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Capítulo 3: Toriko Hanamichi

—¿Qué nota te dió en Álgebra?— preguntó una joven mientras conversaba con otra de paso por la zona norte de la universidad.
—Un tres.— mordiendo un trozo de manzana en el proceso— creo que el viejo me tiene mala.
—Debe ser— respondió otra mientras observaba a otra persona que había tomado un cartel de la pared del comedor— ¿Toriko, nos vas a acompañar?
—No iré esta vez— respondió ella.

En la cancha, Ahashi y Sakurawa practicaban pases, como de costumbre. Murama, en cambio se dedicaba a practicar rebotar la pelota sobre una pared practicando ataque. Tenían a lo menos 28 días para practicar si querían vencer a Hitsuka en un amistoso. Matsuo iba coordinando todo desde la banca.

—¿Porque yo debo recibir tus ataques— dijo Sakurawa un poco enojada en su voz.
—Es cuestión de altura—dijo Ahashi con un tono burlón— eres más alta yo, aparte que como Soikawa no está, eres lo más parecido en porte a ella.
Sakurawa solo se limitó a acatar cuando la puerta del gimnasio se abrió lentamente. De aquella parte salió una figura femenina con una altura promedio, un pelo negro que contrastaba con el brillo del sol, unas pecas a cada lado de su mejilla, una mirada perdida y una ropa bastante informal.

—Disculpen...— dijo con una voz simple—¿Han visto a Akatsuhi Murama?

Todas quedaron perplejas, ¿Cómo era que ella conocía a Murama? En ese instante la joven se sentó en la banca y comenzó a observar alrededor del gimnasio.

Murama dejó caer el balón al suelo y le preguntó a aquella persona que necesitaba de su parte. La joven, por su parte, no aguantó esbozar una cara de alegría

—No puedo creerlo, te admiraba desde que era pequeña y por eso practico voleibol prematuramente—dijo en un tono alegre y bastante optimista—Mi nombre es Toriko Hanamichi y quiero ingresar a este equipo y convertirme en tu aprendiz.
—Por ahora buscamos miembros más capacitados—respondió Murama con un tono serio—Así que no.

La joven se levantó del asiento, tomó sus cosas y antes de irse, la puerta se abrió y salió Soikawa, quien apenas podía respirar. Tenía la cara enrojecida y jadeaba de forma descontrolada.
—Lamento llegar tarde—dijo Soikawa mientras inhalaba y exhalaba una bocanada de aire— Mi moto se descompuso y tuve que irme a pie por el tiempo.
—¿No pasó ningún colectivo acaso?— preguntó Sakurawa—¿Ni un bus?
—Iban todos llenos. Aparte que Nagata me acompañó y me compró un agua por eso alcancé un poco a llegar.
—¿Nagata viene contigo?—dijo Murama enojada—Dije que no quería verla aquí.
Toriko volteó a donde Murama y Soikawa estaban de forma sorprendida. ¿Quien era esa tal Nagata?

De la nada Satsuki asomó su cabeza en la puerta del gimnasio. Vestía una ropa muy informal, unos zapatos rojos que apenas combinaban con el pantalón y la camisa.
—Vaya volviste—dijo Ahashi emocionada—Soikawa te pudo convencer de reingresar.
—No exactamente— respondió Nagata—Solo estoy de observadora, su amada capitana me rechazó así que acompañe a Soikawa pero no participaré.
—Con que tú eres esa tal Nagata de la que todos hablan—irrumpió la joven—Mi nombre es Toriko Hanamichi—ubicándose frente a Nagata en la banca con una cara bastante seria y desafiante.

El silencio se apoderó del gimnasio. Matsuo se acercó a ambas y convenció un poco a Nagata que repitiese lo que hizo la vez anterior. La joven dudó un poco, pero viendo tanto la insistencia de Matsuo como de Ahashi y Sakurawa decidió hacerlo. Se levantó del asiento, tomó un balón del suelo de la cancha, lo botó un par de veces y procedió a hacer el saque.

—Lanzó el balón con su antebrazo derecho—pensó Toriko mordiéndose el labio en el proceso—es un tiro directo bastante curveado. El cuerpo, por un momento, se despegó del suelo, sus piernas avanzaron a una velocidad sobrehumana. La sangre le comenzó a recorrer casi como un tren bala.
—Puedo detenerlo, incluso con un solo brazo—dijo Toriko, mientras extendía una de sus manos y se impulsaba para saltar.—Obsérvame Murama, Obsérvame.

El silencio del gimnasio fue ensordecido de golpe por el impacto de la mano de Toriko con el balón. El cual regresó a Nagata con fuerza, mientras ella corría a evitar que cayera. En el proceso rozó la red de la cancha raspándose uno de los brazos y cayendo al suelo al mismo tiempo que el balón.

—Toriko es muy talentosa—dijo Ahashi mientras sacaba una botella de agua de su mochila.
—Bastante, nunca pensé ver a alguien que pudiese bloquear un saque con una sola mano—respondió Sakurawa—Aunque puede que Murama no la necesite.

Nagata se levantó un poco, Soikawa fue a ver si se había lastimado con la raspada. En tanto Toriko recogía el balón en completo silencio y se alejaba en dirección a las chicas.

—Eso fue una demostración interesante—dijo Murama acercándose a Toriko y colocándole la mano en el hombro.
Toriko se sentía emocionada, pero no aliviada, en tanto, Nagata sólo observaba en la banca ubicada en el otro extremo con una cara decepcionada. Soikawa apenas podía trenzar palabras con ella.

—¿Sabes Soikawa?— dijo Nagata— No me daré por vencida. Eres una gran maestra, has sacrificado mucho al enseñarme, por eso aprovecharé tu enseñanza y aplastaré a Toriko por mi objetivo.
No permitiré que lo hagas—dijo Soikawa enojada—Hablaré con Murama y veré si puede permitirte una nueva oportunidad.
—¿Nueva oportunidad?—pregunto Nagata.
—Es una larga historia—replicó Soikawa— solo que te pidiese probar si calzabas con el equipo a cambio de ayudarla con ciertas materias. Es un intercambio equivalente bastante justo.

Cuando Soikawa terminó de hablar, Nagata se levantó y fue a hablar con Toriko para decirle que fue un buen juego. Toriko solamente atinó a observarla y alejarse hacia la puerta del gimnasio.
—Estuviste excelente, aunque te falta precisión—dijo Sakurawa—No soy una experta en eso pero creo que Ahashi sabe, es más tú me reemplazarás con el tema de la recepción.
—No agarres confianza con ella Sakurawa—dijo Soikawa acercándose— Te presentó a Sakurawa Naido, nuestra banda superior. Es experta en recepción y ataque.

Sakurawa se presentó ante Nagata. Era alguien alta, quizás de mirada 1,74; un pelo grisáceo en la parte inferior y negro en la parte superior de la cabeza, una piel blanca, se notaba que tenía un tic en su mano izquierda que involuntariamente movía sus dedos. Mientras las chicas conversaban en el gimnasio, Toriko estaba sentada en una banca cercana del comedor observando el piso.

—Murama...—pensó — Murama me reconoció, pero no me siento bien por ello, no me esforcé lo suficiente venciendo a esa chica. No, no eso. Quizás fue la intromisión de esa chica de pelo gris,  que fue ayudarla e incluso ella la trató de maestra. Tal vez, ella tiene mejor relación con Murama también, ¿como lo hizo?

Mientras pensaba, sus pensamientos fueron interrumpidos por una sombra puesta a su espalda, era Matsuo. Le preguntó si la acompaña un poco. Toriko asintió un poco mientras volvía a poner la cabeza cabizbaja.
—¿Porque te alegraste por Murama?—preguntó Matsuo.
—La admiraba desde niña, pensé que podía ser su aprendiz—dijo Toriko —he estado esforzándome tanto y llega esa tal Nagata y lográ ser su aprendiz y que Murama le agrade.
—Murama la odia—dijo Matsuo sorprendiendo a Toriko— Digamos que su primera presentación ante ella fue de todo menos grata, pero ella igual ha intentado superarse. Soikawa la ha estado apoyando en ello.  Sonará cliché esto, pero no te rindas, quizás logres tu objetivo y seas la aprendiz de ella.

Toriko solo lo observo y dio una pequeña sonrisa.
—Mañana entrenaremos con un sistema de defensa, quizás puedas acompañarme y ver como funciona el equipo. He estado diseñando algunos, no es por presumir.
—Presumes tanto para ser sólo el aguador—dijo Toriko con tono burlesco.
—Soy el entrenador maldición—dijo Matsuo.

Ambos rieron y quedaron en silencio. Quedaba solamente 28 días para enfrentarse a Hitsuka.

SatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora