Capitulo 42

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nota: holaaa, una disculpa por desaparecer, he estado muy ocupada por asuntos personales, espero poder estar más activa. Muchas gracias por todo su apoyo y paciencia.

Ahora sí, continuemos con un capítulo muy esperadooo jiji



• Capitulo Cuarenta y Dos•

Tacitas de té

LA SUBASTA 

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SARA

Ese mismo día por la noche, Matthew y yo nos encontrábamos con Dalia en una de las miles habitaciones de la enorme casa de Matt, esta sería la habitación de la pequeña por ahora. Me gustaría que tuviera una familia normal y que la quiera mucho, pero también me gustaría quedármela y cuidarla para siempre... aunque solo tengo 18 años y no soy lo suficientemente responsable para cuidar a una pequeña niña que acaba de tener una infancia traumática.

Aunque me duela dejarla ir, merece a una familia que la cuide responsablemente y le dé el cariño que necesita.

— ¿En qué tanto piensas, Sara?— Dalia interrumpió mis pensamientos.

— Umm...— intenté encontrar alguna excusa. Sentía la mirada preocupada de Matt sobre mí.

— Todo en orden, cariño?— acarició mi cabello y frunció el ceño acercándose a mi.

— Si, tengo un poco de sueño, no es nada.

— Pero si apenas son las 7pm— Me habló confundido.

Sentí un abrazo de Dalia, la abracé de vuelta. Me gustaba tenerla a lado mío, estaba a salvo, estaba conmigo otra ves...

FLASHBACK 

—¡DÉJENLA! ¡Por favor!—grité mientras lloraba.

Vi como sacaron a Dalia del cubículo y la entregaban al viejo de antes, ella solo no dejaba de mirarme, lloraba al igual que yo, se tiro al piso e intento arrastrarse hacia mi pero no pudo, el viejo la agarro de la cintura y la jalo hacia el.

—¡NO LA TOQUEN! ¡DÉJENLA!—golpeaba el vidrio con todas mis fuerzas pero simplemente no podía hacer nada.

—¿S-Sara, a donde me llevan?—leí sus labios.

—Lo lamento tanto, pequeña, lo lamento tanto—Dalia se empezaba a alejar con ese viejo y otras chicas, no se hacia donde pero se la llevaban.

FIN

No podia dejar de pensar en esa ves.. el miedo y tristeza de que se la llevaran. 

—Lamento haberte mentido, Dalia.

Unas cuantas lagrimas cayeron por mis mejillas, pensé que ya lo había superado, pero ahora que la tengo aquí, no se que hacer.

—¿Quieres tomar un poco de aire, nena?— Matt me sugirió, asentí limpiando mis lagrimas.

Matthew le llamó a Jacob para que cuidara a Dalia mientras íbamos al balcón de mi habitación. No sabia que pensar, estaba teniendo una crisis y no sabia como controlarla. Salí y respiré el aire fresco de afuera, Matt estaba atrás mío acariciando mi espalda y dándome caricias para que me tranquilizara.

— Nena, cuéntame qué pasó, hace una hora estabas bien, ¿qué sucedió?

—¿Qué vamos a hacer con ella? Necesita tener una vida normal, no con una chica de 18 años y otro de 28, pero que pasa si los que pueden cuidarla también le hacen daño.. que pasa si-

Matthew me interrumpió antes de que siguiera con mi drama.

— Sara, escúchame bien. Tú no te tienes que preocupar por esto, y si piensas que lo de Dalia fue tu culpa, no lo fue, no te culpes, tu solo quisiste lo mejor para ella. Que se la llevaran no fue tu culpa, que llegara a ese lugar tampoco fue tu culpa, cariño, nada es tu culpa. —Me abrazó— Yo me asegurare de que consiga una buena familia, te lo prometo. Por ahora puede quedarse con nosotros. Ella estará bien. Tu también estarás bien, vamos a estar bien.

— ¿Me lo prometes?

— Te lo prometo, amor. 

 Era hora de cuidar a una pequeña de 6 años, no sé por cuánto tiempo, pero el tiempo que este conmigo, estará feliz y muy sana. Yo me haré cargo de que ella este feliz.

MATTHEW 

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Los siguientes 7 días fueron puras risas, juegos, películas, tonterías, berrinches, horas de té, vestidos, tacones, olor de esmalte de uñas, maquillaje, etc etc.

— Papi, te gusta este vestido? — Sara salió de el vestidor con un lindo vestido corto color rosa con blanco, era de tirantes y venia con unas medias rosa pastel. Mierda se veía perfecta.

— Te ves perfecta— me levante de la cama y me acerqué a ella para besarla. No habíamos tenido nada sexual desde que llego Dalia, y honestamente ya me comenzaba a desesperar por volver a sentirme dentro de Sara otra vez. Me había contenido una larga semana.— No tienes idea de las ganas que tengo de cogerte ahora mismo.

Sara rió y me calló con un beso.

— Cállateee, Dalia esta en la otra habitación.

—¿Cómo dijiste?—reí maliciosamente pegándola a la pared.

— Cállate— dijo lentamente, azoté su culo con fuerza, ocasionando un grito ahogado de su parte.

— Otra ves, ¿Qué fue lo que dijiste?

—Que te amo muchooooo.

—Buena niña— la besé.

—¡Es hora del té!— Dalia entro a la habitación con un plato hondo y pequeñas tazas que yo le había comprado, al parecer le gustaron mucho, porque siempre a esta hora aparecía en la habitación diciendo que era hora del té.

—¡Yo quiero! — Sara se apresuró a agarrar una de las tazas con té. 

Me vi obligado a agarrar una yo también.

— salud!— Sara bebió

—salud!— Dalia repitió.

— emm... Salud? —me tomé todo el té de un trago, ambas me miraron con sorpresa y una clase de ofensa.

— Tienes que tomarte el té con calma, es un trago chiquito— Dalia me regañó.— Mira— me enseñó cómo se debía de tomar, agarró la tacita con sus dos deditos y la inclinó levemente.— Entendiste? 

—Entendí.

—Ahora tuuu.

—Ya no me queda té...

— Te soy el mío— me acerco su tacita y sonreí de la ternura que me daba.

Incliné cuidadosamente la taza como me había explicado, recibí un aplauso de la pequeña y una carcajada de Sara. 






























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