He soñado con un chico.
Uno alto, de cabello negro y ojos oscuros. Un chico que no poseía miedo alguno, que sonreía al hablar, que se acercaba sin tan siquiera detenerse a pensar en sí lo que estaba por hacer estaba bien. He soñado con un chico, uno de verdad que he visto ciento de veces a los ojos y que he deseado muchas veces tocar. He soñado con Ezra.
Con sus manos blancas, con sus uñas de cutículas disparejas. He soñado con Ezra muy cerca de mí, su cuerpo a centímetros del míos, sus pies entrelazados como una cuerda llena de nudos de la cual nunca me podría separar. He soñado con Ezra y lo único que he podido hacer en ese sueño es suplicarle, con el rostro lleno de lagrima, que me tomara. Que se apoderara de mí y hiciera de este chico lleno de miedos alguien a quién poder amar. Que me tomara, que tocara cada centímetro de mi piel como si fuese una isla desierta donde poder arribar. He soñado con Ezra, con sus manos sobre mi piel, con sus labios cerca de los míos, con su voz diciéndome una y otra vez que me lo merecía.
Que merecía tenerlo junto a mí.
Que merecía sentirme así.
He soñado con Ezra... y no lo he podido evitar.
—August, baja a desayunar.
Me deshago de las sábanas, miro mis manos, mis cutículas perfectamente cortadas, los dedos largos de piel bronceada. Miro mis manos y bajo hasta la muñeca izquierda, donde una marca de nacimiento se muestra más clara, circular y pequeña. Cierro los ojos, siento que puedo morir. Siento que todo lo que está por suceder es demasiado, y es cómo si algo cayera sobre mi pecho y no me dejara respirar. Está ahí, y no lo miro, no sé cómo lo puedo quitar. Tan solo sé que se encuentra esa incomodidad dentro de mí, solo sé que nada me parece suficiente, que hay días en los que me detengo a pensar y siento que no avanzo.
Que ir a las audiciones no es suficiente, que cantar en el bar no es necesario, que verme con Ezra está mal. Tan solo siento que me he equivocado, que he decidido vivir en una época que no me era merecida. Porque miro mis manos, miro mi cuerpo, y siento como si no fuese capaz de sobrellevar los sentimientos que se encuentran dentro de mí.
—August...
—Un momento mamá.
Hay sentimiento que a veces creo no poder soportar.
Sentimientos que me abordan al despertar, que me llenan de una ansiedad incesantes a penas abro los ojos. Sentimientos que acechan en mi pecho, robándome la respiración, apretujándome por dentro, riendo de mí.
Uno de ellos es el miedo. Un miedo arrasador que me condena, que me toma por el pecho y me estampa contra la pared más cercana para nunca dejarme ir; ese mismo miedo es el que levanta murallas a mi alrededor, me encierra en un castillo de cristal en el cual me siento seguro. En el cual me hace creer que no avanzar está bien, que no creer en mí no es parte del problema, que lo que dicen los demás sobre mí debería importarme más que lo que pienso sorbe mí mismo.
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Una última Canción ✅
Teen FictionPara August, su trabajo en Gypsy Bar, se define en borrachos malhumorados y bebidas baratas. A pesar de ello, no piensa renunciar cuando, cada noche, tras cerrarse las puertas, se sube al escenario para encontrar su momento de paz, donde tanto el so...