Cap 22. Muere Rupert, ¿Armánd es Equinox el guardián de la tierra?

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En su oficina del instituto, Armánd junto con Rupert revisan las cámaras del instituto, mientras Armánd le cuenta lo sucedido a Rupert en la batalla anterior

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En su oficina del instituto, Armánd junto con Rupert revisan las cámaras del instituto, mientras Armánd le cuenta lo sucedido a Rupert en la batalla anterior.

Rupert: al parecer esta situación se complica más joven Armánd, y no puedo evitar estar preocupado por usted.

Armánd: lo se Rupert, pero no puedo darle la espalda a esta situación, debo enfrentar a esos sujetos y proteger este planeta.

Rupert: pero ¿porque usted?, ser un vigilante de la ciudad es una cosa, pero esta situación de niveles cósmicos, me hace temer por su vida, además esa joven a la que se enfrentó, no busca a la señorita Andrómeda, lo busca a usted.

Armánd: ella es un heraldo de la obscuridad, y lo que pretenden es destruir la luz del universo y esa es Andrómeda, no yo.

Rupert al ver la actitud tan despreocupada de Armánd por su propia seguridad, azota un puño en el escritorio.

Rupert: ¡a veces me asombra su inocencia joven!, y como su protector, ¡en ocasiones me resulta realmente desesperante!, no sé cómo pretendan esos individuos destruir a la señorita Andrómeda, ¡pero Equinox sería un punto débil para ella!, ¡y un arma poderosa para sus enemigos! Sabía que esto pasaría y no sé cómo se lo permití. ¿Cómo es que en usted recayó la responsabilidad de todo el planeta?, si a usted le sucediera algo, ¿qué explicación le daré a sus padres cuando al final de mis días me reúna con ellos?, ¡prometí con mi vida que cuidaría de usted! ¡Además!, ¡si algo le sucediera mi corazón se rompería!, estuve con usted desde el día que usted abrió los ojos, pero no me gustaría ver el día en que alguien los cierre definitivamente, siempre desee un futuro brillante para usted y pensé, que con la llegada de los chicos a su vida ese futuro era viable, y no me malentienda, sé que la señorita Andrómeda y los demás chicos no lo abandonaran, ¡pero el riesgo es demasiado!

Al ver la preocupación de Rupert, Armánd trata de reconfortarlo como un hijo a su padre.

Armánd: ¡vamos Rupert!, ¡no te pongas así!, entiendo que estas preocupado por mí, y es por eso que te prometo ser más cuidadoso, ¡además! si tú no estuvieras para apoyarme, yo no habría logrado todo esto, cada paso acertado que he dado, ¡ha sido gracias a ti!, que has vigilado mi camino todo este tiempo, y creo que si soy el guardián de la tierra, es por el excelente trabajo que has hecho al convertirme en el mejor ser humano que puedo llegar a ser, pues sin ti, yo solo sería un muchacho triste y solo.

De verdad amo a mis padres Rupert, y la vida que me dieron, pero también te amo a ti como mi segundo padre, y jamás, jamás haría algo para lastimarte, solo espero ser digno de toda la devoción que me has dado todos estos años.

Rupert: ¿digno señor?, ¡usted es lo mejor a lo que pude dedicarle mi vida! y jamás dude ni por un instante ¡de lo orgulloso que estoy de usted!

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