XXV. Me gustas

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El reproductor de música era el único sufriendo los estragos de una discusión que llevaba un buen par de minutos sin detenerse, el tráfico de la madrugada se perdía por completo de ese instante a puertas cerradas en el que se escuchaban carcajadas...

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El reproductor de música era el único sufriendo los estragos de una discusión que llevaba un buen par de minutos sin detenerse, el tráfico de la madrugada se perdía por completo de ese instante a puertas cerradas en el que se escuchaban carcajadas y maldiciones por la fina capa de lluvia que los alcanzó en el trayecto al centro de la ciudad, la inestabilidad del clima se admiraba en todo su esplendor al ser únicamente presas del frío mientras la lluvia iba y venía sin mucha decisión. Dorian seguía sin tener la menor idea del lugar al que se dirigían, pero comenzaba a sospechar que los planes de Darrell eran tan erráticos como su propio humor, un momento lo tenía contento y al siguiente estaba quejándose porque la calidad vocal de las boy bands provenía de ninguna parte. Por momentos creía que se estaba riendo y al siguiente podía sentir las intenciones que tenía de abandonarlo en algún punto de la carretera solo porque se le había antojado como una buena idea. 

—Este es el momento de realizar una intervención y defender a los mocosos que venden fanservice... —señaló el azabache aclarándose la garganta, tratando de no reírse entre el siseo de Darrell por lo que había dicho—. Las boybands... no son tan malas.

—Te voy a bajar del auto.

—¡Los Beatles eran una boyband! Técnicamente... entonces, las generalizaciones que haces solo están enfocadas a tu incapacidad de salir de los ochentas.

—Me niego a rebajarme a discutir con un ebrio que escucha boybands. Además, ni siquiera los Beatles quedaron exentos de tener malas canciones.

—¡Dime una sola banda con un solo álbum exento de ello!

—Ni siquiera tienes idea de por qué los estás defendiendo, el punto aquí es que venden fantasías adolescentes, es la única razón por las que alcanzan los tops de música.

—Te escuchas como un viejo amargado que se niega a dejar ir sus discos de vinilo y la música de tornamesa —bromeó en espera de otra queja de Bloom para continuar atacando, pero éste simplemente mantuvo la boca cerrada con indignación y fingió que no lo había escuchado. Eso fue suficiente para despertar la atención de un Dorian que prácticamente le daba la espalda a su propia puerta por la posición en la que buscaba mirar lo máximo que fuese posible a Bloom al estar casi de frente—. No me digas que tienes vinilos...

—Estás cambiando de tema.

—La última vez que vi un vinilo estaba colgado en una pared por la decoración ochentera, las hamburguesas de ese lugar no eran muy buenas, pero las malteadas sí, aunque no te recomiendo las papas fritas... seguro llevan meses ahí —La forma en la que el azabache desvariaba era tan ridícula que Darrell inclusive debía admitir que no podía seguirle el ritmo, pero era entretenido verlo luchar para retomar la lucidez—. ¿Cómo es que encuentras algo que te guste entre todo lo que criticas? Seguramente tu lista ha estado reducida a las mismas diez canciones desde hace años.

—Eso solo prueba que es difícil encontrar algo bueno estos días... y eso es mentira, la mía es bastante decente.

—El rock es demasiado común entre los malos, la música clásica también, vamos, varía un poco...

BloomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora