Capítulo 32. Confrontación entre la luz y la obscuridad.

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Tras tanta devastación y las continuas modificaciones que la fuerza de la oscuridad había hecho en la sala del trono, este envés de parecer un recinto real, ahora solo parecía un cementerio de cristal, donde en uno de los tantos cristales que ahí ...

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Tras tanta devastación y las continuas modificaciones que la fuerza de la oscuridad había hecho en la sala del trono, este envés de parecer un recinto real, ahora solo parecía un cementerio de cristal, donde en uno de los tantos cristales que ahí estaban apostados, se encontraba un ataúd de cristal opaco, donde la fuerza de la obscuridad custodiaba lo que él llamaba su más grande trofeo.

El lugar estaba iluminado por el reflejo de la luz que emitía la esfera protectora de Andrómeda. Dentro de la esfera ,la chica lloraba desconsoladamente al no poder percibir la energía cósmica de sus amigos, asi como la de los heraldos de Erín, sintiéndose muy mal por no poder protegerlos, sin darse cuenta de que la fuerza de la obscuridad la observaba, sintiendo placer al verla sufrir, pero a la vez, la chica le causaba curiosidad, pues con su apariencia humana, a la obscuridad le costaba trabajo adivinar de lo que era capaz la suprema fuerza cósmica, por lo cual, no pudo evitar hacerse notar con su tono de voz burlón.

Fuerza de la obscuridad: ¡ya!, ¡ya pequeña!, ¡deja de llorar, esto era inevitable!, durante eones hemos bailado esta danza, la luz contra la obscuridad, yo haciendo te frente con lo mejor que tengo, y tú siempre sacrificando a seis inocentes, con la intención de destruirme, ¡creo que la mala del cuento deberías ser tú!

Andrómeda: ¿Por qué?, ¿porque haces esto?, los Astaranos, los Taxarianos, la luna jardín de Rexam 5 no te habían hecho nada, Vivían una vida tranquila, como en otros planetas también tenían sus problemas, ¡pero nada!, ¡nada te daba el derecho de pasar por encima de ellos!, ¡de utilizarlos!, ¡de masacrarlos!, ¿Por qué? ¿porque causaste este daño?

Fuerza de la obscuridad con cinismo: ¡no lo sé!, ¡será que está es mi naturaleza!, una naturaleza que me fue impuesta, ¡yo no la elegí!, pero tras estar compitiendo eternamente contigo, me di cuenta de que me tocó la peor parte.... ¡De!... ¿cómo dicen los humanos?, ¡ahhh sí! de la moneda, ¡pero debo admitir que me sorprendes!, ¡esta es la primera vez que cruzas una palabra conmigo!, tal vez con los siglos te has ablandado, ya que, con anterioridad, ¡en tu infinita arrogancia!, lo único que hacías, era atacarme con la intención de destruirme.

Andrómeda no tenía un recuerdo claro de haber atacado frontalmente a la obscuridad como el mencionaba, ella solo recordaba el rayo lanzado a la superficie de Astaran.

Andrómeda: ¡no entiendo de que me hablas!

La fuerza de la oscuridad se aproxima como si fuese un espectro y golpea la esfera de Andrómeda reclamándole.

Fuerza de la obscuridad enojado: ¡no te hagas la inocente conmigo!, ¡sabes bien de qué te hablo!

La fuerza de la obscuridad vuelve a golpear la esfera, haciéndola resplandecer, y al hacerlo, Andrómeda puede percibir que el cuerpo de la fuerza de la oscuridad está cubierto de quemaduras y heridas, que antes de sanar debieron ser graves y dolorosas, sintiendo aversión y miedo de ver lo maltratado que estaba su cuerpo, y a su vez la fuerza de la obscuridad se extrañaba de la reacción que Andrómeda tenia ante su imagen.

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