XXXVI. Burlesque

6.2K 608 742
                                    

Las mejillas de Dorian fueron las únicas que no pudieron salvarse de ese frío atronador al esperar en la saturada entrada del famoso Burlesque de la ciudad, el clima comenzaba a despedirse de vez en cuando de las tormentas de lluvia para dejar cae...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las mejillas de Dorian fueron las únicas que no pudieron salvarse de ese frío atronador al esperar en la saturada entrada del famoso Burlesque de la ciudad, el clima comenzaba a despedirse de vez en cuando de las tormentas de lluvia para dejar caer un granizo habitual, el invierno de Averville tocaría a sus puertas en tan solo unas semanas y el desastre se veía antes de nevar. Lo único que logró que desprendiera su vista de las luces, los carteles, las letras doradas y el anuncio de una noche especial, fue la mano de Darrell alcanzando su brazo para encaminarse con él a una entrada más selecta y estricta con un par de hombres resguardando la entrada. Las miradas persiguieron con envidia a esos chicos que se alejaron de esa eterna fila para resguardarse del frío al cruzar las puertas del lugar.

—¿Sabes? Siempre he creído que tienes ideas extravagantes, pero traerme a un espectáculo de strippers en tu cumpleaños definitivamente me superó.

La risa de Bloom hizo eco en ese precioso y largo pasillo a oscuras que era apenas iluminado por luces en el suelo. Dorian deseaba detenerse a admirar los artículos enmarcados que adornaban las paredes, los premios, las reseñas, pero la mano que lo sostenía y la actitud del rubio esa noche eran cosas que no se lo permitían. Los dioses sabrán a cuál de ellos habría tenido tan contento como para concederle algo como eso, Darrell estaba de un increíble, mágico y extraño buen humor. Y no ese lleno de cinismo, no ese que se burlaría de él a la más mínima oportunidad, si no ese que le alborotaba la vida y el estómago cuando le sonreía, lo tocaba, tomaba su mano o lo acercaba por la cintura.

No le explicaba nada, por supuesto, qué clase de Bloom sería si lo que hacía no estaba envuelto de un permanente misterio, pero lo perdonaba solo por la oportunidad de volver a verlo utilizando un traje que le encantaba mucho más que el anterior. Era más "él" ese conjunto negro con un saco abierto que oscilaba entre el verde y el gris oscuro si se le miraba por mucho tiempo, era suave como el terciopelo, sabrá el demonio de qué estaba hecho. El cuello del suéter que traía debajo era circular y ceñido, aunque no tan alto como para prohibirle a Dorian esconderse en su piel si tenía la oportunidad. Él había tenido que sufrir un poco con el armario, su vida era una casualidad que no requería de una elegante parafernalia, pero Darrell parecía satisfecho con la elección del clásico negro sobre un suéter gris. Además, agradecía que fuese lo suficientemente cómodo para arremangarse ahora que la calefacción los protegía, algo más estilizado que eso se volvería absurdamente fastidioso.

—No lo entenderás hasta que lo veas por ti mismo.

—Es lo mismo que dicen los miembros y líderes de sectas para convencerte...

Creyó que la conversación podría durar más allá del final de ese pasillo, pero cuando atravesaron el umbral del camino que debían seguir hacia el lugar donde pasarían el resto de la noche, Dorian enmudeció a la par de sus labios entreabiertos y una mirada iluminada por las decenas de luces que adornaban a ese maravilloso escenario.

En realidad, no sabía lo que debía imaginar cuando pensaba en el Burlesque, sabía que se trataba de un espectáculo para adultos que era privilegiadamente costoso, pero no más. En su mente figuró un lugar lleno de barras metálicas, mesas diminutas y mujeres semidesnudas, pero jamás vislumbró la posibilidad de comparar ese escenario con el de un teatro real, espacioso y cubierto por cortinas de terciopelo rojo. Una banda en vivo tocaba en un lugar especial, ahí junto al escenario, en su propia atmósfera en un espacio circular para permitir que se deslizara en el preludio un suave jazz. Las conversaciones surgían tenues, el diverso público estaba compuesto por hombres y mujeres, muchos de ellos con sus parejas en vestidos elegantes y trajes formales. Fue abrumador mirar los detalles, los candelabros, el bar a un costado con repisas de espejos y cristal.

BloomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora