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«Sexta Flor»

Haikuan suspira y nos observa a todos con esa seriedad inigualable.

—Quiten esas caras, ¿acaso querían solo recibir mi cadáver?

— ¡Por supuesto que no!— exclamo alterado e intento acercarme hacia él.

Pero mi hermano no me lo permite.

—No es necesario que me muestres falsas muestras de amor, no las necesito— su tono es frívolo y mira de la misma manera a Elizabeth—. De nadie.

—Que oportuna llegada— dice Elizabeth y me sonríe ligeramente para luego irse pero su mirada es triste. Recordando los días antes de que Haikuan se marchara, siempre fue así, él siendo reacio a nosotros dos, al Rey, a todos.

Él siempre ha sido así.

— ¿Tu hermano mayor?— la voz de Yibo me hace volver a la realidad.

Él me mira con seriedad y se acerca colocando su mano en mi cabeza.

—No puedo saber qué piensas en realidad, ni haciendo esto— su mano baja hacía donde se encuentra mi corazón—. Ni esto.

Parpadeo confundido ante lo que está haciendo y sin pensarlo quito su mano de sobre mi pecho para entrelazar nuestros dedos.

—Acaso... ¿Quieres leer mi mente?

—No puedo— me responde conectando nuestras pupilas y levanta nuestras manos juntas rozando mis dedos en sus labios.

Trago en seco al sentir la suavidad de estos, me estoy poniendo nervioso ya que nunca antes había tenido un acercamiento así con nadie. De pronto suelta mi mano con rapidez.

— ¿Cómo pasas el tiempo aquí en tu palacio?

— ¿El tiempo?— me pregunto aún más confundido por el cambio repentino en su actitud—. Leer para los niños del pueblo, estudio sobre remedios naturales y... ¡Tengo un jardín lleno de flores!

—Era obvio que dirías cosas así, no te imaginaba diciendo qué viajando a las ciudades o encargando joyas— Yibo sonríe dulcemente, y me siento sonrojar debido al cambio en su expresión, es la primera vez que lo veo sonreír de esta manera—. Vamos, quiero ver tu jardín.

Con alegría caminamos juntos y contándole sobre diversas flores que sirven para crear remedios caseros, Yibo me escucha con atención asintiendo ante cada palabra mía. Al llegar a la parte trasera del castillo, corro entre las tantas flores emocionado de enseñarle a alguien lo que he hecho crecer yo mismo.

—Son hermosos— dice agachándose para oler unas gardenias—. ¿Y ese espacio vacío?

—Ahí pondré Flores de Luna— digo y el tallo de la flor que sostenía en sus manos se rompe.

Él se levanta viendo la flor rota en el suelo.

—Lo siento, no quise romperla.

—Está bien, no te preocupes— le sonrío para calmar esa expresión de angustia en su mirada.

Rápidamente Yibo vuelve a esa seriedad que lo describe y cuando está por decir algo, Wonho aparece.

—Príncipe Zhan, llevo más de veinte minutos buscándolo, procure no irse de mi lado sin decirme a donde irá.

—Lo siento, le estaba enseñando mi jardín a Yibo— le digo viendo su mirada preocupada.

Calmadamente Wonho cruza los brazos.

—El Rey ha llamado a sus hijos y esposa a la mesa.

Volteo a ver a Yibo quien me mira con el ceño fruncido, mordiendo mis labios asiento, Wonho me indica que le diga así que eso hago, pero antes de irme volteo hacia el peligris que ahora me sonríe con seguridad. De inmediato vuelvo mi mirada al frente, «él notó que estaba inseguro de ir al llamado del Rey»—Mis expresiones si puedes leerlas— pienso con una sonrisa.

Antes de entrar al comedor Wonho posa su mano sobre mi hombro.

—Eres un príncipe, no bajes la mirada ni siquiera ante un Rey.

—No sé si pueda, ahí estará también Haikuan— suspiro pesadamente y temeroso. Ellos son las dos personas a quienes más les temo, a uno por su autoridad y al otro por su frivolidad.

—A veces la nobleza y amabilidad son armas mucho más fuertes que la dureza y amargura— Wonho me sonríe y abre la puerta volviendo a su papel de caballero Real—. Aquí está su alteza, Xiao Zhan. Con permiso.

Elizabeth y mi padre ya se encuentran ahí, al verme ella sonríe pero él frunce las cejas.
— ¿Dónde estabas? Media hora después de mi llamado estás aquí.

—E-en mi jardín—aclaro inseguro pero lo hago.

— ¿Tú estúpido jardín de nuevo?, ¿En qué quedamos con eso?— exclama alterado el Rey y de pronto las puertas se abren dejando ver a mi hermano mayor—. Eres igual que tú hermano mayor, un desobligado. Dándole importancia a cosas tontas cuando aquí tienen una responsabilidad.

Haikuan ríe y camina deslizando su mano por cada respaldo de las sillas.

— ¿Gobernar a un pueblo que camina con los ojos vendados? Mira que adorar a un Rey tan avaricioso.

— ¡Cállate!— grita el Rey levantando la mano para golpear a mi hermano.

Pero Elizabeth se interpone entre ambos mirando.

— ¡Esta no es manera de solucionar las cosas!

El Rey baja su mano y mi hermano ni siquiera flaquea, él se mantiene en su lugar.

—Los tres tomen asiento, ya.

Elizabeth me mira indicándome que nos sentemos, ella quiere que esto acabe sin discusiones por qué al igual que yo, desea una convivencia sana. Me siento a su lado y Haikuan solo se queda ahí, no se mueve ni un poco.

—Ninguno de los dos es apropiado para gobernar Sahel, además mi reinado aún no termina— él hace una pausa pasando su mirada de Elizabeth a nosotros dos—. Pero a partir de ahora se comportarán como unos verdaderos príncipes por eso las actividades sin sentido no serán parte de su vida diaria. Estoy negociando con varios pueblos vecinos y estaré ausente en ocasiones por eso la mayor autoridad será Elizabeth.

— ¿Yo?, Pero si yo no sé nada acerca de gobernar— rápidamente ella se levanta negando el cargo.

Pero el Rey se acerca tomando sus cabellos rubios entre sus dedos.

—Eres mi esposa, la Reina y por ello tus palabras serán obedecidas por todos, ¿entendido?

Elizabeth asiente con la mirada baja, pero mi padre se acerca tomando sus mejillas con fuerza y le da un beso en los labios, uno que Elizabeth no corresponde.
Sin pensar mucho en ello volteo hacia mi hermano mayor, quien mira la demostración del Rey y Reina con obvio disgusto, entonces aquel suceso de tiempo atrás viene a mí mente.

Cuando aún la madre de Haikuan estaba viva, el Rey trajo a mi madre al castillo, obligándolas a ambas a convivir como si fuese lo más normal del mundo. Lo sé, se perfectamente que mi hermano mayor me detesta por eso, por ser hijo de la mujer que arruinó sus vidas, pero él no sabe cuánto sufrió mi madre, morir para ella fue la salvación.


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Flor de Luna| YizhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora