XXVIII. Voltacrome

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—¡Vamos Luke, estoy a punto de aplastarte en la tercera vuelta! —clamó Lara con una risita mientras miraba concentrada la pantalla de su Nintendo, presionando esa pobre palanca como si pudiese ir más rápido al aplicar más fuerza y grabarse en sus ...

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—¡Vamos Luke, estoy a punto de aplastarte en la tercera vuelta! —clamó Lara con una risita mientras miraba concentrada la pantalla de su Nintendo, presionando esa pobre palanca como si pudiese ir más rápido al aplicar más fuerza y grabarse en sus dedos, normalmente Luke a estas alturas ya hubiese sido víctima de la descarga de adrenalina que provocaba la competencia a la que invitaban sus palabras, pero tan solo pudo sonreír a medias mientras se reclinaba en el asiento que compartían al esperar al profesor.

Trataba de seguirle el ritmo a Lara como todos los días, actuar con el humor habitual y olvidarse de que su pierna se movía tan ansiosamente todo el día que por la noche podía sentirla pasándole factura al igual que las uñas que ahora era difícil no mordisquear. Tenía nuevos y terribles hábitos por culpa de una sola noche y por el miedo alojado en la boca de su estómago, ¿cuánto más debía esperar para que alguien hablase sobre lo que vio en la fiesta que no podía olvidar? Aunque no podía saberlo si huía a la primera señal de estar frente a los rumores en las conversaciones del pasillo, no quería saberlo, pero lo mataba la incertidumbre. ¡El peso de la indecisión que siempre lo había gobernado! Y lo que era peor... aún no tenía las bolas para encarar a Triz después de lo que vio.

¡No, no! Un momento, sí había algo peor: Ray quería hablar con él antes de su entrenamiento.

El mundo se le venía encima y lo único que había hecho desde ese día para solucionarlo era... nada. No había vuelto a cruzar palabra con Bruce, se excusó de la presencia de las chicas el fin de semana completo, no respondió las llamadas de Lara y Ray por suerte estuvo demasiado ocupado con las visitas al hospital acompañado de Dominic, Luke estuvo pendiente porque genuinamente se preocupaba por él, pero prefirió no involucrarse ni estar cerca hasta que pudiese ordenar su mente. O tan solo procesar lo que había ocurrido. Sí, él mismo había abogado por olvidarlo, pero... pero.

—Ya llegó el viejo, aborta misión, aborta —masculló su amiga entre dientes mientras cerraba y guardaba desesperadamente su consola, provocando la misma reacción en el chico hasta que los bruscos movimientos de su retirada revelaron algo que llamó la atención de Lara—. Hey, siempre dijiste que odiabas los suéteres de cuello alto y hasta parece que te fastidia un poco... ¿por qué lo trajiste?

—Me-... me resfrié después de la fiesta y es molesto cuidar mi garganta... —musitó una mentira que a él le parecía poco convincente, pero a Lara no pareció molestarle vivir en ella y asintió mientras devolvía la mirada al frente, ofreciéndole un caramelo de su bolsillo por si le ayudaba.

No merecía a su amiga, cada vez estaba más convencido de ello, pero tampoco tenía el valor para decirle que era para ocultar la jodida mordida que Bruce le pegó a su cuello. Será cabrón... aunque no es que él se haya portado exactamente bien... oh no, ¿cómo estarían esas marcas? Si las suyas habían empeorado con el paso del tiempo y no eran tan obvias a excepción de la mordida, la herida en su labio que era más fácil de justificar y algunas en sus caderas, ¿las de Bruce? ¿Las que dejó en esa espalda? Apuesto a que su cuello corría con una suerte peor... y la parte más jodida de que hubiese sido víctima del alcohol era que, cuando creía que por fin había recordado cada instante de esa noche, llegaban sin aviso previo más recuerdos que no había contemplado que tan siquiera existieran.

BloomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora