Capitulo 8

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• Capitulo Ocho •
Guardias

LA SUBASTA
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SARA


Suspire fuerte y me alejé de Matthew.

—Quiero ir a mi casa—dije con rabia, mirándolo.

—Oh mas te vale que no te comportes así, Sara.

—Ya no quiero esto, ¡Quiero ir a mi puto hogar ahora!—me levante de la silla y Matthew hizo lo mismo acercándose a mi.

—Más te vale que te comportes, no hay vuelta atrás, ya aceptaste.

—¿Ah si? ¿Y donde firme? ¿Donde está mi consentimiento por escrito?—mi plan si que iba bien, ya iba a lograr deshacerme de él.

—Sabes que serás más feliz aquí conmigo, te daré todo, en cambio, si vives con tus padres, tu papá seguirá pegándote.

—Y tu como mierdas sabes eso—mientras el de acercaba yo me alejaba.

—Los rasguños en tus muñecas, ni de broma los hiciste tu, tu cuello tiene marcas.

Es observador, y bastante.

—C-Claro que no—llegue hasta la pared de tanto que retrocedí, Matthew puso ambos brazos a mis lados, acorralándome—Déjame ir por favor.

—¿Tan rápido te arrepentiste?

—Si, déjame ir.

—Jajaja ni lo pienses.

Y ahí, aproveché para salir corriendo, abrí la puerta y salí de la casa corriendo por mi vida, estábamos en medio de la nada así que solo corrí por las calles lo más rápido que pude. Mire hacia atrás, error, me perseguían seis camionetas negras.

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MATTHEW

Cuando Sara salió corriendo de la casa, llame a mis guardias.

—Atrápenla, ahora—ordené y ellos se subieron a sus camionetas, manejaron hacia ella mientras yo miraba todo desde la casa.

Miré como la agarraron y ella se resistía, petaleaba con todas sus fuerzas pero no podía soltarse del agarre de los guardias, ellos la metieron a la camioneta y regresaron conmigo. Eso fue rápido.

La sacaron del auto con dificultades, ella seguía moviéndose para que la dejaran, uno de ellos me la entregó y yo la cargué.

—¡Ella muerde!—otro de los chicos me mostró su brazo, tenía una marca de una mordida, reí y miré a Sara.

—¿Muerdes?

Y si, lo comprobé, me mordió el brazo dejándome una marca en este, hice una mueca y la agarre de los hombros con coraje.

—Oh no no no no no, conmigo no te portarás así ¿Entendiste?—la miré enojado—Que sea la última ves qué haces esto, Sara.

La lleve adentro a la fuerza y cerré la puerta con candado.

—Pueden irse—les ordene a mis guardias, ellos se fueron del lugar dejándome solo con Sara.

—¿Y ahora que? ¿Me castigarás?—cruzo sus brazos sobre su pecho.

—Arriba, ahora.

—No soy tu puta esclava, que te quede claro—me alzó la voz con coraje.

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