Había veces en las que sentía que, absolutamente nada, era real.
Ni tan siquiera yo.
Esas veces, ni los sentimientos, pensamientos o sucesos que conformaban mi vida parecían tener una forma correcta, algo que me hiciera sentir que cada uno de ellos era real, y no tan solo un mal sueño en el cual yo vivía encerrado. Todo lo que hacía o sentía parecía encontrarse muy lejos de mí; como si una gran parte del universo se hubiese tragado mi alma y la hubiese dejado botada en otra dimensión, en otra parte del mismo que no me permitía conectar con mi cuerpo.
Y creo que, justamente eso fue lo que me salvó de papá. Y creo que eso mismo fue lo que me condenó a él. No recuerdo exactamente cómo sucedieron las cosas, ni mucho menos cuando todo esto de escapar de su llegada y mantenerse en silencio se convirtió en una rutina por miedo a hacerlo enfadar.
Tan solo sé que cada momento en que algo sucedía, yo parecía sumirme en aquel universo paralelo donde todo parecía mentira, donde todo parecía tan irreal que, tras los golpes, yo llegaba a mi habitación, lloraba hasta quedarme dormido y, al despertar, sentía como si nada de lo sucedido la noche anterior hubiese sido realidad.
Fue mi salvación y mi condena.
Lo fue porque me ayudó a escapar de la realidad tan aterradora que vivía en casa; lo fue porque vivir lejos de esa realidad me impidió ver lo sumamente peligroso que se tornaba lo que sucedía. Entonces, para cuando Lou huyó, caí en cuenta de lo que sucedía, caí en cuenta de que nada estaba bien, de que papá nos estaba haciendo daño.
Aun así, el miedo me atrapó.
Ahora que lo pienso, el Ezra de ese tiempo creía que todo tenía una solución, que todo tenía una razón. Yo creía que papá cambiaría, que todo era nuestra culpa. Pero nunca fue así, de eso me di cuenta la última noche en la que recibí la peor paliza de mi vida, en la que llamé a Lou con desesperación, en la que él llegó a salvarme para luego, nunca más, dejarme ir. La noche en la que escuché a August cantar y por fin todo pareció real.
Demasiado real como para seguir viviendo.
Demasiado real como para seguir sintiendo.
Demasiado real como para seguir siendo valiente y no dejarlo ir. No dejar al chico de piel bronceada y miedos al aire.
Abro los ojos, detengo la música y bloqueo el celular. Toda la habitación llena de sombras, el sol apenas filtrándose, y el silencio creando un pitido ensordecedor en mis oídos. Miro las sombras de los discos sobre la mesa de noche, cada uno apilado esperando ser escuchado; cada uno pintando un rastro del chico débil y desafortunado que una vez fui. Y no sé si haberlos traído de vuelta hubiese sido mi mejor opción, tan solo sé que tenerlos aquí, a mi lado, me recuerda todo lo que una vez fui y que no debo volver a ser.
Tomo un respiro. Vuelvo a tomar el celular, busco el numero de mi hermano en la corta agenda de tres contactos. Lo miro, siento mi corazón latir con prisas por un instante. Le envío un mensaje.
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Una última Canción ✅
Teen FictionPara August, su trabajo en Gypsy Bar, se define en borrachos malhumorados y bebidas baratas. A pesar de ello, no piensa renunciar cuando, cada noche, tras cerrarse las puertas, se sube al escenario para encontrar su momento de paz, donde tanto el so...