Capitulo 9

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• Capitulo Nueve •
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LA SUBASTA
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MATTHEW

Mire a Sara, se veía tan hermosa con un vestido azul con brillos, era algo corto pero se ajustaba perfecto con sus curvas. Baje el arma rápidamente y Sara me miró con miedo, me acerqué a ella mientras la empujaba hacia afuera del estudio.

—¿Que haces aquí? Te dije que fueras a la sala.

—No se si recuerdas que no me enseñaste la casa.

—Olvida lo que viste ¿de acuerdo?

—Meh, como digas—se encogió en hombros.

—Alguien te quiere conocer—cambie de tema, me dirigía hacia sala donde estaba mi padre.

—¿Quien?

—Mi padre, esta bastante entusiasmado de conocerte.

Cuando llegamos a la sala, estaba mi padre sentado en el sillón mirando al piso, cuando escuchó nuestros pasos levantó la mirada, no puedo describir su reacción, era una mirada de decepción pero con una mezcla de felicidad.

—Sara...—mi padre se levantó del sillón y se acercó a ella.

—Mucho gusto, soy...Sara Summerville—le sonrió.

—Eres todavía una niña—agarro las manos de Sara sonriendo—soy Zach Werner, un gusto.

Se la pasaron un gran rato hablando, al parecer compartían muchos gustos y tenían bastantes temas sobre que hablar, cuando mi padre me miraba era simplemente diferente, era rabia, decepción, enojo.

—Señor, ya casi es hora de irnos—uno de mis guardias habló detrás de mi.

—¡Eh!—mi padre intervino levantándose del sillón de nuevo—Vayan subiendo a Sara a la camioneta, quiero hablar con mi hijo un segundo—mierda.

Mi guardia me miró para que confirmara, yo asentí y se llevaron a Sara, quedando solo con mi padre.

—Matthew Matthew Matthew—se tapo la cara.

—Padre..

—¡sht!—alzó su dedo índice, callándome—¿Entiendes que es menor de edad?

—Si, estoy consiente, padre—solo con mi padre me tenía que comportar, aunque yo fuera el gerente de todos no le podía fallar a mi padre.

—Sabes que nunca me gustó tu pequeño fetiche—se acercó a mi—Y siempre te apoyé, pero, esto que estás haciendo esta mal—paso a lado de mi y se dirigió a la puerta—¿No vas a venir?

—Si.

Fui detrás de él y salimos de la casa, mi padre se fue en una camioneta con cinco de mis guardias y yo me fui con otros cinco y con Sara en otra camioneta.

—Avancen—ordene, la camioneta empezó a avanzar.

Mire a Sara, estaba moviendo sus manos sobre su regazo, estaba nerviosa.

—Te ves hermosa—admití, ella levantó su mirada.

—Gracias—me dijo sin ninguna expresión y volvió a bajar su mirada.

Era fácil de leer, sus ojos expresaban tristeza y nostalgia, desesperación, miedo.

(...)

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