Capítulo 24.

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Veo acercarse el aeropuerto a través de mi ventanilla. A mi alrededor los chicos gritan, se ríen y bromean recordando la partida de paintball de hace un rato. De vez en cuando oigo mi nombre pero lo ignoro.

-¡Pero qué dices idiota! Deja de presumir que solo habéis ganado porque Nora es una máquina. Si te han matado en menos de media hora...-le grita Samuel desde delante. El conduce, porque le prometí que le dejaría llevar mi Porsche y aun no lo había hecho. Yo voy sentada en el lugar del copiloto y atrás Rubén y Alex. Mi coche nuevo solo tiene 4 plazas.

-Al menos no me han matado el primero, ¿eh Alex? -le dice Rubén tirándose encima suyo para molestarle.

-Sois como niños pequeños. -les digo mientras apoyo la sien en el frio cristal de la ventanilla.

-¡La reina del Paintball ha hablado! -me grita Samuel haciéndome reír. Por estas cosas le echare de menos.

Cando llegamos al aeropuerto, les acompañamos a facturar las maletas y luego nos vamos a una cafetería cercana a la zona de embarque y nos sentamos los diez en varios sofás. Me apretujo entre Lucía y Guille.

Pasamos los minutos hablando de banalidades sin importancia, entre risas y bromas.

Me estoy terminando mi café cuando los altavoces anuncian el vuelo de los chicos.

(.......)

Ha llegado el momento de las despedidas. Y las odio. En realidad odio muchas cosas: el desorden, los prejuicios, las normas, que me digan fumar es malo, como si no lo supiera, las moquetas, los hoteles cutres, los estampados animales... Y a la gente en general. Me he puesto a divagar, céntrate Nora.

Cuando puedo, abrazo a Guille con todas mis fuerzas mientras le repito una y otra vez lo mucho que echaré de menos. Él suelta la maleta y me abraza también mientras se ríe y me alza unos segundos del suelo, demostrando lo fuerte que está.

Alguien me agarre del hombro y me aparta haciendo que rompa el abrazo, me doy la vuelta para ver a Rubén mirándome divertido.

-¡Deja Willy para todos! -me dice cruzándose de brazos y arrugando la nariz en una mueca adorable. Le doy un cortito abrazo a Guille acompañado de un beso en la mejilla y dejo que los chicos se despidan de él, a base de golpes y bromas. Me acerco a Samuel, que abre los brazos teatralmente, y me lanzo sobre él. Permanecemos así un rato hasta que me habla.

-Muchas gracias por haberme acogido en tu casa.

-Un placer. Y gracias por todo.

-A ti que eres la mejor. -me dice amablemente. Pelota. -Y tranquilízate con Rubén, ¿vale?

-Es que no sé de estas cosas, va a ser difícil. -le explico mientras me aparto y lo exagero llevándome una mano al corazón.

-Nora, él te quiere. -le miro enfadada porque no me creo lo que me dice. -Tendrías que haber visto la cara que se le quedó cuando se enteró que nos acostábamos.

Se echa a reír, supongo que recordando ese momento y no puedo evitar que se me contagie la risa.

-Ahora enserio, la tensión sexual que hay entre vosotros se nota a kilómetros a la redonda. Hazme el favor y supera de una vez tu miedo al compromiso y sed felices y comed perdices.

Se repite el anuncio de la salida de su vuelo y hace una mueca.

-Me parece que es hora de despedirnos Vegettoide. -le sonrío metiéndome las manos en los bolsillos de mi abrigo.

-Te enviaré un mensaje cuando lleguemos a LA guapísima.

Y entre despedidas e insultos Guille y Samuel se encaminan hacia la puerta de embarque. Cuando ya han desaparecido de nuestras vistas, empezamos a andar hacia la salida del edificio mientras hacen planes para ir a tomar algo antes de ir a casa.

Tu tan de Ron y yo tan de Vodka. [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora