XXVI. Despertar

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El actuar por impulso de Dorian fue reprendido más de una vez ante la inexistencia de una solución para lo empapados que habían terminado esa madrugada frente a la fuente

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El actuar por impulso de Dorian fue reprendido más de una vez ante la inexistencia de una solución para lo empapados que habían terminado esa madrugada frente a la fuente. Su hermano claramente lo mataría si descubría que los asientos de su auto se habían jodido por ello y lo cierto era que le preocupaba más la parte de explicarle cómo había ocurrido que lo primero. Al menos pudo ofrecer una solución a medias cuando el maletero del auto le recordó que la paranoia de Estefan tenía sentido, los gemelos tenían suéteres y chaquetas de respaldo porque en temporadas de frío se enfermaban más de lo que les gustaría admitir, especialmente Dorian y su evidente sensibilidad a la humedad. La solución era natural, él se quedaría con la ropa de su hermano y a Darrell le daría la suya para satisfacer sus propias fantasías en silencio... aunque Bloom se burló de ello porque se había dado cuenta, por supuesto, pero cuando sus bromas iban acompañadas de utilizar el suéter enorme y favorito de Dorian no surtían tanto efecto.

La última vez que miró el reloj eran las tres... o las cuatro, no recordaba bien el número tras la forma en la que tuvo que cerrar la boca cuando, una vez descargada su ira y su satisfacción al ver a Darrell en una ridícula situación, le fue revelado que no solo había vuelto por él... también había ido a la tienda de conveniencia para él. Entre pastillas, un suero y dulces de menta para que no volviese a vomitar el alma en alguna parte, Dorian sintió el corazón darle un vuelco... pero aún tenía ganas de arrojarle monedas a la cara, esta vez por las señales tan confusas que le enviaba. No es que esperase alguna respuesta, él mismo lo había dicho y sus sentimientos aparentemente habían estado de acuerdo con sobrevivir de esa manera, pero no sabía a qué tipo de problema se enfrentaba cuando salió relativamente "bien" su declaración.

Porque de alguna forma sabía que eso influyó a que terminasen nuevamente dentro del auto, pero esta vez en el asiento trasero del mismo para que al menos no fuese evidente su propio delito. Su hermano lo mataría como se le terminase la batería y el combustible a su único transporte, pero bien lo valía si con ello podía tener la calefacción encendida y la mejilla apoyada en el hombro de Bloom mientras ambos miraban la pantalla del teléfono.

Estaba viviendo un sueño... que acabaría como hiciese un mal movimiento, lo veía venir.

Darrell hasta ahora se había mostrado ligeramente a la defensiva cada vez que trataba de acercarse, pero lo consciente que era de ello le había pagado bien al avanzar a pasos pequeños que lo asustaran mucho menos de lo que pretendía. Para Dorian era imposible olvidar aquel momento en el que Bloom se mostró por primera vez aterrado frente a él al grado de prohibirle acercarse o tan siquiera tocarlo, la inquietud que sentía por ello era difícil de digerir, pero al mismo tiempo ofrecía una explicación para cada vez que el rubio se tensaba por el más mínimo y brusco movimiento que ocurría junto a él... era desesperante para alguien como Byron cuyo lenguaje afectivo, al menos con las personas que más quería, buscaba por completo el contacto físico, pero se sentía inesperadamente satisfecho con pequeñeces como restregar la mejilla en su hombro cuando negaba con la cabeza porque Darrell quería borrar alguna canción que dudaba volver a encontrar. Al menos sabía que Bloom no dudaría en apartarlo si realmente detestaba lo que hacía, así que la parte más enamorada temía subirse a un tren de falsas esperanzas... y al mismo tiempo le recordaba que él mismo había dicho que no le molestaba subirse a uno. Dolía un poco, pero bastaba con cerrar los ojos un momento y disfrutar de escuchar a Darrell quejarse en voz baja, ya ninguno de los dos alzaba la voz, estaban lo suficientemente cerca para escucharse, inclusive sus risas eran algo quedas y las pastillas habían surtido efecto para impedir que a Dorian lo atacase el dolor de cabeza... pero por efímeros instantes había silencio, por momentos solo se escuchaba la música de fondo tan baja como el siseo de la fina capa de lluvia sobre ellos, la única por la que tenían el pretexto perfecto para ocultarse de esa manera del mundo entero. Los cristales se empañaron por completo, pero, ¿qué querrían ver si solo les importaba lo que estaba dentro? Resguardados en un callejón con estacionamiento, una mala vista hacia los muros de los comercios y la impresión de que el auto se quedaría sin combustible pronto. Ese momento disparaba mucho más la adrenalina de Dorian que la fiesta de la que habían escapado.

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