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«Vigésima tercera flor»


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— ¡Voy a matar en la hoguera a quien me haya traicionado!

Trago en seco tratando de salir de la habitación, pero Bon Hwa me toma del brazo.

—Quítate la ropa, quiero hacerlo.

—Hwa...— murmuro mirando como sus dedos se entierran en mi piel.

—Obedece a tu Rey, no solo eres la Reina para lucir tu belleza— él me empuja hacia su sillón y se desabrocha el cinturón—. Eres MI mujer y debes complacerme.

— ¡Pero hoy no tengo ganas de complacerte!— le grito tratando de zafarme de su agarre, pero él golpea mi mejilla y me toma de ambos brazos inmovilizándome.

Aterrada intento ponerle una barrera, pero en comparación a Bon Hwa soy más débil.

—No estoy de humor Elizabeth, coopera o te golpearé.

Intento no llorar cuando rompe la parte superior de mi vestido, sus labios comienzan a recorrer mi cuello e inevitablemente me encuentro temblando, no quiero esto, ya no quiero que él disponga de mi cuerpo cuando lo desee.

— ¡Su alteza, hemos encontrado algo!

Trago en seco cuando se escucha la voz de alguien detrás de la puerta y la tranquilidad regresa a mi alma. Bon Hwa se levanta rápidamente acordándose la ropa y sale azotando la puerta sin mirarme. Apenas se va, no puedo evitar llorar, cada día es más difícil soportar ser su esposa.

— ¿Eli?

Me cubro la boca con la mano callando mis sollozos al oír la voz de Haikuan detrás de mí, estoy en una situación vergonzosa y odiaría que él más que nadie me viera así. Pero en su lugar solo puedo sentir como su cuerpo presiona el mío por detrás, el fuerte pecho de Haikuan protege mi espalda y como una tonta vuelvo a romper en llanto, está vez en sus brazos. Aquellos brazos que siempre me refugiaban y cuidaban.

— ¿Fue él verdad?— cuestiona sumamente enojado y cuando intenta alejarse lo detengo.

Él me mira fijamente y sube su mano hasta mi mejilla, está vez su mirada se suaviza mostrándome a aquel chico dulce que conocí anteriormente, ni siquiera me molesta el estar casi desnuda frente a él porque Haikuan es este tipo de hombre que no se atreve a mirarme debido a su timidez ya qué es un caballero.

— ¿Él no te toco más, verdad?— pregunta más calmado y se quita su chaleco poniéndolo en mí.

—Alguien llegó por eso no...— no puedo terminar porque Haikuan no lo permite y de una manera gentil posa sus labios sobre los míos, no los mueve solo los mantiene ahí.

Flor de Luna| YizhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora