🎵Capítulo 6 - August

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Creo en las segundas oportunidades

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Creo en las segundas oportunidades.

Creo en que existe vida después de la muerte.

Creo en un dios supremo que rige sobre nuestra existencia.

Pero en lo que más me cuesta creer, por más que lo intente, es en mí mismo.

Encontré libertad en la música tras un momento doloroso de mi vida, me encontré reflejado en cada una de las letras y en todo lo que resonaba a mi alrededor. Canté cientos de veces encerrado en mi habitación; soñé más de un millón, me idealicé frente a un escenario, con cientos de personas coreando mi nombre a una sola voz. Pero cuando bajé las barreras y salí de mi habitación pidiendo un poco de ayuda, me encontré con que a nadie más le importaba cuán feliz me encontrara con mis sueños y metas.

Me encontré con que mis padres habían idealizado un chico muy distinto a mí, un chico que no quería ser. Y por más que intenté adaptarme me di cuenta que no podía, que el dolor en mi pecho se expandía sin poderlo detener, asfixiándome lo suficiente como para hacerme llorar. Entonces, cuando me di cuenta del rumbo que tomaba mi vida, decidí ser valiente.

Pero mi valentía fue destrozada por mamá y papá.

Hasta el día de hoy me pregunto qué he hecho mal. Me pregunto cuán difícil es esperar un poco de apoyo por parte de ellos. Porque lo único que deseo es ese pequeño empujón que me haga creer que todo lo que hago es más que suficiente; un pequeño empujón que saque de mi cabeza todas las veces que me he degradado por creer que no soy bueno en lo que amo hacer.

Y sé, sé que no puedo quedarme atrás solo porque mis padres no lo entiendan. Pero... vaya, lo único que pido es un estoy orgulloso de ti. Una pizca de eso que he anhelado desde que me di cuenta que lo que amo es cantar, lo único que pido de ellos es que me apoyen. ¿Cuán difícil puede ser? ¿Qué tanto pido como para que mi sueño aún no se haga realidad?

—¡Eso fue fantástico!

Salgo de la cafetería, tropiezo con Ezra. Él me sostiene por el torso, apoyándome contra su cuerpo para evitar hacerme caer. Siento el color subir por mis mejillas, pero esta vez lo ignoro.

—Has estado fantástico —me corrige.

Sonrío, Ezra también. Por un lapso del tiempo nos miramos sonreír. Él con su mano en mi costado, yo con mi cuerpo apoyado en su pecho. Y no sé cómo es que dejo llevar sin que los nervios, el miedo o la ansiedad se lancen contra mí como animales hambrientos. Nos vemos sonreír de una manera en que la que deseo no buscar respuesta, porque de hacerlo, sé que ni él ni yo estaríamos preparados para actuar.

—Gracias —susurro.

Ezra asiente, complacido. Sube su mano hasta mi hombro y me hace avanzar. No puedo esconder mi sonrisa, por más que lo desee me es imposible luchar contra ella. Por lo que me dejo llevar.

—Esa pareja parecía demasiado complacida —comento— ¿crees que conocieran la canción?

Elevo mi mirada hasta él. Me encuentro con que no mira la acera, me mira a mí.

Una última Canción ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora