Miro a August, su rostro bronceado bajo la luz blanca del camino, sus pecas doradas llenando cada espacio de su nariz. Tiene los ojos verdes demasiado claros ante las sombras que crea la oscuridad del auto. Cierra los ojos, recuesta su mejilla contra mi pecho y eleva el rostro para poderlo mirar. Suspira, totalmente complacido con sus labios entreabiertos, a punto de dormir. No me muevo, tan solo rodeo sus hombros y lo pego aún más a mí.
Hay un leve parloteo a nuestro alrededor. Carl ríe por lo bajo mientras la guitarrista de Fly le habla sobre el significado de cada uno de sus tatuajes, y más allá, en el asiento delantero, Zachary golpetea el volante mientras canta lo que sea que aparezca por la radio. La pequeña camioneta de la banda va llena y, aun así, en medio de la oscuridad que se opaca por las luces filtradas, August logra mantener una tranquilidad pura que me hace querer acariciarle todo el rostro hasta que pueda dormir y así yo tenga el derecho de admirar.
De admirar la manera en que sus labios regordetes se cierran con fuerza, admirar la manera en que respira y suspira buscando comodidad. Porque quiero aceptar de una buena vez que está aquí, entre mis brazos, y que tantea con su mano izquierda mi mano derecha que está sobre su hombro, me toma por los dedos y coloca cada uno de ellos sobre su mejilla.
Aun adormilado se sonroja, como si el simple hecho de pedirme acariciarlo le costara la vida. Lo hago. Recorro con mi pulgar la línea de su rostro, y aunque no puedo verlo con facilidad, logro que mis caricias lleguen hasta el borde de su labio inferior, donde él deposita un beso inocente en la punta de mi dedo.
Sonrío. La vida se me escapa del pecho en este momento, lo hace mientras pienso en que vamos hacia una fiesta, que hay un chico que quiero demasiado entre mis brazos, que un público lo ha visto cantar y que ser adolescente nunca se ha sentido tan bien hasta ahora. Porque siento que la vida misma mes arrulladora, como regresar de fuera de casa y salir corriendo hasta mamá para que me abrace. Es como encontrar el hogar a cada lugar al que uno vaya sin temer a no pertenecer.
Cierro los ojos, inclino mi rostro y beso la sien de August, el vuelve a suspirar.
—¿Cómo se conocieron? —la voz de la guitarrista llega hasta mí, abro los ojos. Nos mira— Lo siento, lo siento —ríe, es hermosa— me llamo, Abby. Él —se gira hacia Zachary— es mi hermano. Llevamos juntos en la banda desde pequeños.
—Ezra —contesto, luego señalo con mi barbilla a August— él es August. Nos conocimos en un bar.
—¿Con el resto de la banda?
Carl interviene.
—Ezra respondió a una invitación de Facebook —contesta.
Asiento.
—Wow, así que Black Guns es gracias a Facebook —bromea la chica— pero no me refería a la banda —corrige, y puedo ver el deje de curiosidad en su mirada gris— me refiero a ustedes dos.
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Una última Canción ✅
Teen FictionPara August, su trabajo en Gypsy Bar, se define en borrachos malhumorados y bebidas baratas. A pesar de ello, no piensa renunciar cuando, cada noche, tras cerrarse las puertas, se sube al escenario para encontrar su momento de paz, donde tanto el so...