🎵Capítulo 23 - Ezra

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Lo he arruinado

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Lo he arruinado.

August, cantar, todo lo demás y yo.

Lo he arruinado.

Y no entiendo cómo me han bastado más de tres minutos para tomar cada una los sentimientos que habíamos forjados, sacarlos del resguardo de un cajón, y aventarlos contra el viento para no volverlos a mirar. Lo he arruinado y no tengo emociones que me permitan llorar, lo he arruinado y no sé cómo volverlo a arreglar. Porque siento que todo lo que una vez tuve está dañado por grietas, y no tengo material alguno para poderlas rellenar. Tan solo estoy aquí, viendo cómo todo se desmorona sin poder hacer movimiento alguno que me dé las de ganar.

Lo he arruinado. Lo he arruinado tanto que ya no sé tan siquiera sin me quedan fuerzas para vivir; ya no sé si lo puedo soportar. Porque ahora mismo solo soy un cuerpo, un cuerpo vacío que deambula con los pasillos del hospital. Y todo en lo que puedo pensar es en las baldosas blancas, en un rostro bronceado llena de pecas rojas... en un chico al que le he mentido porque no podía mirar más. Un chico al que he dejado ir porque siento que la vida es más de lo que yo pueda soportar.

¿Qué he hecho August? Cómo se supone que todo esto lo pueda solucionar, cuando lo único que hay debajo de mí es el mar que he creado en llanto a tu alrededor, y no soy lo suficiente buen nadador como para llegar a ti sin pretenderme ahogar. ¿Cómo se supone yo vuelva a ser feliz si ya no te tengo aquí? Si te he apartado.

Camino un poco, me dejo caer sobre una de las bancas en la gran fila de habitaciones y cierro los ojos. No dejo de pensar en todo lo que ha sucedido, en que han arrestado a papá, en que han traído de urgencias a mamá. No puedo dejar de pensar en el desconocido que llamó a la ambulancia, la voz de Lou pidiéndome despertar. No puedo pensar en otra cosa más que mi vida se está destrozando y no soy yo quien la quiere arreglar.

-¿Ezra?

Abro los ojos, miro hacia la derecha.

-¿Por qué lloras?

Esta no son mis lágrimas, deseo decir, este no es mi llanto.

Limpio mis mejillas, doy golpecitos en el asiento a mí lado, sin dejar de mirar a Maylin. Ella regresa su mirada a la habitación, se cerciora de algunas cosas y sale en silencio hasta encontrarse frente a la banca, se sienta.

-¿Has visto a Lou? -pregunto.

Ella niega. Tiene ojeras bajo la mirada clara, su cabello rubio está enmarañado y en una de sus mejillas se muestran marcas de la sabana. Lleva cuidando a mi madre desde el día en que llegó al hospital, desde que se presentó a ella y la invitó a casa a cenar. Sé que lo hizo por cortesía, lo de la cena, digo. Porque mamá en aquel momento parecía no poder hablar, parecía no poder mover ni un poco la boca sin soltarse a llorar.

La doctora dijo que se encontraba en un estado de shock, que la conmoción ante el golpe no la permitía reaccionar. Eso fue antes de que llegara la policía a la habitación, antes de que me sacaran al pasillo, me hicieran sentarme en uno de los bancos y testificar. Antes de arruinarlo todo, antes de que llegara August a mi casa y fuese yo el que no pudiera reaccionar.

Una última Canción ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora