Hay algo mágico en encontrarse sobre el escenario, hay algo mágico en encontrarse frente a una gran cantidad de personas que esperan escucharte cantar. Como si, todo más allá de nosotros, haya desaparecido para obsequiarnos este instante, para decirme: toma, August. Toma este instante solo para ti y haz con ello lo que quieras. Y no sé qué se supone que debo hacer, pero empiezo a cantar, lo hago como si se tratara de mi último día de vida, como si al fin hubiese encontrado el momento perfecto para dejar ir.
Para dejar los miedos, la debilidad y todo aquello que parece estancarse en mi interior. Para dejar ir los malos recuerdos, y las palabras que muchas veces me he callado por miedo a nunca llegar a ser escuchado. Dejo todo mientras el cuerpo de Ezra se encuentra junto al mío, lo hace como si deseara que yo me diera cuenta que nunca, jamás, en lo que me resta de mi vasta adolescencia, me dejaría ir.
Como si al fin, los dos nos diésemos cuenta que lo que sea que sucedió esta mañana, y lo que sea que está por suceder, va más allá de todos los límites que alguna vez nos hemos impuestos. Porque, cuando Gabriel se adueña de la música con su batería, y Ezra se inclina hacia el público tocando su guitarra, siento la libertad. Siento todo aquello que alguna vez creí nunca sentir.
Y me digo, es aquí.
Es aquí donde estás cumpliendo tu sueño. Es aquí donde dejas de ser ese chico temeroso que piensa que el mundo entero lo puede derribar. Es aquí porque tomo el micrófono, lo deshago de su sostenedor y lo llevo conmigo para empezar a bailar. A saltar, y cantar con un Ezra que me parece demasiado real, demasiado expuesto a la felicidad que ahora mismos no nos alcanza en los bolsillos y mucho menos en el pecho, donde se supone aún se encuentra nuestro corazón.
Canto.
Y esta vez no solo lo hago para mí.
Lo hago para todas aquellas personas que alguna vez sintieron que eran poco, que quisieron cambiar al mundo y creyeron que no eran suficiente. Canto porque me he dado cuenta que solo mi valentía, que solo yo puedo ser capaz de darme toda esta felicidad. Y no sé si lo recuerde mañana o dentro de unas horas, pero ahora mismo todo me parece tan posible, tan duradero, que cierro los ojos, tomo aire, y canto a todo pulmón.
No me importa si no hay mucho que decir.
A veces el silencio guía a una mente.
Tomo aire, abro lo ojos y me quedo en blanco.
Frente a mí, todos han levantado a cantar.
Y no encuentro las palabras para seguir cantando, no encuentro la valentía que llevaban reunida, y creo que todos lo notan; notan que los nervios se me han subido a la cabeza, notan que mis manos tiemblan y me he quedado paralizado en medio del escenario mirando las luces encendidas de sus linternas que parecen luciérnagas en una noche de invierno. Y lo notan, porque cuando comienza a hacerse el silencio toda la multitud sube sus brazos y comienzan a cantar. Comienzan a cantar la parte que he olvidado como si este fuese mi concierto, como si yo me hubiese quedado callado para que cada uno de ellos se uniera a cantar.
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Una última Canción ✅
Teen FictionPara August, su trabajo en Gypsy Bar, se define en borrachos malhumorados y bebidas baratas. A pesar de ello, no piensa renunciar cuando, cada noche, tras cerrarse las puertas, se sube al escenario para encontrar su momento de paz, donde tanto el so...