🎵Capítulo 28 - August

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—¿Te he dicho que me gustas?

— Me los has dicho muchas veces. Parece que hemos cambiado de roles.

Río, sintiendo la sonrisa de su rostro contra mi mejilla.

—¿Ahora me toca repetirte que eres genial? —cuestiono.

—No estaría de más escucharte decirlo una cien veces al día.

Siento la ropa pesada, el agua de la piscina escurriéndose en mi rostro. Escucho a Abby, la chica de los tatuajes, tiritar con fuerzas mientras Zachary, el cantante, la abraza con una frazada. Todos caminamos silenciosos, en medio de la oscuridad. La madrugada se tiñe de colores azules que desde aquí no logran entrar. Subimos las escaleras, cientos de ellas, y me hace gracia vernos de esta manera: con las ropas húmedas, el frío apoderándose a nuestro alrededor y un camino silencioso liderando por el dueño del lugar.

Ezra me abraza por la cadera, se empeña en tocarme bajo la camisa cada vez más mientras subimos un escalón y otro. El camino hasta el segundo piso parece infinito, tan solo las voces susurradas y las risas aguantadas para no interrumpir la tranquilidad del momento. Elevo la mirada, veo la silueta de Ezra contrastar con las paredes blancas; veo su nariz respingada, sus labios finos y todas las marcas de lo que una vez fue acné, lo miro por completo como si la magia del momento me hiciera analizarlo de otra manera.

Y él lo sabe, porque sostiene una sonrisa sin mirarme y abre su palma, la que me sostiene por debajo de la camisa, para tocarme con más amplitud. Cuando baja la mirada hay una pregunta implícita en ella, por lo que solo asiento, haciéndole saber que me parece bien.

—Hay cuatro habitaciones —dice Quentin, quien es el dueño de la casa— distribúyanse de la manera que quiera, nos vemos mañana en el desayuno.

Se aparta de la fila, besa a Abby por la mejilla y abraza a todos en medio de un vaivén adormilado para, al acabar, bajar las escaleras y perderse entre el silencio. Abby, que mira a todos con pesades, se coloca en el centro y eleva el rostro para mirarnos de frente. Es apenas un centímetro más pequeña que yo, y sé lo que siente al mirar a los demás chicos que son tan altos o más que Ezra.

—Zach conmigo —inicia, enumerando con sus dedos— amigos con amigos.

Toma a su hermano por la muñeca, se despide de los demás y se adentran en la primera habitación del pasillo.

—Bien, Gabriel está lo suficientemente borracho como para consentir, así que dormirá conmigo —Carl nos mira— ustedes juntos, en la habitación de al lado.

Ezra y yo asentimos. El pianista y el baterista de Fly mencionan que saldrán a fumar, y por la forma del cigarro sé que es alguna sustancia ilícita. Carl arrastra a Gabriel hasta una de las habitaciones, nos indica la que se encuentra a la par y Ezra me lleva junto a él.

Una última Canción ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora