XL. El plan

5.5K 585 496
                                    

El amanecer que se cernía sobre la mansión Bloom, sembraba una calma que podía preceder a tempestades con sus cielos despejados y una luz tan brillante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El amanecer que se cernía sobre la mansión Bloom, sembraba una calma que podía preceder a tempestades con sus cielos despejados y una luz tan brillante. El joven Bloom que despertó con la familiar sensación de estar a punto de caer al vacío, frunció el entrecejo por el ligero brinco que pegaron sus nervios, consideraba que era de las formas más horribles en las que podría despertarse; sin embargo, tras unos minutos de reflexión al respecto, recordó que generalmente sus pesadillas eran mucho menos benevolentes que eso. Quizá estaban siendo consideradas con el intruso que había decidido invadir el sagrado espacio que compartía con una sabandija... o porque la fórmula secreta para desaparecerlas, en realidad era una mano que fuese constante para dibujar formas imaginarias en toda su espalda.

Abrió los ojos un momento para mirarlo cuando las caricias se detuvieron, probablemente Dorian llevaba mucho más tiempo despierto que él; tenía increíblemente marcadas las sombras bajo los ojos cerrados. No recordaba haberlo visto llorar, pero muchas cosas de esa noche no eran claras, así que admiró detenidamente la hinchazón de esos ojos que delataban el llanto. El chico le había robado una camiseta, de algodón gris, vieja, debió hurgar por ahí para encontrarla... le sorprendía que aquello no le molestara. A los dos les quedaba corta, pero él tenía el abdomen ligeramente descubierto, lo sintió al rozar su piel, hizo cosquillas... y con ello recordó el fiasco de la noche anterior.

—¿Cuánto tiempo más vas a pretender estar dormido? —inquirió Bloom con la voz ligeramente rasposa.

—Hasta que yo mismo me lo crea.

—No has dormido una mierda... —acusó extendiendo la mano para alejar los mechones cerca del rostro de Dorian, provocando que éste suspirase y relajase los hombros de una forma evidente.

—No importa... ¿tuviste una pesadilla?

—No lo recuerdo.

Aquello fue sincero e inesperado, Darrell se había detenido a analizarlo un poco. Lo despertó el miedo de caer, pero no recordaba una pesadilla más allá de la que tuvo cuando su mente se vino abajo. El silencio se prolongó cómodamente entre la reflexión de sus palabras y las caricias que volvieron en su espalda, creyó que incluso podría volver a conciliar el sueño, pero Dorian rompió esa calma de una forma que jamás esperó.

—Encontré la fotografía... —murmuró con una ligera pausa, tragando saliva—. La que utilizaste como evidencia en el juicio.

Darrell tensó los hombros, escucharlo repitió esa sensación de caer, pero no reaccionó a ella con la violencia que esperaba. No dijo nada mientras miraba el mismo punto vacío, su mente no le permitía rememorar esa imagen por completo y llegaba al grado de no interesarse por la forma en la que la había encontrado, hubiese ocurrido tarde o temprano.

—Lo lamento —continuó Dorian.

—¿Por qué?

—Es lo único que puedo decir después de lo que vi. No tenía idea-...

BloomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora