XXXVIII. Sin respuestas

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Por primera vez en décadas, el despacho de la mansión Bloom dejó de ser ese lugar pulcra y meticulosamente organizado que aparecía en más de una pesadilla. Un tornado de preguntas, cuestionamientos y secretos por descubrir, pasó por cada una de las estanterías de las que fueron arrojados libros, enciclopedias, inclusive un par de desdichados adornos. Uno de cada cien albergaba algo que desconocían del dueño de esa mansión en la que nadie había deseado crecer. Darrell y Dorian yacían sentados a mitad de la estancia, absortos en la construcción de los hechos a base de viejos periódicos que por alguna razón fueron conservados; Luke y Bruce no sabían qué les preocupaba más, si el desastre que esos dos habían hecho en un lugar en el que se había pretendido pasar desapercibidos o la extraña sensación de que algo estaba muy mal en ese pasado con el que no deberían meterse.

—¿No hay más?

—No, esos fueron los últimos tomos... —dijo Bruce mirando hacia los libreros vacíos y desordenados de la estancia, no había forma de volver a ponerlos como estaban sin que se diesen cuenta de que se habían metido con cada uno de ellos.

Dorian guardó silencio con una sola fotografía que no había soltado, era la única en la que salía su madre. Darrell lo miró sin saber exactamente qué esperaba, se preguntaba qué pasaba por esa mente tan extraña que no parecía verla con nostalgia.

—¿Estás seguro de que nadie mencionó algo así alguna vez? ¿Cómo pasa desapercibido para ustedes que tu madre y mi padre hayan sido tan cercanos? —inquirió el rubio al no obtener una respuesta entre todo lo que habían encontrado.

—No hablamos mucho de nuestros padres... —admitió sin especial emoción al mencionarlo, tampoco le importaba que Luke o Bruce escuchasen—. Éramos unos niños cuando murieron, ¿qué podría saber mi hermano de quiénes los conocían? Míralos, tendrían nuestra edad en esta fotografía —sentenció dejándola a un lado, mordiéndose suavemente los labios.

—¿Y qué hay de tu tío?

Dorian bufó poco sorprendido, negando con la cabeza.

—Esa es la parte que me molesta, tiene sentido que tu padre no te diga una mierda, pero al tío que permite barbarie y media no se le ocurre mencionar que mi madre y tu padre eran bastante cercanos...

Sabía que el tío William era bueno para guardar secretos, pero nunca creyó que llegaría a esos extremos. ¿Tantas charlas sobre sus padres y entre lo poco que podía decirles, ni una sola mención de los Bloom? ¿O de que su madre conocía a la madre de Estefan y a Leandro? ¿O por lo menos mencionar quién demonios fueron los Van Dalen? Su madre se arrancó de raíz ese apellido al grado de dejarlos solo con el de su padre y ni una vez habían hablado de ello. Dorian frunció el entrecejo al caer en cuenta de que era imposible que, sabiendo la historia detrás de eso, su tío no se hubiese detenido a pensar en lo que implicaba tener ahí a Estefan Bloom haciéndose cargo de ellos.

—¿No hay ninguna fotografía de Elaine? —preguntó el azabache mientras Darrell negaba con la cabeza.

—Es como si se hubiese desecho de todo... —admitió tras analizar la posibilidad de que en realidad sí hubiese existido algo años atrás.

—Estefan tiene algunas —reveló al incorporarse, mirando los artículos de periódicos que habían encontrado—. ¿Alguna vez la has visto?

—¿A Elaine? —cuestionó Bloom alzando una de sus cejas, pero pronto negó con la cabeza—. No, no lo creo, no es que el viejo y yo pasemos tiempo de calidad juntos.

—Bien, porque te daría un infarto —musitó Dorian con un suspiro, tendiéndole la mano a Bloom para que también abandonase el suelo—. ¿Es el único lugar en el que podría esconder este tipo de cosas?

BloomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora