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«Octava Flor»

—Un Rey daría la vida por su pueblo sin pensarlo— dice la institutriz que ha viajado desde Inglaterra para instruirnos en el camino a ser un buen Rey.

Mi hermano comienza a reír con sorna y la mujer se quita las gafas mirándolo con severidad.

— ¿Qué es lo que tanto le causa gracia, Príncipe Haikuan?

—La estupidez que usted acaba de decir, ¿Acaso cree que alguien con tanto dinero y poder daría su vida por simples aldeanos?— él deja de reír y niega con la cabeza—. La gente que se inclina ante una persona como si fuese un Dios no es digna de ser salvada.

—Entiendo su punto de vista, pero me parece que se está contradiciendo— la mujer camina hacia mi hermano y sonríe—. Usted fue parte de la guerra, un soldado que dio su vida para salvar a otras personas, para esas personas que les dio la oportunidad de estar con vida ahora, usted y los más compañeros que combatieron a su lado son sus salvadores, le aseguro qué si lo vieran se inclinarían.

La institutriz frunciendo el ceño vuelve a sentarse.

—Muy bien, la clase continúa— aclara ella y colocándose sus gafas de nuevo continúa.

De vez en cuando mi mirada se posa en mi hermano, hacía años no lo veía y aunque ahora estamos obligados a estar compartiendo una misma habitación, me hace sentir un poco más cerca de él.

—Vuelvo en un momento— menciona la señora Jones.

En cuanto la puerta se cierra el nerviosismo me invade, Haikuan deja salir un suspiro profundo rompiendo así el silencio, trago en seco y trato de enfocarme en la lectura, pero hay tantas cosas que quisiera decir que me siento abrumado por qué sé que, esas cosas solo se quedarán en mi mente.

— ¿Por qué tenemos que leer esta gran enciclopedia? Ya de todo sobre Sahel y sigo negándome a gobernarla— dice de pronto y cierra el gran libro mirándome fijamente.

Mis labios tiemblan en busca de una respuesta, pero él se adelanta de nuevo.

—Un buen Rey sería alguien como tú.

Sus palabras me dejan en total shock y aunque quiero preguntarle solo me quedo callado, sintiéndome contento por dentro de que Haikuan me considera una buena persona; la clase acaba y cada quien parte a su lado, él se encierra en su habitación como todos los días así qué me voy en busca de Yibo, quien me espera en mi jardín sin falta.

Y en cuanto veo su sonrisa me siento aliviado, una extraña calma inunda cada rincón de mi cuerpo, pero está paz me causa temor por qué me estoy acostumbrando tanto a su presencia junto a mi qué, pensar en la despedida me causa tristeza.

— ¿Tan mal fue la clase que traes esa expresión?— me pregunta moviendo los cabellos que caen sobre mi frente.

Sonrío negando con la cabeza.

—No, la institutriz Jones es una persona agradable.

— ¿Y tú hermano?— me pregunta, está vez bajando sus dedos hacia mis mejillas.

Sintiendo mi cara ponerse caliente me aparto sin parecer muy obvio.

—Ni siquiera me habla así que no fue él. Estoy bien, de verdad.

Yibo asiente y frunce los labios ligeramente.

—Conseguí varios libros que hablan a cerca de la creación de remedios naturales, varias de las flores que has plantado, están allí.

—Oh, ¿De verdad?— la alegría vuelve a mí al oír qué Yibo se interesa por mis cosas—. Aunque aún sigo sin encontrar nada sobre las Flores de Luna.

— ¿Tan importantes son para ti?— me pregunta Yibo rompiendo de nuevo mi espacio y coloca sus manos sobre las mías, están frías—. Esas flores no existen, son solo un mito.

Sin apartar mis manos de las suyas, realizo una mueca.

—¡Qué gran apoyo!. Mira que romper mis ilusiones así, mi madre creía en ellas y por ende, yo también.

—Perdón— susurra, jugando con mis dedos, los suyos se mueven de manera divertida entre los míos y mantiene la mirada baja.

Es la primera vez que lo veo avergonzado por algo.

—Además, por estarlas buscando a ellas, te encontré a ti.

—Era el destino— dice Yibo alzando la mirada y por fin, nuestros dedos se entrelazan—. Es nuestro destino Zhan, el habernos conocido, el estar juntos ahora...

Con mis latidos acelerados intento huir de nuevo, su cercanía me descoloca y no quiero que se dé cuenta de que me pone nervioso, pero al intentar soltar su mano, me toma con más fuerza y su mano desocupada se envuelve alrededor de mi cintura.

—No huya su alteza, solo déjese llevar.

— ¿D-dejarme llevar?— tartamudeo evitando su mirada, pero estoy hasta el tope, tanto mi cuerpo, como mente están llenas de Yibo.

Entonces lentamente nuestras respiraciones se mezclan, caliente, seductivo y único siento como casi sus labios rozan los míos, pero cuando estoy a punto de ser besado, soy alejado abruptamente de Yibo.

— ¡¿Qué crees que le estás haciendo al príncipe?!— Wonho exclama alterado apresándome entre sus brazos.

Yibo solo mantiene su semblante serio y yo totalmente confundido aparto a Shin para salir corriendo a mi habitación..., estaba por ser besado por Yibo, un chico, yo que soy un candidato al trono estaba por cometer un acto castigado con cárcel, no se puede demostrar amor entre personas del mismo sexo en Sahel.

¿Y aun así me creo una buena persona?... entrando al bosque, protegiendo a un hombre del cual solo sé su nombre, dejando a un médico de desconocido pasado trabajar en el Reino y cayendo por un hombre... Yo no merezco a mi pueblo.


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Flor de Luna| YizhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora