digo secando mis manos.

Yibo me mira y parpadea curvando los labios.

— ¿Dejarme ir?, Sí que eres raro alteza.

Y finalmente después deaquellas palabras que fueron más una promesa, nos dormimos.

Y finalmente después deaquellas palabras que fueron más una promesa, nos dormimos

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Yibo

Al despertar, lo primero que veo son las largas pestañas del príncipe, mi mirada recorre su rostro con curiosidad, es evidente que en sus venas corre la sangre de la nobleza, eso es algo que no se puede ocultar.

—Eres como un ángel.

Me bajo de la cama colocándome las botas y sin hacer ruido salgo de la habitación, los pasillos del castillo son enormes, observando todo a mi alrededor me detengo frente al cuadro enorme pegado a la pared.

Xiao Zhan está ahí, pero su mirada se encuentra ausente, del otro lado un joven de mirada decidida, pero tampoco hay sonrisa en su rostro y, en medio de ambos un hombre de cabellos blancos como la nieve, con ojos frívolos y sonrisa retorcida, mirando con superioridad a la nada. De pronto la presencia de alguien más llega a mi nariz.

—Es un cuadro que habla mucho con solo verla, ¿cierto?

Volteo viendo a una mujer descalza que me mira con una sonrisa.

—Tú debes ser el invitado de Zhan Zhan.

— ¿Tú eres?— cuestionó sin presentarme, jamás he tenido la amabilidad de hacerlo con nadie.

Ella sigue mirándome sin dejar de sonreír.

—Elizabeth Rose, soy la tercera esposa del Rey Xiao.

— ¿Tercera?, Entonces no eres... ¿madre de Zhan?, Luces muy joven— digo, siempre he sido alguien directo.

—Así es, tengo veintinueve años, además la madre de Zhan era mucho más hermosa— dice la mujer borrando de inmediato aquella sonrisa que mantuvo hasta ahora.

De pronto, un sumamente desesperado Zhan llega corriendo hasta donde nos encontramos, su cabello apunta a todas direcciones y está sudando.

— ¡Yibo!— exclama mi nombre con agonía.

Sorprendido de eso me mantengo en mí lugar cuando brinca a mis brazos.

—Pensé que te habías ido sin decir nada, me desperté y no estabas a mí lado así que pensé lo peor...

Tres días cruzando palabras, tres días apenas mostrándole afecto y el chico se pone así al pensar que me pude haber ido, Zhan no es cualquier persona lo sé claramente y aun así.

—Está bien, solo estaba conociendo el castillo.

La mujer rubia nos mira con algo que no logro describir hasta que un sirviente entra totalmente alterado.

—Alteza Elizabeth, príncipe Zhan.... ¡El príncipe Haikuan volvió!

Tanto Zhan como la mujer han cambiado drásticamente su expresión, ambos lucen tristes y ausentes con la llegada del que debe ser el hijo mayor del Rey.


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Flor de Luna| YizhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora